jueves, 4 de septiembre de 2025

Los límites salariales en el deporte profesional son ilegales, injustos y contraproducentes

Foto de Heather Green en Unsplash

Levine parte de la idea de que el deporte profesional plantea un “puzzle financiero”: a diferencia de las empresas ordinarias, donde el objetivo es maximizar beneficios, en el deporte muchos propietarios priorizan ganar campeonatos, incluso a costa de perder dinero. Esto genera un problema colectivo: si todos gastan sin límite, los costes se disparan y el equilibrio competitivo se rompe. Por eso existen reglas como el salary cap en EE. UU. o las normas de sostenibilidad financiera en el fútbol europeo.


Desde la perspectiva de eficiencia de mercado, las reglas UEFA distorsionan menos porque no imponen un límite uniforme, sino proporcional a la capacidad económica; permiten que el talento se asigne en función de ingresos reales, no de un tope arbitrario y reducen el riesgo sistémico sin eliminar la señal de precios. En cambio, los límites salariales son más intervencionistas: rompen la relación entre valor y remuneración, lo que genera ineficiencias y mercados paralelos (endorsements, contratos ocultos). 


Y esto es lo que parece que está pasando ya en los EE.UU. Una estrategia típica consiste en pagar a los jugadores mediante contratos de patrocinio con empresas vinculadas al propietario. Esos pagos NO cuentan como salario. Así, el jugador acepta un sueldo “normal” del equipo, pero recibe ingresos adicionales por “endorsements” que en realidad son una forma de eludir el límite salarial.


El caso concreto: Steve Ballmer, dueño de Los Angeles Clippers, invirtió 50 millones en Aspiration, una startup “verde” que firmó un contrato de patrocinio con Kawhi Leonard por 28 millones. Ex empleados afirman que era un “no-show job” (sin contraprestación real) para esquivar el salary cap. Aspiration está bajo investigación por fraude y su cofundador se ha declarado culpable por prácticas engañosas (crear ingresos ficticios mediante contratos circulares con celebridades). 


Levine critica la hipocresía y la opacidad del sistema: existen reglas para limitar el gasto, pero, como todas, perfectamente eludibles con suficiente dinero y asesoramiento


¿Esto genera desigualdad competitiva y erosiona la credibilidad de las normas? No lo creo. Si Posner pudiera escribir sobre el particular, diría que así avanza la eficiencia del common law. Las normas irracionales e ineficientes - como el salary cap - se combaten por los particulares que buscan formas de erosionarlas. La estrategia de Ballmer (Microsoft) abrirá el debate sobre la racionalidad de las normas de la NBA y pondrá de manifiesto que son contrarias a la libre competencia y perjudican a los jugadores y a los consumidores de baloncesto. La existencia de un tertium comparationis - las normas de la UEFA - indica claramente que limitar los salarios que pueden cobrar los jugadores no es necesario para asegurar el equilibrio competitivo y que el verdadero efecto de estas normas es aumentar los beneficios de los clubes (recuérdese que las ligas norteamericanas son cerradas), esto es, permite a los clubes maximizar sus beneficios "reprimiendo financieramente" al factor trabajo. En el margen, los mejores deportistas no querrán participar en esa liga si en otras no hay salary caps. 


Ballmer tiene derecho a pagar a Leonard lo que quiera. Y si asumimos que es socialmente deseable que los clubes prioricen victorias sobre beneficios, entonces el impulso de Ballmer no es censurable: busca maximizar el rendimiento deportivo, no el económico, lo que aumenta el espectáculo y el bienestar de los aficionados y, como digo, está contribuyendo a erosionar reglas que son ineficientes. 


Cuando la izquierda pensaba, a lo de Ballmer lo llamaban desobediencia civil. 

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