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En una de las entradas más visitadas del blog nos referíamos a que el cáncer de cualquier sociedad (de cualquier grupo cuyos miembros cooperan para aumentar la producción en común y mutualizar los riesgos) son los gorrones y los cizañeros. Los gorrones o parásitos viven a costa del grupo, no contribuyen, pero obtienen parte del excedente que la cooperación entre los demás genera. Colau nos parecía el ejemplo de parásita y de cizañera. En otra entrada, esta sobre el referéndum catalán, decíamos que la independencia no podía aumentar el bienestar neto de nuestra Sociedad porque, dados los costes que tiene para el resto de los españoles y para los catalanes no independentistas había que “atribuir un valor muy, muy alto al aumento de felicidad de los independentistas catalanes para que el saldo neto sea positivo”. Por último, hemos citado a menudo a Zingales cuando dice que la primera regla de la política económica es la del juramento hipocrático: no hacer daño.
En el trabajo que resumimos a continuación, los autores nos proponen un método estadístico para determinar cuán dañina puede ser una política atendiendo a cómo afecta a otros “bienes” de los ciudadanos que, en principio, son neutrales respecto de la política de que se trate. Para un jurista, lo divertido de este análisis es que permite calificar como discriminatoria la política por el impacto diferente que la misma tiene sobre la esfera jurídica de unos y otros ciudadanos solo sobre la base de que estos ciudadanos difieren en relación con otra característica que, en principio, no tiene que ver con la primera.
Imaginemos, por ejemplo, que se pone en marcha una política de gasto público fuerte en carreteras y que el uso del automóvil no es uniforme entre la población porque hay una parte significativa de ésta que no sabe conducir ni usa el coche prácticamente nunca. Aunque esa política no es discriminatoria, beneficia a los que usan el coche y – coste de oportunidad – perjudica a los que no lo usan. Estas políticas generan redistribución: tras su aplicación, unos están mejor y otros están peor que antes de su aplicación. Si resulta que los que usan el coche y los que no lo usan están separados por otra característica, las cosas se complican: la implantación de esas políticas genera división social. Una política es tóxica – en el término utilizado por los autores – o divisiva cuando “la valoración de dicha política no es transversal”, esto es, cuando la valoración que hacen los individuos de esa política está correlacionada con alguna característica de esos individuos que, en principio, debería ser neutral.
Si gran parte de los individuos que quieren usar más el coche son, por ejemplo, hombres o son madrileños, y los que no quieren que se use el coche son, por ejemplo, mujeres o zaragozanos, la implantación de la política divide a la población entre hombres-madrileños y mujeres zaragozanas, características ambas (la de ser hombre o mujer o la de ser madrileño o de Zaragoza) que, en principio, son neutrales respecto de la política sobre los coches. Lo que es peor, conforme la gente se dé cuenta de esa división, la dinámica será la del refuerzo de la división y acabaremos con una eventual enemistad entre la gente de Zaragoza y la de Madrid en función de que ser vecino de un sitio u otro sea más potente que ser hombre o mujer.
Los autores aplican estos razonamientos a la sociedad catalana y al llamado “procés”
Así lo explican los autores:
Una política tóxica o divisiva será aquella implementada cuando la valoración de dicha política no es transversal, pues entonces cualquier decisión que se adopte será necesariamente divisiva, al dar lugar a segmentos estructurales beneficiados y otros perjudicados en la misma población.
Una política es tóxica si perjudica la cohesión social pues se obligara a tomar decisiones que benefician considerablemente a determinados segmentos estructurales de ciudadanos a expensas de otros…. Entenderemos que una política basada en Y es tóxica respecto los segmentos definidos por X si, sea cual sea el resultado de aplicarla, la pérdida media en alguno de los segmentos considerados es muy superior a la pérdida media poblacional,
En el primer ejemplo considerado usaremos como variable de estudio la variable Y definida al contestar a la pregunta P17b, que podemos denominar Actitud confiada. Consideraremos tres resultados, según el encuestado manifieste que se puede confiar en general en la gente (Sí), lo contrario (No) o no sabe/no contesta (NS/NC). La variable X que usaremos para definir los segmentos poblacionales, estará definida al contestar la pregunta Q1 según el encuestado sea o se manifieste del género masculino o femenino, y la podemos denominar Género. Si calculamos el índice de transversalidad… 93:6. … es un valor alto, próximo a 100… (lo que) nos indica que la Actitud confiada tiene una distribución muy transversal respecto el Género. El valor de este índice es plenamente compatible con la información intuitiva que nos muestra el diagrama mosaico de la Figura 1.
Por tanto, una política que se base en el grado de “actitud confiada” de las personas (“una
decisión de contratar un servicio de vigilancia en un parque o bien
un aumento de plantilla de los cuerpos y fuerzas de seguridad del
Estado”) no perjudica a ninguno de los dos sexos porque las mujeres no son sistemáticamente más desconfiadas o más confiadas que los hombres.
¿Qué pasa si relacionamos las variables voto separatista y lengua propia?
Consideraremos tres resultados, según el encuestado manifieste que quiere que Cataluña sea un Estado independiente (Sí), lo contrario (No) o no sabe/no contesta (NS/NC). La variable X que usaremos para definir los segmentos poblacionales, estará definida al contestar la pregunta C704, según el encuestado considere al catalán (valenciano o Balear) como lengua propia, al Castellano como lengua propia, se manifieste que ambas son propias o bien otros casos.
El valor de transversalidad es entonces de 38,2, esto es, muy bajo: “el Voto separatista
tiene una distribución muy poco transversal respecto la variable
Lengua propia”. O, en nuestro ejemplo, las de Zaragoza tienen una opinión sobre el uso del automóvil muy contraria a la que tienen las de Madrid. Del mismo modo, “políticas basadas en el voto separatista serán muy perjudiciales para la lengua” en términos de división social (perjudican de forma muy notable a los que declaran el castellano como lengua propia). La división social existente en torno a la cuestión del separatismo se traslada a la lengua y la lengua se convierte en “un elemento de polarización y división”.
¿Y si relacionamos voto separatista y sentimiento de pertenencia?
Para ilustrar el uso de los índices globales vamos a tratar de calcular la toxicidad asociada al Proces político catalán, P, a partir de los mismos datos de encuesta. Como variables asociadas a P podemos escoger Y1 la antes ya considerada Voto Separatista y la variable Y2 basada en las respuestas a la pregunta C700 que reflejan un sentimiento de pertenencia desde <<solo español>> hasta <<solo catalán>> pasando por <<igual español que catalán>> o bien <<no sabe o no contesta>>. Esta variable la llamaremos Sentimiento Pertenencia. A priori, como variables constitutivas de la población podemos escoger X1 Lengua Habitual, X2 Hábitat, X3 Edad, X4 Lugar Nacimiento, X5 Genero del encuestado. El Cuadro 4 muestra los valores de toxicidad relativa entre los diferentes pares de variables
Vemos pues que si tratamos de implementar políticas basadas en Voto separatista o Sentimiento Pertenencia se obtienen valores del toxicidad altos para la mayoría de las variables estructurales X consideradas salvo para la variable Genero. El índice de toxicidad global estimado es ciertamente alto, lo que nos permite concluir que la política expresada en P resulta ser fuertemente divisiva para la sociedad Catalana
La conclusión
antes de poner en discusión opciones políticas basadas en los valores que toma una o varias variables Y en la población, sería deseable evaluar si dichas variables son suficientemente transversales respecto a otras variables X que son variables básicas estructurales de la población. Si Y es poco transversal respecto a una X estructural importante de la población el debate político asociado a Y será divisivo en la sociedad considerada.
Josep M. Oller y Albert Satorra,Toward an index of political toxicity, Boletín de Estadística e Investigación Operativa Vol. 33, No. 2, Julio 2017, pp. 163-182
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