De acuerdo con los avances de la Antropología, los europeo-occidentales presentan características personales distintas de las de otros pueblos del mundo. Son “raros”, WEIRD, en el sentido de que ocupan el extremo entre todas las sociedades del mundo, en el rango de la distribución de rasgos como el individualismo e independencia o en la “prosocialidad”.
El individualismo es, sin duda, un rasgo fundamental para explicar el desarrollo económico de una sociedad. Pero también lo es el nivel de confianza entre los miembros de una sociedad porque determina el volumen de los intercambios y la extensión del crédito. Los occidentales confían más en los extraños (confianza general vs., confianza particular en los miembros de la propia familia) y tienden menos a obedecer (“less conformity and in-group loyalty”).
En un reciente trabajo que ha tenido una enorme repercusión, se explican estas peculiaridades de las sociedades occidentales por el Cristianismo y, en particular, a partir del control que, desde la caída del Imperio Romano de occidente tuvo la Iglesia Católica sobre el matrimonio y la familia.
Hay dos
tipos de familia – la nuclear y la extensa – y una – la extensa – ha prevalecido históricamente aunque haya desaparecido en el Occidente actual. En la familia extensa, las sucesivas generaciones viven juntas y la familia incluye a parientes hasta el séptimo o el octavo grado. La
gens romana.
Sin embargo, en la Edad Medida, la Iglesia Católica – por intereses evidentes como heredera de las mujeres sin hijos – forzó los matrimonios exogámicos: prohibió lo que era la regla en el mundo antiguo, esto es, el matrimonio entre primos
“Con la aparición de la agricultura, la evolución cultural favoreció crecientemente las normas que intensificaban las relaciones tribales, normas relativas al matrimonio entre primos y los clanes además de la cohabitación lo que fortalecía las conexiones sociales, la interdependencia y la cooperación intragrupo”
como mecanismos de aseguramiento recíproco y protección reforzada frente a los ataques de otros grupos.
Esta organización de la Sociedad en clanes o tribus era, probablemente, “eficiente” porque favorecía la acumulación de medios de producción, aseguraba a los miembros del clan ("Por ejemplo, entre los cazadores-recolectores nómadas, la evolución cultural ha respondido al riesgo ecológico favoreciendo los lazos de parentesco "extensos", que crean redes relacionales a las que se puede recurrir cuando ocurren desastres locales", es decir, “siniestros” que sólo afectan a uno de los grupos que forman parte de esa red pero no a la red en su conjunto) y facilitaba la cooperación porque todos los que intercambiaban o colaboraban eran miembros del mismo grupo. De hecho, los autores dicen que
"Las instituciones basadas en el parentesco representan la más fundamental de las instituciones humanas y han sido durante mucho tiempo el marco principal para organizar la vida social en la mayoría de las sociedades".
Estas normas sociales, mantenidas durante mucho tiempo acabaron afectando a la psicología de estos individuos haciéndolos más “colectivistas”, más obedientes y conformistas, más nepotistas etc, pero, a la vez, menos individualistas, menos dispuestos a pensar por uno mismo y, en consecuencia, menos innovadores
"Debido a que la sociabilidad derivada del parentesco se basa en relaciones personalizadas – todo es personal -, una psicología modelada por este marco institucional reduce la inclinación de los individuos hacia la imparcialidad, hacia principios morales universales (no particularizados) hacia confiar en cualquiera, hacia la justicia objetiva y hacia la cooperación impersonal; estas instituciones, en cambio, fomentan una moralidad sensible al contexto y enraizada en la lealtad hacia el grupo".
¿Cómo interactuó un sistema social basado en el clan y la tribu con las religiones monoteístas, moralistas y que premiaban con la vida eterna? De maneras diversas. La más extrema fue la de la Iglesia Católica de occidente (por oposición a la que luego sería la Iglesia Ortodoxa) que puso en marcha un programa que acabó con los clanes. ¿Cómo? Prohibiendo el matrimonio entre parientes consanguíneos o afines (“políticos”), declarando ilegítimos a los hijos nacidos fuera del matrimonio; prohibiendo el divorcio (o sea, la posibilidad de volver a casarse cuando la primera mujer, por ejemplo, era estéril) etc. Este “programa” provocó que hacia el año 1500 - la Edad Moderna – Europa Occidental era la única región del mundo donde los clanes habían desaparecido y prevalecía la familia nuclear (“weak (nonintensive) kinship marked by monogamous nuclear households, bilateral descent, late marriage, and neolocal residence”). Una sociedad es más tribal o basada en clanes cuanto mayor es la presencia de matrimonios entre primos, de poligamia, de residencia común de varias generaciones de una misma familia, por tanto, familia extensa, de instituciones sociales a nivel de clan y de endogamia comunitaria, esto es, matrimonios entre gente que vive en la misma zona geográfica.
Y la relación entre la “política familiar” de la Iglesia y esta transformación social puede documentarse porque hay una correlación estrecha positiva entre el tiempo (medido en años y siglos) que una zona geográfica determinada fue “católica” y los rasgos que configuran la antropología “WEIRD”
"Los europeos de las regiones que estuvieron bajo el dominio de la Iglesia Occidental durante más tiempo revelan un mayor individualismo -independencia, menos conformismo-obediencia y más confianza y justicia impersonal”
y una correlación negativa con la conservación de estructuras sociales basadas en la familia extensa, el clan y la tribu también dentro de Europa (por ejemplo, en la península ibérica hay zonas que fueron cristianas más siglos que otras por la invasión musulmana
"La exposición a la iglesia explica el 77% de la varianza en el volumen de matrimonios entre primos en Turquía, España, Francia e Italia. Si se elimina Turquía, la exposición a la Iglesia sigue captando el 41% de la varianza”
Especialmente importante – y aquí está la conexión con la corporación – es la “confianza hacia los extraños”. Si la gente confía sólo en otros miembros de su familia o clan, difícilmente entrará en relaciones de intercambio o de cooperación con extraños a tal clan. Y al contrario si los niveles de confianza social con extraños son elevados. El resultado es que, en el segundo caso, se aprovecharán en mucha mayor medida los beneficios de los intercambios y de la producción en común. Se recogerán de la acera todas esas oportunidades de cooperación que en un sistema económico basado en el clan no se aprovecharán porque requieren de la colaboración entre personas que son extrañas entre sí.
Los autores muestran que el mayor individualismo, confianza en los extraños y la menor disposición a obedecer las reglas está asociado a la influencia de las normas católicas sobre la familia y el matrimonio y que en los países de inmigración (como EE.UU), esas características de conducta se reproducen si los inmigrantes proceden de países católicos en la Edad Media.
Lo más importante del trabajo que se acaba de resumir es, a mi juicio, que los autores integran la aproximación antropológica, la psicológica y la histórica para construir un marco unificado basado en la evolución. De esta forma, es posible explicar mejor las “variaciones conductuales” que se observan en los grupos humanos contemporáneos.
“Esto es importante porque la mayor parte de los esfuerzos para entender la conducta huma presumen que existe poca variación psicológica entre las distintas poblaciones humanas o que las diferencias que se observan se explican simplemente como respuestas superficiales a incentivos materiales concretos, al entorno institucional o a condiciones ecológicas. Nuestro trabajo, por el contrario, sugiere que los rasgos psicológicos contemporáneos, tales como el individualismo , la confianza, la conformidad o la capacidad para el pensamiento analítico han venido influidos por estructuras familiares longevas, en particular, por prohibiciones religiosas y procesos evolutivos culturales profundos”.
Y recuerdan que este tipo de aproximaciones puede explicar por qué unas sociedades son más innovadoras que otras o por qué las instituciones formales – jurídicas – funcionan mejor o, en general, la prosperidad económica. Es importante señalar, sin embargo, que el entorno institucional o físico explican las conductas – diferentes – de las distintas sociedades. Pero para explicar las diferencias psicológicas hay que cavar más hondo, como hacen los autores de este trabajo (no me resisto a hacer notar que la única región europeo occidental – junto con Finlandia – en la que prevalecen los rasgos sociales propios de sociedades basadas en el parentesco es el “País Vasco profundo”).
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