lunes, 20 de septiembre de 2021

Desplegar generosidad como señal de que uno es competente


Una de mis clases de Derecho de Sociedades se titula ¿por qué las sociedades reparten dividendos? Y entre las respuestas a esa pregunta se encuentra la idea de que repartir dividendos periódicamente es una señal creíble – y efectiva – de que la compañía está generando beneficios, esto es, que los administradores están haciendo bien su trabajo (lograr que la empresa maximice sus ingresos) y no están engañando al mercado, manipulando las cuentas, fingiendo ingresos y embalsando gastos. Al final, si la empresa no genera liquidez, no será posible repartir dividendos. O sea que los administradores son ‘generosos’ para señalizar su competencia.

Algo parecido ocurre con la generosidad como señal externa de competencia que explicaría por qué las personas generosas dentro de un grupo se consideran, por los demás miembros del grupo, como gente competente y, por tanto, prestigiosa:

Dado que los individuos prestigiosos tienden a ser tanto competentes como generosos, al menos con los miembros de su grupo, la generosidad puede utilizarse como un indicador de competencia. Según Henrich J, Gil-White FJ (2001) The evolution of prestige: freely conferred deference as a mechanism for enhancing the benefits of cultural transmission. Evol Human Behav 22(3):165–196. (H&GW) este vínculo se debe probablemente al hecho de que proporcionar bienes públicos es una excelente manera de señalar la competencia y, por lo tanto, de recibir más deferencia, lo que podría traducirse en ganancias de aptitud. Sin embargo, la riqueza suele ser heredada y, por tanto, la relación entre ser generoso (por ejemplo, proporcionar bienes privados y públicos a otras personas) y ser competente no siempre se mantiene. Además, la generosidad podría ser valorada por los demás miembros del grupo de forma independiente a la competencia del benefactor en función simplemente de los beneficios directos (por ejemplo, bienes privados y públicos) proporcionados al grupo.

es decir, podemos atribuir prestigio a un filántropo por el simple hecho de que, pudiendo haberse quedado con su dinero, decidió hacer obras de beneficencia con él, aunque no lo consideremos como alguien competente dado que su fortuna la heredó de su padre o de su abuelo. En todo caso, si alguien regala lo que ha heredado o los demás perciben que no podrá seguir haciéndolo en el futuro la generosidad no generará prestigio social como signo de competencia.

Donde la ‘calidad’ de la generosidad como señal de competencia es más grande es, pues, cuando el que se comporta con generosidad reparte los bienes que ha producido él mismo (el experto fabricante de puntas de flecha que enseña su saber) o cuando contribuye, sin retener los beneficios, de forma sobresaliente a la producción de bienes públicos.

En otros términos, la ventaja de la generosidad como prueba de la competencia de un individuo en un entorno de subsistencia es que es una prueba de competencia-capacidad muy difícil de falsificar porque, rápidamente, el ‘generoso’ que no es capaz de producirlos se queda sin bienes que repartir. Es decir, si alguien “miente” siendo generoso cuando no es capaz de producir los bienes que regala a sus semejantes, su prestigio se derrumbará rápidamente, antes incluso de que tenga que dejar de ser generoso.

Los individuos generosos tienden a tener una gran confianza en sí mismos que, también, puede actuar como un indicio de competencia (si uno no confía en sus propias habilidades, apaga y vámonos, diríamos o, como dice Von Hippel: “si realmente te crees que eres más o mejor de lo que realmente eres, serás también más convincente para los demás que si sólo estás fanfarroneando”) lo que correlaciona con el rango social de esos individuos (los individuos con más confianza en sí mismos suelen tener más prestigio social). No obstante

Aunque es probable que la confianza esté asociada a la competencia en muchas circunstancias (por ejemplo, las personas que no saben sobre un tema no suelen comunicar sus conocimientos sobre el mismo de forma eficaz), imitar o conferir un alto rango social a los modelos demasiado seguros de sí mismos (es decir, a los modelos que sobrestiman sus conocimientos) podría no ser la mejor estrategia, ya que otros individuos que podrían ser utilizados como modelos les superarán en la realidad.

Y si el que es generoso consigue prestigio social (los demás los consideran como individuos que merecen ser utilizados como modelos en el aprendizaje social), ser generoso ‘sale a cuenta’

H&GW sostienen que los individuos prestigiosos son respetados, reciben ayuda no solicitada y se liberan de algunas obligaciones sociales porque los miembros del grupo que intentan aprender utilizan estas muestras de deferencia para intentar obtener (no necesariamente de forma consciente) un acceso preferente a los individuos de prestigio y conseguir así realizar oportunidades valiosas de aprendizaje a través de los demás (social). Este acceso preferente a los modelos es importante, ya que son muchas y distintas las habilidades que contribuyen al éxito de un modelo dentro de un ámbito de producción.

Y una vez que el individuo ha conseguido ser prestigioso – gracias a su generosidad – su prestigio se extenderá a cualquier otro aspecto de su actividad, de manera que será imitado en cualesquiera otros aspectos de su conducta

… como es difícil o costoso identificar los factores que hacen que alguien tenga éxito dentro de un ámbito de actividad valioso, la selección natural debería haber favorecido un sesgo hacia la imitación genérica de los individuos prestigiosos, con la esperanza de que al menos una de las muchas características que se copian esté relacionada causalmente con el éxito

No puedo evitar acordarme de la historieta sobre el alumno que tomaba como desayuno en el recreo churros imitando al profesor Torrent – el catedrático de Latín del INB Ramiro de Maeztu – según este razonamiento (de acuerdo con el propio Torrent, claro): “Torrent come churros en el recreo. Torrent sabe mucho latín. Ergo, comer churros proporciona conocimientos de latín.

Por ejemplo, hay muchos factores que pueden llevar a ser un cazador de éxito (habilidad de rastreo, capacidad y uso de materiales para fabricar arcos, dormir bien, etc.) y, en consecuencia, un sesgo general que lleve a imitar todos estos rasgos asociados a los prestigiosos podría ser adaptativo, a costa de copiar ocasionalmente rasgos neutros o desadaptativos (por ejemplo, llevar un amuleto mágico o estar tatuado). Este sesgo general de aprendizaje social hacia los individuos prestigiosos podría ayudar a explicar por qué las opiniones de los individuos prestigiosos dentro de un ámbito determinado (por ejemplo, actuar o cantar en la sociedad occidental o cazar en una sociedad de forrajeo) son influyentes en otros ámbitos,

o sea, por qué las celebrities tienen influencia cuando opinan sobre algo respecto de lo que no saben nada.

Otra posibilidad que no han tenido en cuenta H&GW es que existan rasgos generales de dominio que probablemente conduzcan al éxito en múltiples dominios, como tener un locus de control interno, motivación intrínseca, inteligencia o ser perseverante y autodisciplinado. Estos rasgos generales de dominio podrían explicar en parte el éxito de algunas celebridades como Will Smith (como actor y como cantante de rap) o Arnold Schwarzenegger (culturismo, actor y político de éxito) en múltiples dominios (aunque el hecho de ser famosos también puede haberles ayudado a alcanzar el éxito en otros dominios).

Ángel V. Jiménez & Alex Mesoudi, Prestige-biased social learning: current evidence and outstanding questions, 2019

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