… la exigencia de “más independencia judicial”. Bien, es difícil argumentar contra el Pastel de Manzana, la Paz en el Mundo y el Día de la Madre, pero lo cierto es que conseguir que los jueces sean más independientes a la vez que se evita que sean una casta por encima de la soberanía nacional y de la propia Ley no es exactamente fácil. Quiero decir más: para la mentalidad peronista que prevalece en la Puerta del Sol el peor enemigo imaginable es un sistema judicial independiente, que defendiese realmente la propiedad privada, que se atreviese a enfrentarse a la “justicia de clase” en nombre de los Principios Fundamentales del Derecho, y en general que pusiese palos en las ruedas de la política en nombre de derechos individuales inalienables. Para empezar, una justicia independiente dispondría de medios directos para aplicar las decisiones jurisdiccionales de la Junta Electoral Central y les pondría en casa a hostias, dejando el espacio público en manos del público y haciendo cumplir la Ley Electoral…
En cuanto a las reivindicaciones sociales, la ideología de los abajo-acampantes es exactamente el viejo justicialismo rioplatense: ahogar más a la clase media productiva para subvencionar más a la clase media funcionarial, aumentar los poderes del Estado (que serán inmediatamente capturados por la oligarquía político-empresarial) y requisar la riqueza a los bancos, sin decirle a la gente que “los bancos” son ellos mismos. Porque los préstamos de la banca son los activos que respaldan las cuentas corrientes y de ahorro, y todo lo que reduzca el valor de esos activos bancarios, tendrá antes o después que impactar sobre el valor de los ahorros de tus padres. Un banco normal solo pertenece en un 5% a sus accionistas. El resto del banco pertenece a los depositantes, y otros poseedores de renta fija, es decir, básicamente cualquiera. Desde luego reducir algunas formas de responsabilidad hipotecaría y cambiar parte de la normativa sobre contabilidad bancaria para redirigir los pisos en manos de la banca hacia el alquiler son ideas viables a imaginativas, que después de muchas cuentas y pocas asambleas podrían mejorar la economía nacional.En un mundo en convergencia, con los países pobres enriqueciéndose, en parte a costa de nuestro trozo del pastel, y después de una orgia de dinero barato y exceso de endeudamiento, las soluciones posibles son grises… las medidas necesarias para mejorar la situación pasan por lo que los abajo-acampantes no pueden aceptar: reconocer que no solo somos más pobres, sino que nunca fuimos tan ricos: liberalizar el mercado laboral, cobrar menos por lo mismo, exportar más, importar menos (incluyendo viajar menos), reducir los salarios de todos, no contratar más funcionarios, instaurar el copago en sanidad y educación, y con los deberes más o menos hechos, ir al BCE a pedir una moderada inflación que aligere el peso de nuestras deudas
Matización: hay peronistas pero no todos son peronistas. Pero las propuestas se configuran por acumulación lo que hace inevitable la contradicción entre las propuestas. Pretender un mayor nivel de coordinación espontánea que genere un conjunto de propuestas coherentes es, simplemente, una quimera.
1 comentario:
Dudo del sentido del enlace, si es "Me gusta" (como en facebook) o no, pero desde luego el artículo utiliza, del contenido de la protesta, lo que le da la gana, haciendo una selección interesada para que encaje en los apriorismos del autor, con el añadido de ciertas cosas que se saca de la manga y mezclándolo todo con ciertas apreciaciones sustancialmente válidas. Me parece innegable la progresiva pérdida de calidad democrática de nuestro sistema y los enormes fallos que se han ido agravando con el tiempo. Y creo que el núcleo central de la propuesta, lo que es realmente transversal a las diferentes ideologías (no creo ser el único que ha hablado de estos temas hace ya tiempo con amigos y la conclusión es idéntica al margen de la orientación política), los identifica correctamente (reforma de la ley electoral, auténtica separación de poderes, lucha a muerte contra la corrupción). Y son cosas a las que hay que poner solución. Sin olvidarnos, por cierto, del valor intrínsenco de una movilización que, por una vez, parece demostrar que la sociedad civil española existe y que no todo se agota en el aborregamiento generalizado. De las cosas económicas no hablo, porque en parte estoy de acuerdo en el análisis, aunque no sé si es positivo que la política haya cedido ante la economía (la vieja falacia de la muerte de las ideologías o, por ser intencionadamente polémico, la sustitución de la justicia por la eficiencia, ya nos entendemos). Lo que no me parece de recibo es seleccionar interesadamente algunas cosas para que, como diría el otro, la realidad no te estropee una buena historia.
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