“… maintaining cooperation in society necessitates the coevolution of an entire bundle of tools including institutions, language, religion, values, and emotions”
Benjamin Enke
La cooperación en el seno de los grupos y la cooperación en el seno de las Sociedades
En otras entradas hemos reseñado porciones del libro In the Company of Strangers de Paul Seabright. En esta resumimos el contenido de un reciente trabajo de investigación de Benjamin Enke (el de la foto, los gráficos que se reproducen aquí son también del trabajo) que examina empíricamente las estructuras sociales que facilitan y refuerzan la cooperación entre todos los miembros de una Sociedad y las que facilitan, por el contrario, la cooperación entre los miembros de un subgrupo dentro de la Sociedad a costa de reducir la cooperación a gran escala, esto es, en grupos formados por millones de individuos. La única objeción que nos atrevemos a plantear es el escaso uso de los big data por parte de los investigadores. Hace falta imaginación para aprovechar la huella digital que dejamos cuando accedemos a las redes en todos los ámbitos de las Ciencias Sociales.
¿Dónde encontraremos mayores niveles de cooperación? ¿En una Sociedad formada por decenas de tribus, nacionalidades, clanes… en definitiva, de “nosotros” o en una Sociedad formada por millones de “yos” que no tienen lazos especialmente intensos con ningún subgrupo dentro de la “casa grande” que es la Sociedad formada por millones o decenas de millones de individuos? La respuesta es que
una Sociedad formada por “yos” será más rica, pacífica y sus miembros gozarán de mayor bienestar que una formada por varios grupos de “nosotros”.
Es verdad que la cooperación entre los miembros de un grupo de “nosotros” será más intensa que la existente en una Sociedad poblada de “yos”. Pero esa ventaja se verá compensada rápidamente por los costes – las pérdidas – derivados de la limitación del tamaño de los grupos de “nosotros” en comparación con todos los posibles intercambios y equipos de producción en común que podrían llevarse a cabo entre todos los “yos” de la Sociedad que, por definición, tiene una escala mayor que cada uno de los grupos de “nosotros” y, sobre todo, porque en la medida en que las relaciones entre los distintos grupos de “nosotros” no sean amistosas, la consideración de los extraños al grupo de “nosotros” como rivales o directamente enemigos puede hacer imposible la subsistencia a largo plazo de toda la Sociedad – de la especie humana en último extremo –. Se sucederán las guerras de conquista y la cooperación se dirigirá a aumentar la capacidad de apoderarse de los bienes de los otros grupos de “nosotros”. Y esta evolución – que a los que no pertenecen a nuestra tribu acabemos considerándolos enemigos – es casi inevitable si se tiene en cuenta que la competencia inter-grupos favorece la cohesión interna de los grupos, esto es, aumenta la capacidad de cooperación en el seno del grupo. Eventualmente, la actitud de los miembros de cada subgrupo frente a los que no forman parte de ese subgrupo será la de considerarlos como extraños en el mejor de los casos y como enemigos en el peor y, por tanto, será más fácil que engañen a los que no son miembros de su tribu, por ejemplo y que ofrezcan mejores condiciones de cooperación a los que sí son miembros de la tribu; se fiarán más – que la media – de otros miembros de la tribu y menos que la media de los que no sean miembros del subgrupo).
Si, por el contrario, la unidad básica en una Sociedad es el individuo
y éste no forma parte de ningún subgrupo en el sentido indicado, “presumiblemente, entablará interacciones mutuamente beneficiosas con cualquier otro miembro de la Sociedad” (general) porque no tendrá en cuenta la pertenencia a un subgrupo determinado para decidir si lo considera un amigo con el que cooperar o un enemigo”.
Y si, en fin, y en el largo plazo, las relaciones entre los distintos grupos de “nosotros” son amistosas, el resultado final será la dilución del “nosotros” en la Sociedad que habrá pasado a convertirse en una Sociedad de “yos”.
La razón última que explica la superioridad de la Sociedad de “yos” sobre la Sociedad del “nosotros” es que la inexistencia de preferencias de cada individuo por cooperar, intercambiar o producir en común con subconjuntos determinados de todas las posibles contrapartes permite maximizar los intercambios y el número y la eficiencia de los grupos que producirán en común. Las explicaciones económicas de la irracionalidad de la discriminación son aplicables al caso. El racista paga un precio por su racismo: pierde las ganancias de intercambiar y producir en común con todos aquellos miembros de la Sociedad que pertenecen a la raza que desprecian y, si en la Sociedad en la que vive existen mercados amplios, acabará arruinado por la competencia de los que no tienen la preferencia racista.
Para simplificar, nos referiremos a las conductas debidas por el que participa en intercambios o en equipos que producen en común como cumplimiento de las promesas. Al fin y al cabo, para que un intercambio voluntario sea exitoso y se obtenga los beneficios correspondientes o para que un grupo pueda obtener los beneficios de producir en común es imprescindible que las partes o los miembros del grupo cumplan sus promesas explícitas o implícitas (entregar la cosa prometida en una compraventa o aparecer puntualmente en el lugar donde se va a pescar, cazar o construir un granero). En términos quizá más generales podría hablarse de mecanismos de coordinación entre individuos de los que el cumplimiento de las promesas es el más señalado. Ser puntual es cumplir una promesa implícita pero es también un mecanismo de coordinación de la conducta de varias personas. Si cada una aparece a una hora distinta ni se podrán ejecutar los intercambios ni se podrá abordar la producción en común.
La intensidad de los lazos tribales y la cooperación social
Un dilema social se define como un conflicto entre intereses colectivos – los del grupo – e intereses individuales. Es el “problema fundamental de la existencia humana” (Greene) y toda la organización social tiene por objetivo resolverlo. En las Sociedades históricas – y prehistóricas - hay subgrupos formados por “parientes y amigos”, esto es, personas relacionadas entre sí por lazos de parentesco, raza o lengua que los distinguen y separan de otras personas y de otros subgrupos que forman la Sociedad. Según la intensidad y la confianza entre los miembros de cada subgrupo, bien podría decirse que son estos subgrupos y no los individuos las “unidades sociales básicas” que, en conjunto, forman la Sociedad.
Estas estructuras de familias extensas,linajes, clanes, tribus etc se clasifican en función de tres dimensiones:
estructura familiar y patrones de matrimonio,
Las relaciones y la confianza entre los miembros del subgrupo son más intensas cuanto mayor sea la presencia de familias extensas por oposición a familias nucleares; más intensas si la mujer, al casarse, se traslada a vivir con la familia del marido, más intensas si se permite el matrimonio entre parientes – primos – y la poligamia y más intensas si hay presencia de linajes y clanes localizados geográficamente. Esta afirmación es intuitiva. Si se permite la poligamia, se formarán más fácilmente familias extensas, es decir, las relaciones de parentesco unirán a grupos de mayor tamaño que si cada varón sólo puede tener una mujer. Si se permite el matrimonio entre primos se facilita la conservación de los patrimonios en la familia.
linajes
Se refiere a si la pertenencia a un grupo depende de que se tenga un ascendiente común y que el linaje sea unilineal (todos los descendientes del mismo varón) o bilineal. Los primeros
“inducen la formación de subgrupos particularmente fuertes y cohesivos porque hacen que la gente se sienta próxima a una parte determinada de la familia” (la familia de mi padre).
Varias generaciones después, el grupo es demasiado grande para mantener altos niveles de cohesión pero los grupos resultado de su división siguen considerándose relacionados entre sí. Al conjunto de esos grupos se les denomina “clanes” y los distintos grupos que forman un clan pueden ocupar un área continua o discontinua.
Cualquiera que haya leído el párrafo anterior habrá pensado inmediatamente que estamos describiendo, por un lado las sociedades occidentales (Europa Occidental y países colonizados por europeos) y, por otro, las sociedades de Medio Oriente. La familia nuclear, la independencia de la mujer, la prohibición de la endogamia y de la poligamia son características culturales de Europa occidental desde hace, por lo menos, mil años. Los antropólogos no dan importancia, sin embargo, al Derecho.
El Derecho Romano generó el primer sistema de reglas sociales de carácter impersonal y las formas organizativas que permitieron la producción en grupo de carácter complejo entre personas extrañas entre sí – no familiares - el Cristianismo y siglos de disgregación política y guerras entre las distintas polis hicieron el resto, esto es, convirtieron a Occidente en una Sociedad de “yos” en la que se han alcanzado los niveles de cooperación más elevados de la historia de la humanidad (tras unos cuantos siglos de guerras).
El Derecho, como sistema normativo (de promulgación y de aplicación – garantía del cumplimiento –) se desarrolla y se convierte en el medio de control social dominante en las Sociedades grandes con bajo nivel de estructuras de parentesco intensas. P. ej., las sanciones jurídicas son “impersonales” y mediatas o indirectas (no castiga directamente la víctima de la injuria al dañante sino que se sanciona a través de instituciones sociales centralizados y especializados en aplicar imparcial y generalizadamente las sanciones).
El paso de las Sociedades de cazadores-recolectores a las agrícolas parece haber tenido mucho que ver
Se cree que las estructuras de parentesco intensas han evolucionado para permitir la cooperación eficaz entre los miembros de un grupo adecuadamente definido en un entorno en el que se practica la agricultura de subsistencia (en contraposición a cazador-recolector)… sin embargo, se cree que las estructuras de parentesco intensas acabaron convirtiéndose en una desventaja difícil de eliminar una vez que la aparición de nuevas tecnologías requirió de mayor especialización, movilidad geográfica y comercio con extraños. De acuerdo con esta narrativa de los antropólogos, las etnias históricas que subsistían como agricultores presentaban estructuras de parentesco más intensas que los grupos de cazadores-recolectores. Además, las técnicas históricas de producción agrícola más avanzadas están asociadas con una reducción en la intensidad del parentesco en comparación con las sociedades en las que se practicaba una agricultura extensiva básica.
En lo que sigue no nos ocuparemos más de la relación entre estructuras tribales o de clanes intensas y agricultura (a lo que el autor dedica una significativa porción del trabajo) no porque no sea relevante o importante sino porque tiene menos que ver con el Derecho.
Los estudios disponibles indican que el grado de cooperación es mayor en Sociedades en las que la cooperación “general” o impersonal es más destacada que la cooperación “particular”. Los mecanismos que aseguran la cooperación entre los miembros de un “nosotros” o los distintos “yos” son instituciones como las religiones moralizantes, valores morales universales, instituciones formales – reglas constitucionales en sentido jurídico - y emociones básicas como la internalización de la culpa por oposición a la vergüenza externa que puede medirse, por ejemplo, por el número de sinónimos para “culpa” y para “vergüenza” y por la frecuencia de uso de uno y otro término). Lo que los estudiosos han observado es que se produce una cierta coevolución
“entre la organización de una Sociedad, los mecanismos de cooperación y los que garantizan el sostenimiento de la cooperación”.
Así, favorecen la cooperación general y se encuentran más extendidos en Sociedades con bajos niveles de tribalismo, clanes o subgrupos (en adelante “intensas estructuras de parentesco”) los siguientes mecanismos de garantía del cumplimiento de las normas:
la existencia de religiones moralistas como policía “interno”
esto es, dioses que premian a los buenos, - a los que despliegan conductas prosociales -, y castigan a los malos - gorrones y cizañeros –. La razón se encuentra en que “en Sociedades de gran tamaño, en que predomina el anonimato, el castigo directo del que infringe las reglas es muy costoso” pero la creencia generalizada en un Dios que distribuye premios y castigos “ayuda porque funciona como una suerte de policía interno” que lleváramos cada uno de los individuos dentro de nosotros y que nos conduce a “hacer lo que tenemos que hacer” aún sin que exista un policía externo. Los miembros de una tribu o un clan no necesitan tanto de un Dios moralista para asegurar que todos los miembros de la tribu cooperan porque “los miembros interactúan normalmente con otros miembros del clan, de forma que la vigilancia directa es hacedera” de manera que el balance coste-beneficio de tener una religión moralista cambia: no se obtienen tantas ventajas (en cooperación) y se soportan los costes (“tales como participar en misas y realizar ofrendas al Dios”).
Emociones básicas como la idea de culpa frente a la de “vergüenza”
cumplen un papel similar al de las religiones moralizantes. Proporcionar a los miembros de la Sociedad un policía interno. Pero no cualquier emoción básica vale. Desde un trabajo de Markus y Kitayama que cita el autor, sabemos que
“en contextos caracterizados por la existencia de subgrupos dotados de gran cohesión interna, la emoción importante es la que se produce entre individuos, no las que siente en su interior un individuo”.
El sentimiento de vergüenza es la relevante en el primer caso y el de culpa el relevante en el segundo caso. Lo que ha llevado a los antropólogos a distinguir entre culturas de la vergüenza y culturas de la culpa “para llamar la atención sobre la idea de que las Sociedades inculcan diferentes respuestas emocionales frente a la mala conducta en los niños…” En Sociedades en las que predominan los intercambios impersonales y anónimos, la vergüenza (qué pensarán los demás de mí) no puede jugar un papel importante de forma que no será eficaz para reprimir los comportamientos indebidos. Sólo si los miembros de una Sociedad en la que predominan los intercambios impersonales han internalizado los valores y sufren de la emoción negativa de la culpa cuando hacen algo que no deberían haber hecho, el grado de cumplimiento de las promesas y, en consecuencia, el grado de cooperación puede ser sosteniblemente elevado. La duda, en este caso, es que se pueda determinar la extensión de los sentimientos de culpa por la infracción de reglas morales frente a los de vergüenza a través de las búsquedas en Google. Estamos seguros de que hay mejores informaciones en internet a ese respecto.
Valores universales
– como la vigencia de la golden rule – facilitan la cooperación al reducir la probabilidad de que los individuos no sean fieles a sus promesas o gorroneen cuando emprenden proyectos en común con otros individuos. Aquellas Sociedades donde estos valores morales estén extendidos entre la población y sean compartidos inducirán un mayor nivel de cooperación. Por el contrario, si los valores dominantes están referidos a individuos concretos, en particular a los miembros del clan o de la tribu como ocurre con la lealtad (“a los míos con razón y sin ella”, “no se traiciona a los de tu sangre”), la cooperación con los que no sean miembros del clan se hace más costosa porque no se dispone de un mecanismo que garantice el cumplimiento de las promesas tan potente ya que no se debe lealtad al que es un extraño o, en el peor de los casos, un enemigo. Valores morales que no sean generalizables – la golden rule está basada en la idea de igual dignidad de todos los individuos de la especie humana – no pueden sostener la cooperación entre extraños en Sociedades de gran tamaño.
Instituciones locales vs. instituciones universales
de garantía del cumplimiento de las promesas. En los clanes o tribus, la cooperación entre sus miembros se sostiene gracias a mecanismos locales. Recuérdese: los usos y costumbres son siempre locales (otra cosa es que en distintas localidades disfruten de idéntico uso). En grandes Sociedades el Derecho es imprescindible. En los términos de Enke “instituciones formales por encima del nivel del subgrupo”. Pero en el seno de un clan o una tribu nadie necesita de instituciones que faciliten la coordinación de cualesquiera individuos. Sólo son útiles las que facilitan la coordinación entre los miembros del clan porque éstos sólo se relacionan, normalmente, con otros miembros del clan.
La historia que nos cuentan los datos
El trabajo elabora, a continuación, sus conclusiones sobre la base de acumular y procesar datos sobre las poblaciones humanas que reflejan cuán intensos son los lazos entre los “nosotros” o entre los “yos” de acuerdo con los criterios que se han expuesto hasta aquí. En concreto, “la relación entre la intensidad de los linajes o clanes y el nivel en la actualidad de conductas cooperativas o de engaño o nepotismo”.
Y las diferencias entre países en lo referente a como “los miembros de una sociedad en la que predomina el clan tratan a los miembros del propio clan en contraposición a los extraños”.
Obsérvese que España sería una Sociedad, de acuerdo con todas las variables utilizadas, en la que los lazos tribales o de clanes son poco intensos (apenas superiores a los de Alemania o Suecia) pero en la que la confianza hacia los miembros del propio subgrupo – confianza particular en relación con la confianza hacia cualquier miembro de la Sociedad (¿se puede confiar en los extraños? es la pregunta clásica que se utiliza para elaborar este índice) es relativamente alta y que se corresponde con el nivel de engaño presente en las relaciones sociales. Es decir, de estos gráficos se deduce que España no está entre las sociedades en las que cabe esperar mayores niveles de cooperación impersonal (que serían Suecia y otros países del norte y centro de Europa) pero estamos, en ambos gráficos por encima de la línea que marca la relación lo que indicaría que para el escaso grado de tribalismo de la sociedad española estamos dejando “billetes de cien euros” en las aceras en cuanto no estamos aprovechando todas las posibilidades de “mejorar nuestra condición” que diría Adam Smith intensificando la cooperación y la producción en grupo en el seno de la sociedad española.
En relación con el predominio de los valores morales universales, nuevamente, España sale bien parada (un poco por debajo de GBR en el eje vertical)
Este gráfico utiliza las búsquedas en Google de las palabras “vergüenza” y “culpa” en lenguas oficiales en, al menos, dos países y “para cada pareja de países/lenguas se computa la diferencia entre el índice de frecuencia de búsquedas de “vergüenza” y “culpa”” o sea, que si lo hemos entendido bien, en España, dado que la diferencia es positiva, el sentimiento de vergüenza es más frecuente que el de culpa lo que nos aleja de la línea que refleja la perfecta correspondencia entre intensidad de las estructuras tribales y la prevalencia de sentimientos morales internalizados según se explicó más arriba.
Y, en fin, hay correlación – negativa – entre la intensidad de las relaciones tribales y el nivel de desarrollo económico medido en forma de ingresos por cabeza. Las Sociedades de “yos” son más ricas que las Sociedades de “nosotros”. España está oculta en ese mogollón de puntos que hay en la parte superior izquierda.
Enke, Benjamin, Kinship Systems, Cooperation and the Evolution of Culture (June 2017)
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