Las encuestas vienen indicando que muchos votantes de Ciudadanos el pasado 20 de diciembre cambiarían su voto el próximo 26 de junio y votarían al PP. Parece que muchos de esos no lo hacen porque les parezca bien Rajoy y la cúpula directiva del PP, ni porque el PP haya gestionado la economía con acierto y sirviendo los “intereses generales de los españoles” o porque haya gestionado bien el problema territorial. No. Parece que vuelven al PP porque creen que es la única forma de parar el – aparente – ascenso de Podemos derivado de la debilidad del PSOE y de su coalición con Izquierda Unida. El más perjudicado es, naturalmente, Ciudadanos que podría perder hasta un 15 % de sus votos lo que, por el juego de la circunscripción electoral provincial y la Ley d’Hondt supondría una sangría en términos de escaños.
Pedro Sánchez dijo ayer que no iba a haber terceras elecciones,
que si no gana él (lo que parece harto probable) dejaría gobernar al PP. Creo que es la afirmación más inteligente de Sánchez desde diciembre por lo menos. Y es lo más inteligente que le he escuchado porque es la primera afirmación que contribuye a despolarizar al electorado. En efecto, por un lado, Sánchez manda un mensaje a los votantes a la derecha del PSOE: “no hace falta que votéis al PP para evitar a Podemos. Podéis votar a Ciudadanos tranquilamente porque yo, no Ciudadanos ni el PP, garantizo que no habrá un gobierno presidido por Iglesias”. Y a los votantes a la izquierda del PSOE: “si hay sorpasso, no habrá gobierno de izquierdas. Vosotros mismos”.
Para el PSOE, este mensaje “a diestra y siniestra” sólo le puede beneficiar en la misma medida que reduce la polarización del electorado. Si lo creen a su derecha, la diferencia entre los tres partidos constitucionalistas se reducirá y la posición del PP será, en todo caso, más débil. Si lo creen a su izquierda, evitará el sorpasso. Por primera vez, pues, Sánchez ha hecho algo por su propio bien y ha contrarrestado la estrategia polarizadora de PP y Podemos. Veamos, pues, los dos escenarios que Sánchez ha dicho que son los únicos posibles.
Sánchez, presidente
Sánchez ha dicho que sólo hay dos presidentes del gobierno posibles: o él, o Rajoy. Para que él fuera el presidente habrían de cambiar notablemente los resultados de diciembre. El PSOE debería obtener más escaños, evitar el sorpasso de Podemos-IU y éstos últimos obtener, también, más escaños, de manera que, entre el PSOE y Podemos-IU (sin necesidad del apoyo de los independentistas catalanes) tuvieran mayoría absoluta. Por ejemplo, 95 escaños el PSOE y 80 Podemos-IU. En tal caso, éstos últimos se plegarían a lo que dijera el PSOE y, como no necesitarían a Ciudadanos, el acuerdo sería posible. No habría referendum de autodeterminación y el PSOE podría acordar un programa de gobierno poco deseable para el que suscribe pero no letal para España. La Unión Europea lo evitaría.
Votar al PP en lugar de hacerlo a Ciudadanos no impide, de ninguna manera, este escenario. Si a algún votante de Ciudadanos le parece un escenario apetecible, debería votar ¡al PSOE! no al PP.
Rajoy, presidente
Si el escenario es que el PSOE obtiene idénticos o peores resultados que en diciembre de 2015, entonces, las palabras de Sánchez deberían desactivar la huida de votantes de Ciudadanos para apuntalar al PP como única pretendida garantía de un gobierno constitucionalista. La razón es sencilla de explicar: si Sánchez permite gobernar al PP, Ciudadanos no es necesario para que se forme un gobierno y, por tanto, los que crean que Ciudadanos es una mejor opción que el PP (o, mejor dicho, los que siguen pensando que es una mejor opción, ya que pensaban tal cosa en diciembre si votaron a Ciudadanos) deberían repetir su voto a Ciudadanos.
El escenario, en tal caso, es preferible para esos votantes de Ciudadanos. Y, de nuevo, es fácil explicar por qué:
tendríamos un gobierno minoritario del PP
estrechísimamente controlado en el Parlamento por Ciudadanos y el PSOE que, en cada caso concreto, podrían coaligarse para obligar al gobierno a adoptar determinadas decisiones o para impedirle adoptarlas. Si el PP quiere reforzar su posición en el parlamento llegando a algún acuerdo de legislatura con Ciudadanos (es evidente que el PSOE no se prestará a tal cosa), Ciudadanos hará bien en poner condiciones al PP. Y si el PP insiste en salvar al soldado Rajoy, habrá de sacrificar otras cosas. Por ejemplo, la funesta adicción del PP a poner por delante de los intereses generales de España los de sus familiares y militantes y los de las empresas y sectores “amigos”. Los doce años de gobierno del PP han sido, sobre todo, doce años de capitalismo de amiguetes que le han costado al país pérdidas enormes de productividad, crecimiento económico y bienestar.
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