sábado, 3 de junio de 2017

Pastizales al servicio de la caza

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¿Cómo devinieron agricultores-ganaderos los cazadores-recolectores?

En este trabajo se repasan las teorías acerca de ese cambio en la alimentación humana y, a partir de la idea de que agricultura y caza-recolección no fueron dos modelos “económicos” que se sucedieron en la prehistoria, sino que convivieron durante milenios, se sugiere que los cultivos atraían la caza silvestre de manera que, concentrándose los animales en los campos cultivados y jardines – horticultura – resultaba más fácil matarlos. Es el modelo de “caza de jardín”. A costa de sufrir plagas, el resultado es positivo por el incremento de las proteínas que se obtienen de la caza. Es más, el número de animales que pueden ser cazados puede aumentar gracias a que, a través de los cultivos, se aumenta el alimento disponible para éstos. De ahí a la ganadería quizá no haya mucha distancia cuando, en lugar de matar a los animales salvajes que se acercan a comer en los campos de cultivos se procede a acorralarlos y a criarlos para aumentar su tamaño y, sobre todo, “almacenar” las proteínas fuera del estómago de los humanos.

Pues bien, el autor sugiere que la relación entre agricultura y caza puede ser inversa, es decir, el cultivo de plantas era una actividad al servicio de la caza


Más precisamente, el cultivo puede ser visto inicialmente como un medio introducido por los cazadores recolectores para atraer la caza silvestre a un lugar determinado y por lo tanto para mejorar los resultados de la actividad cinegética. En tal escenario, inicialmente, la agricultura no servía a la producción de alimentos para la población humana, sino que era un insumo de la actividad de cazar. Sólo cuando la caza escasea, por la razón que sea, los cazadores-recolectores se alimentan de esos cultivos  para complementar su dieta”

Esta sugerencia se basa en los siguientes argumentos

1. El papel central de la caza en la alimentación de los humanos hasta el Neolítico. En las poblaciones de cazadores-recolectores que persisten en la actualidad, la carne de animal compone la mayor parte de la ingesta de proteínas. Desde que dejamos de ser carroñeros, los humanos hemos obtenido las proteínas de animales.

2. El papel central de la caza en las sociedades de cazadores-recolectores en términos de prestigio social y posibilidades de apareamiento para los varones:

A pesar de que las sociedades de cazadores-recolectores son consideradas como igualitarias, había cierta división del trabajo y especialización basada en el género: los hombres cazaban y las mujeres recolectaban. La caza era por lo tanto una actividad masculina e incluso en una sociedad igualitaria un buen cazador tenía ventajas en sus posibilidades de apareamiento. La mayoría de los cazadores-recolectores prefieren cazar grandes animales, aunque la caza mayor implicaba que las piezas obtenidas se consideraran propiedad común del grupo con independencia de quién hubiera matado el animal. La aprobación social, el prestigio y la competencia por las mujeres parecen incentivos adecuados para que los hombres cacen en beneficio de todo el grupo. Por ejemplo, Hawkes (1991) utiliza al pueblo Ache de Paraguay como evidencia de la "hipótesis de la demostración", es decir, el concepto de que los hombres más exitosos (en la caza) tienen mejores opciones de aparearse: los alimentos obtenidos por los hombres se distribuyen más ampliamente en toda la comunidad

3. La abundancia de escenas de caza en las pinturas rupestres (no hay escenas de pesca o de recolección)

4. Atraer a los animales hacia un lugar donde “acorralarlos” y donde puedan ser matados más fácilmente parece una estrategia obviamente más eficiente que la de perseguirlos en el campo libre. Y “engañarlos” atrayéndolos hacia un lugar donde hay abundancia de alimentos para animales herbívoros parece una estrategia de caza aún más evidente, sobre todo cuando los herbívoros no han podido desarrollar defensas evolutivas frente a esa estrategia. 

5. La agricultura era más eficiente que la recolección por lo que unos cazadores-recolectores “eficientes” habrían sustituido ésta por aquella. Pero esta tesis no explica por qué surgió la agricultura en primer lugar, mientras que si la caza era la principal fuente de proteínas, la utilización de la agricultura al servicio de la caza parece una explicación preferible, sobre todo si se aceptan las tesis no darwinianas según las cuales los cazadores-recolectores eran capaces de gestionar el territorio, esto es, de adoptar prácticas conscientemente y con objetivos de mejorar la producción de alimentos (Niche Construction Theory): “si los cazadores-recolectores lograron mejorar la gestión de los recursos, lo habrían hecho para mejorar los rendimientos de la caza”.

6. La agricultura era menos eficiente que la recolección en los primeros tiempos de aquella, por tanto, no pudo sustituir a la recolección lo que apoya su carácter auxiliar, en los primeros tiempos, de la caza ya que no sería racional continuar con una actividad menos eficiente que la alternativa, sobre todo, teniendo en cuenta que la domesticación de plantas silvestres llevó miles de años, es decir, pasaron miles de años hasta que los que habían plantado pudieran recolectar, de forma que si seguían plantando es porque la “recolección” consistía en que los animales se comían lo plantado.

Lo que es importante notar aquí es que sin el fenotipo de espiguilla que no se rompe - es decir, dehiscente o sin retención de semillas - la cosecha de cereales es muy difícil ya que las semillas se caen fácilmente del tallo. En lugar de cosechar con una hoz, la "solución" es, por tanto, golpear a las cabezas de la semilla en cestas, pero tal solución requiere mucho más trabajo. Además, esta cosecha requiere vigilancia constante de la madurez de las plantas. De hecho, si se cosecha antes de que el cereal esté maduro, los granos cosechados no podrían ser almacenados porque se pudrirían por la humedad. Del mismo modo, si se cosecha demasiado tarde, la mayoría de las semillas habrían caído al suelo. Por lo tanto, cosechar cereales con semillas que se rompen tiene una productividad muy baja y es difícil imaginar que los primeros agricultores hubieran cultivado tales plantas durante 2 a 4 milenios para conformar, de modo principal, su propia dieta. La historia anterior puede ser diferente si asumimos que los cazadores recolectores cultivaban cereales silvestres - incluso con semillas en descomposición – pero que lo producido no se recolectaba ni se dedicaba a la alimentación humana sino que se cultivaba con el fin de atraer la caza silvestre”

El autor critica, a continuación, la teoría que relaciona la extensión de la agricultura con la aparición de la propiedad privada. Dado que agricultores y ganaderos recibían los rendimientos de su actividad un tiempo después de haber realizado la inversión (la cosecha y la matanza de los animales exigían haber plantado y cuidado durante meses o años), sólo si podían esperar retener la cosecha o la carne – o sea, si son propietarios individuales – tendrían incentivos para plantar y cuidar los animales en primer lugar. El autor señala que, dada la escasa rentabilidad de la agricultura en los primeros tiempos, esa evolución no es probable. Los primeros cultivos tenían lugar en llanuras aluviales (en las riberas de ríos o lagos) porque se minimizaba el esfuerzo de cultivo. Pero si no había mucho que hacer (arrojar las semillas o introducir las plantas en el suelo blando y húmedo de la llanura que había dejado el río al retirarse y esperar a que madurase antes de la nueva inundación por la crecida del río), el único problema era proteger los cultivos frente a los depredadores que eran, naturalmente, animales que se comieran lo cultivado, no frente a otros humanos (que no ganaban mucho apoderándose de esas cosechas) de otras bandas ni, por supuesto, de la propia banda (las tierras se consideraban comunales hasta mucho después de la revolución neolítica. Pues bien, nos dice el autor que una estrategia para proteger lo cultivado de los animales sí que requeriría inversiones desproporcionadamente altas en comparación con el valor de lo cultivado (poner vallas o llenar el campo de cultivo de trampas. Pero si el objetivo no era alimentar a la familia o a la banda, sino atraer a los animales salvajes y concentrarlos en un lugar donde puedan ser cazados (y, eventualmente, convertidos en ganado) fácilmente, entonces la estrategia del cultivo tiene sentido.

7. Las técnicas de caza: durante el Pleistoceno, el problema para los humanos no era localizar la caza – en las sabanas eran fácilmente visibles porque eran rebaños o manadas – sino “acercarse lo suficiente a los animales – a pocos metros – para poder lanzarles las flechas” y acercarse sin ser detectados por los animales, claro. Entre las estrategias de caza, la más utilizada era la de rodear las presas (hacerlas entrar en un valle o desfiladero estrecho o en una zona de la que no pudieran escapar) de modo que se les obligaba a tomar una dirección que es donde se encontraban los arqueros que podían entonces asaetearlos. Para conducir los animales en una dirección determinada hacía falta la participación de un grupo numeroso de humanos. En el Holoceno, sin embargo, el clima se hace más suave y los bosques cubren la tierra. Los animales se esconden en el bosque en grupos más pequeños. Los cazadores utilizan más las trampas para cazarlos. Pero cazar en un bosque a base de hondas o de flechas es difícil porque la espesura vegetal dificulta acertar. Lo mejor es obligar a los animales a salir del bosque hacia una zona despejada, acorralarlos y matarlos y, como alternativa al acorralamiento ¿qué mejor que el cebo? De manera que “el uso de alimentos para atraer a los animales fuera de del bosque, se convirtió en una estrategia de caza generalizada”.

Los estudios sobre el polen y los fitolitos proporcionan pruebas de clareamiento de bosques. Desde hace mucho tiempo, los humanos han utilizado el fuego para transformar su paisaje, al darse cuenta que el fuego eliminaba la vegetación más antigua y provocaba el crecimiento de pastos y arbustos de colonización rápida, muchos de ellos, a su vez, daban frutas, bayas… y la vegetación que atraía a los animales silvestres. De hecho, el fuego actúa como un poderoso imán, acercando al asentamiento de cazadores-recolectores, animales y plantas con la consiguiente concentración de alimentos y caza lo que, a su vez, conduce a que se reduzca, proporcionalmente, el radio del círculo en el que la banda de cazadores-recolectores procedía a cazar y recolectar”

De ahí a cultivar los alimentos preferidos por los grandes herbívoros y utilizar al perro – el primer animal domesticado porque debía de acercarse para comer los restos de los herbívoros cazados por los humanos o los animales, como roedores, atraídos por dichos restos – para conducirlos hacia esas zonas y acorralarlos hay un paso no demasiado grande. .

¿Por qué cultivaron los cazadores-recolectores cereales salvajes y legumbres en esos terrenos? Porque eran muy apreciados por los ungulados, muchas aves, conejos, liebres, patos… y porque eran fáciles de trasplantar. Si la tesis del autor es correcta, la agricultura consistió, en sus orígenes en trasplantar los cereales salvajes y las legumbres de las zonas donde crecían espontáneamente a las zonas elegidas por los cazadores-recolectores para atraer a las presas, acorralarlas y matarlas más fácilmente.

Por supuesto, algunas de las condiciones previas para que el trasplante sea posible son que las plantas en cuestión fueran resistentes, fáciles de arrancar del suelo para transportarlas desde su hábitat natural y replantarlas en la parcela. Cereales y legumbres eran candidatos perfectos

Lo que debió, a su vez, favorecer el sedentarismo porque, al atraer a las piezas de caza, la sobreexplotación de una zona no conducía, necesariamente, a la desaparición de los animales que podían ser cazados. En todo caso, los cazadores-recolectores podían recurrir a cazar pequeños animales que se reproducen rápidamente como los conejos. Pero la caza mayor seguía siendo muy relevante por el prestigio social asociado y encontrar a esos grandes animales exigía desplazamientos cada vez más largos de los humanos en su búsqueda. Una alternativa era la creación de campos de cultivo de las plantas de las que esos grandes animales se alimentaban como hemos visto.

Y de ahí al nacimiento de la ganadería hay también un paso. Si los animales se “instalan” en una zona, matarlos no se convierte en una tarea urgente. Mejor que se almacenen las proteínas en un animal vivo que en un animal muerto. Lo que hay que lograr es que entren en el corral – al que se atraen por la existencia de los cereales y las legumbres – y cerrar la puerta del corral una vez dentro. El cebo sustituye a la conducción pastoril. Esta “historia” es compatible con lo que sabemos acerca de cómo se produce la domesticación de los animales (en una primera etapa los animales acorralados siguen siendo salvajes, es decir, si se liberan del corral y vía selección de los ejemplares más pacientes y menos reactivos – los más “salvajes” eran muertos – que se utilizaban para la reproducción de modo que se acaba obteniendo una especie que se ha adaptado a vivir del y con el ser humano).


Serge Svizzero, Initial Cultivation from Hunters' Perspective. American Journal of Indigenous Studies, 2016, 1 (1)


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