Foto: Wikipedia
Este “altruismo” con las crías de otra especie resulta contraintuitivo puesto que no ayuda a maximizar la reproducción del pájaro que alimenta a la cría del cuco. La “racionalidad” de la conducta de los pájaros se explica si se distingue entre causas inmediatas y causas próximas.
Los pájaros han desarrollado un condicionamiento genético para una conducta que promueve la supervivencia de su especie: “alimenta a lo que haya en tu nido”. Esa conducta maximiza el número de crías que son alimentadas y, mientras sólo haya crías de tu especie – tus hijos – en tu nido, la conducta es perfectamente “racional” desde la perspectiva de los genes “egoístas” del pájaro. Otra especie – el cuco – desarrolla genéticamente la capacidad de colocar sus huevos en nidos de otras especies y esa capacidad favorece su reproducción porque a los genes de los pájaros “no les da tiempo” a desarrollar una respuesta genética que les lleve a modificar su conducta (“alimenta a lo que haya en tu nido siempre que se parezca a tí”). O sea, lo que hace el cuco es “manipular” en su beneficio un mecanismo que evolucionó genéticamente para maximizar las posibilidades reproductivas del pájaro.
Lo fascinante es que el éxito de los cucos les ha llevado a “refinar” su comportamiento y a emplear métodos mafiosos para asegurarse que los pájaros siguen alimentando a sus crías. Es decir, que los genes de los pájaros han evolucionado (o han aprendido) para percatarse de que están alimentando a los hijos de otro (los petirrojos, por ejemplo, que no sean capaces de percatarse, acabarán por desaparecer de la población porque no criarán ninguna cría propia y los petirrojos “más listos” se reproducirán más) y para arrojar del nido los huevos del cuco y los cucos han evolucionado para “castigar” a los que no “contribuyen” y “pagan” la mordida volviendo al nido donde dejaron sus huevos y destruyéndolo si el pájaro ha arrojado el huevo del cuco de éste.
¿Puede decirse que los petirrojos cooperan con los cucos? La respuesta es que no. No hay una ganancia común en esta “asociación” entre petirrojos y cucos. Como los petirrojos no ganan nada con la asociación, no cabe esperar que la conducta “alimenta a lo que haya en tu nido” prolifere y se generalice entre los petirrojos una vez que el entorno ha cambiado y el cuco se ha introducido en el hábitat de los petirrojos. Pero mientras la conducta adaptativa (“alimenta a lo que haya en tu nido siempre que se parezca a tí”) se desarrolla, los petirrojos pueden ver reducido su número o incluso desaparecer como especie cuando el último de los petirrojos críe a la última de las crías de cuco. Si no desaparecen es porque alguno de los petirrojos experimenta una mutación que le permite identificar los huevos del cuco y distinguirlos de los propios y expulsar a los primeros del nido. Estos petirrojos transferirán esa habilidad a sus crías y la especie se salvará. Entretanto, la especie de los petirrojos sufrirá una reducción en su número. Si los petirrojos no desarrollan la capacidad para comportarse de otra manera (“alimenta a lo que haya en tu nido siempre que se parezca a tí”), los petirrojos se extinguirán. Podemos decir que el factor medioambiental que ha cambiado (la entrada de los cucos en el hábitat de los petirrojos) es sistemático, no idiosincrático porque afecta a todos los petirrojos y a su capacidad reproductiva por igual, de modo que la conducta idéntica por parte de todos los petirrojos conduce a la extinción. La supervivencia de la especie depende de que se desarrollen conductas diferentes entre los petirrojos.
Imaginemos que, antes de la llegada de los cucos, hay petirrojos que desarrollan una conducta consistente en alimentar exclusivamente a las crías de menor tamaño (“alimenta a los más pequeños que haya en tu nido”). Esa conducta no maximiza la reproducción porque, imaginemos, ceteris paribus, los polluelos de petirrojo de mayor tamaño tienen más posibilidades de sobrevivir. Esa conducta perjudica, pues, a los petirrojos que la poseen en su arsenal genético pero se convierte en una ventaja una vez que introducimos a los cucos si las crías de cuco son, como se ve en la foto, mucho más grandes que los polluelos de petirrojo. Sorprendentemente, esta lógica podría explicar las crisis financieras. Y, como esperamos demostrar algún día, la lógica de la evolución de las normas jurídicas.
2 comentarios:
Me sorprende que la palabra altruismo aparezca con comillas (es tan extraña a "nuestra" forma de ser que no la "entendemos" como natural), mientras que el palabro contraintuitivo no tiene comillas. No se, trato de entenderlo y me cuesta.
Publicar un comentario