Aurelio Arteta, Muchachas bañistas, Fundación Banco Santander
Suponiendo que el objetivo es maximizar los triunfos deportivos, y asumiendo que el número de titulares residuales, socios, miembros etc es muy elevado, la asociación es preferible a la sociedad anónima dice Franck. Así, el problema de una sociedad anónima de capital disperso como club de fútbol es que los accionistas – diversificados – no tienen incentivos para canalizar los ingresos en su totalidad a la captación de talento futbolístico. Por el contrario, la asociación no tiene ese problema.
Parece plausible que los miembros de la asociación induzcan a su junta directiva a gastar todos los ingresos en jugadores. Sin embargo, parece poco probable que los socios prefieran gastar sistemáticamente más de la cuenta en periodos posteriores y arriesgar así la existencia del club, al que están vinculados. En este escenario artificial "ceteris paribus", centrado únicamente en la capacidad de canalización de las distintas estructuras de gobierno, la asociación es capaz de gastar más que la sociedad anónima controlada por un accionista reorientando automáticamente todos los ingresos hacia el fútbol. La estructura de una sociedad anónima de capital disperso, por su parte, convertiría al club en el menos competitivo sobre el terreno de juego, ya que sus propietarios ni siquiera intercambian beneficios por admiración pública, como la empresa capitalista clásica.
La propiedad privada – de un individuo o una familia – tampoco es una forma óptima de titularidad de un club de fútbol. En opinión del autor, esta es la forma óptima para explotar las ventajas publicitarias que proporciona un club de fútbol exitoso (para promocionar otros negocios del propietario) o para proporcionar “legitimidad” y reconocimiento social y político al propietario (incluyendo el blanqueo de dinero procedente de negocios turbios) o, simplemente, status social y “consumo conspicuo” Ejemplo del primer caso es el Fulham, propiedad de Al Fayed, el dueño de Harrods y de hoteles. Ejemplo del segundo caso sería Abramovich y el Chelsea y del tercero, Sinawatra con el Manchester City.
Finalmente, desde el punto de vista del interés de los aficionados, la asociación parece atraer más público a los estadios que la sociedad anónima, pero los datos que da Franck son poco significativos (más público en los estadios en Alemania que en Inglaterra no tiene en cuenta que Alemania tiene una población muy superior a la de Inglaterra).
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