jueves, 24 de diciembre de 2015

Cuento de Navidad

Esta es la historia de Melissa, una de las millones de mujeres americanas que acabaron en España porque en su país no tenía ninguna oportunidad. Tras años de vivir en la irregularidad se casó con un hombre americano de historia parecida, pero no igual. Él tenía permiso de trabajo y se ganaba la vida en la construcción, de conserje o de hacer chapuzas. Ella limpia casas. Tuvieron un hijo que va a un colegio por el que no paga nada. Su hijo no está desnutrido, goza de buena salud y va bien vestido. Tiene incluso regalos por Reyes.

Con el paso del tiempo, Melissa consiguió darse de alta en la seguridad social como empleada del hogar a tiempo parcial. El niño ya tiene 7 años. Y su marido se ha quedado en paro, de manera que Melissa mantiene su casa con poco más de 500 euros al mes.  Ya son muchos meses que su marido no ingresa nada. Y no hay perspectivas de que la situación mejore. Al contrario, las horas que va Melissa, en negro, a cuidar de un anciano de 90 años tienen, valga la redundancia, las horas contadas por lo que reste de vida al anciano. El anciano está atendido por el Ayuntamiento - es español - y ella completa los cuidados yendo un par de veces a la semana, un par de horas cada vez, a limpiar la casa. 

Ya no le da ni para comprar el bono-metro, de manera que un día, o muchos, Melissa se coló en el metro con el bono-metro de su hijo. Y le pusieron una multa. No tiene para pagarla, claro. Melissa está más avergonzada que arrepentida. 

Melissa no se queja. Melissa no roba. Melissa trabaja muy bien. Melissa es de absoluta confianza. Melissa no vota. 

Los españoles se quejan. Los españoles quieren que les paguen 45 días por año trabajado cuando los despiden. Que les den prestación de desempleo hasta que les den otra cosa. Los españoles quieren que paguemos a la madre de Zapata por hacer la compra. Los españoles quieren que los jóvenes españoles viajen casi gratis en el metro, estudien casi gratis en la Universidad, que los libros sean gratis, las medicinas sean gratis y hasta los viajes de vacaciones sean gratis. Los españoles quieren que los contraten gratis (o sea, aunque sus servicios no sean de utilidad para el que los contrata) y si no hay otro español que quiera hacerlo, que lo hagan todos los demás con sus impuestos. Los españoles quieren todo gratis o casi gratis. Los españoles no se fían de los españoles. Lo que quieren, lo quieren porque es su derecho, porque para eso tuvieron la suerte de no nacer en Senegal. 

Los españoles votan. Y los políticos españoles, que quieren el voto de los españoles, van a seguir quitándole el dinero a los que se lo ganan honradamente para dárselo a esos otros españoles que desconfían de ellos, que desconfían de sus compatriotas. Cada vez más. Y dicen a los que pagan los impuestos que pagan pocos impuestos. Que no tienen bastante - los políticos - para cuidar de los españoles que no saben o no pueden ganarse la vida por sí solos. Que los que ganan bien, es decir, bastante o mucho y honradamente, tienen que ser solidarios con la madre de Zapata. 

Yo preferiría serlo con Melissa. Con los impuestos que pagamos tendríamos para ayudar a todas las Melissas a ayudarse a sí mismas. No para el gratis total que quieren los españoles que votan, claro.

1 comentario:

Manuel Álvarez dijo...

Totalmente de acuerdo, Jesús.

El Estado debería ser para ayudar a personas que necesitan ayuda, y no a las que piden sin necesitarla.

Recuerdo que hace unos años cuando estaba en España, unas compañeras de trabajo de unos 40 años de edad y con buenos sueldos (arquitectas e ingenieras) estaban comentando sobre las ayudas que les daba el Estado para pagar las guarderías y colegios de sus hijos. Esa gente no necesitaba ayuda pero se sentían las más felices y dichosas del mundo por recibirla. Mi comentario de sorpresa ante eso fue seguido de comentarios sobre mi falta de sensibilidad por no tener hijos. Ahora tengo una hija de 9 meses y sigo sin entenderlo.

Saludos.

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