miércoles, 18 de septiembre de 2019

El milagro finlandés ocurrió mucho antes de que nos lo contaran



No es PISA todo lo que reluce


Una enseñanza que saqué – entre muchas – del libro de Van Bavel es que las civilizaciones brillan más cuando ya están claramente en decadencia. Las ciudades italianas que vieron la explosión artística, arquitectónica y cultural del Renacimiento llevaban siglos en decadencia económica. La acumulación de capital había llegado al extremo. La economía se había “financiarizado” y los pobres multiplicado. La desigualdad estaba en los niveles más altos. Y la estatura de los individuos había disminuido, signo de una peor alimentación. Sin embargo, esas ciudades nos dieron el Quattrocento y el Quinquecento, nos dieron a Rafael, a Leonardo, a Miguel Ángel… El siglo de Oro de las letras españolas brilló en la decadencia más espantosa del Imperio español cuyos ciudadanos vieron descender su nivel de vida más que ninguna otra parte de Europa Occidental. Los ejemplos podrían multiplicarse. 

La tesis de este informe sobre el “milagro finlandés” en educación plantea una hipótesis semejante: lo que vimos en los primeros informes PISA con Finlandia en los primeros puestos del mundo en rendimiento educativo de sus niños en Matemáticas y Lectura eran los brillos generados por una luz que llevaba décadas apagándose y apagándose - quizá - a causa de unas reformas educativas que se presentan, por el contrario, como la causa que explicaría el éxito finlandes. Unas reformas muy de “izquierdas” y muy “progresivas”. Escuelas unitarias (que incorporaban a los niños con “necesidades educativas especiales” tal como se dice hoy) fundadas en la igualdad del alumnado; ausencia de exámenes y de mecanismos de rendición de cuentas, cooperación y autonomía de las escuelas que carecen de vigilancia y control centralizados en el Ministerio de Educación sin el mecanismo sustitutivo del control que es la competencia entre colegios. Además, se hace referencia a la alta calidad de los maestros fineses que sufren un feroz proceso de selección para acceder a las escuelas de magisterio (1/10 de admisiones). Se ha dicho incluso que 
a los niños fineses les va bien porque no estudian tanto como otros niños. Porque sus jornadas escolares son relativamente cortas, con poca carga de aprendizaje y sin que tengan tantos deberes como los niños de otros países, lo que les permite jugar más y da más tiempo a los maestros para colaborar y compartir ideas. Un plan basado en <> parece ser la explicación de los resultados PISA”. 
La conclusión de este informe es que todo eso es falso y que esas conclusiones no resisten el análisis científico del sistema educativo finlandés. Como siempre, es el problema de que correlación no implica causalidad: como los resultados de 2009 fueron muy buenos para Finlandia en PISA (y luego no han hecho más que bajar y hacerlo significativamente), hay que suponer que son las prácticas finlandesas en educación las que logran tales resultados. Cuando son economistas y no pedagogos los que examinan esos resultados y tratan de establecer relaciones de causalidad con unas u otras prácticas educativas, el simpático ejemplo finlandés se derrumba: lo que está detrás de los buenos resultados finlandeses es, probablemente, la persistencia de los elementos tradicionales de su sistema educativo: la selección de los profesores y los métodos tradicionales de aprendizaje (por cierto, generalizados en Asia).

En concreto, las reformas progresivas de los años setenta del siglo XX no generaron mejoras significativas en el rendimiento de los alumnos. En particular, los rankings de escuelas – un elemento que introduce competencia entre las escuelas al dirigir las preferencias de los padres no tienen efectos negativos sobre el rendimiento general de los alumnos de un sistema y puede que los tenga positivos. Y, en concreto, no parece que la idea de hacer trabajar menos y jugar más a los niños esté detrás del éxito finlandés:
 “Victor Lavy ha demostrado que más tiempo de clase aumenta las puntuaciones de PISA, un efecto que aumenta con una mayor exigencia de rendición de cuentas a las escuelas… otros investigadores han encontrado efectos promedio positivos de un aumento en los deberes escolares para casa”. 
Las reformas en la Educación en Finlandia tuvieron lugar en los años 90. Hasta entonces, el sistema educativo estaba centralizado: 
“El plan de estudios se fijaba en el Ministerio para todo el país, era detallado y su seguimiento era obligatorio; todos los maestros recibían formación práctica en las escuelas y se les exigía registrar el contenido de las clases, hora por hora – en diarios de clase – para asegurarse de que se enseñaba todo el contenido obligatorio. También había una inspección escolar y todos los libros de texto tenían que ser aprobados por la Administración Central 
La reforma consistente en la descentralización, la concesión de autonomía a las escuelas y la eliminación de los controles estatales se produjo en los años 90 y estaba finalizada al llegar el siglo XXI. Lo que los exámenes estandarizados demuestran es que el rendimiento de los alumnos finlandeses mejoró constantemente desde los años 60 hasta el comienzo del siglo XXI, momento en el que alcanza su máximo nivel y empieza a caer a partir de 2005: 
De hecho, dada la edad en que se realizaba la prueba, los mayores avances se produjeron cuando los alumnos asistían en su mayoría a la escuela antes de que se aboliera por completo el antiguo sistema, y el pico se produce poco después de que se aboliera por completo. 
Y este excelente rendimiento de los alumnos finlandeses bajo el antiguo sistema no era solo en términos absolutos – en comparación con cohortes anteriores – sino también en comparación con el rendimiento de otros países. Finlandia estaba ya en el “top” mundial en ciencias y comprensión lectora en los años ochenta, esto es, una década antes de que se implementara la reforma: 
Así pues, los datos disponibles indican que el camino de la educación finlandesa hacia el estrellato comenzó a acelerarse durante el antiguo sistema centralizado, lo que sugiere que las reformas de finales de los años ochenta y principios de los noventa no fueron la causa de la transformación. 
Y los resultados de las primeras pruebas PISA no pueden deberse al nuevo sistema. Tampoco la reforma del sistema de formación de maestros tuvo nada que ver, al margen de que fueron cambios poco relevantes (incorporación de las escuelas de formación de maestros a la Universidad), no fueron de calado como para tener efectos importantes sobre los rendimientos de los alumnos. Si acaso, lo que se aprecia es una coincidencia entre la jubilación de los maestros formados en el antiguo sistema y el inicio del empeoramiento de los resultados en las pruebas.

Maestros con alta consideración social


Los maestros siempre han tenido una alta consideración social en Finlandia. Junto con el médico y el cura formaban el trío con formación superior en cualquier pueblo del país. Lo cual recuerda bastante a la situación en España antes del franquismo – al menos en la idealización de nuestros padres -. En cualquier caso, desde muy antiguo, los maestros finlandeses tenían una formación más elevada que la de sus pares de otros países. Y los maestros fueron la punta de lanza del nacionalismo finlandés. La lengua, una vez más, debía construir la nación y los maestros debían alfabetizar al pueblo en finés, no en sueco que era la lengua de la cultura en el siglo XIX. Y dado que los nacionalistas no controlaban la escuela – dado el sometimiento de Finlandia a Rusia y Alemania hasta bien recientemente – los maestros actuaron como “activistas” y educadores de la población al margen del sistema escolar que era muy incompleto hasta el fin de la segunda guerra mundial. Después de la 2ª guerra mundial y con la enorme influencia soviética sobre el país, el nacionalismo se reforzó en la escuela: había que formar patriotas, formar el carácter y eso requería un modelo muy determinado de maestro (¿no les suena familiar?): 
Los que querían ser maestros tenían que pasar un examen de ingreso que duraba varios días. Sólo los mejores candidatos lo pasaban. La prueba incluía exámenes médicos, entrevistas y exámenes sobre contenidos.... Después de ser aceptados, se les permitía a continuar con sus estudios sólo si sacaban buenas calificaciones y actuaban irreprochablemente. El comportamiento de los estudiantes era cuidadosamente supervisado, no sólo en el centro de formación, sino también durante el tiempo libre. Por ejemplo, ir a un club de baile o fumar estaba estrictamente prohibido para estos pretendidos ciudadanos-modelo. Asimismo, se esperaba que los aspirantes a maestros adoptaran estilos de ropa discretos y siguieran estrictas reglas de cortejo. Cualquiera que no se cumpliera con esos requisitos era expulsado 
La conclusión merece ser repetida 
la lección de política educativa más importante es el peligro de eliminar el principio de autoridad de las escuelas, y especialmente acabar con la enseñanza centrada en el conocimiento y dominada por los profesores… Las escuelas son fundamentalmente instituciones socializadoras y los profesores han actuado históricamente como autoridades que dictan las normas de comportamiento de los alumnos. Si los docentes pasan a un segundo plano, no hay autoridad que internalizar, lo que debería reflejarse en un comportamiento más rebelde y en una menor aceptación del papel tradicional de los docentes. Después de todo, si los adultos no se comportan como autoridades, ¿por qué los niños habrían de verlos como tales?... el hecho de que los métodos de enseñanza progresivos parecen perjudiciales para el rendimiento cognitivo persiste. 

Gabriel Heller Sahlgren, Real Finnish Lessons The true story of an education superpower, 2015

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