Un dato del último informe Pisa puede tener más importancia de la aparente. Muchos de los demás resultados son intuitivos. Por ejemplo, hace décadas que se viene insistiendo en la necesidad de dar más autonomía a los centros escolares. En España, la obsesión por el control por parte de la Administración se ha juntado con el Estado de las Autonomías y ha provocado un aumento del control público de lo que se enseña y se aprende en las escuelas. No digamos ya en las Comunidades gobernadas por nacionalistas que utilizan la escuela como auténticos centros de “formación del espíritu nacional”. Pues bien, resulta que
La colaboración entre profesores es menos frecuente en España que en otros países. En España, el 10% de los alumnos asiste a centros en los que el director afirma que los profesores más experimentados asisten como observadores a la impartición de clases (el 69% de alumnos en los países de la OCDE asiste a dichos centros). En torno al 22% de alumnos asiste a centros donde los directores afirman que los profesores someten a la revisión de los compañeros, la planificación de las lecciones, los instrumentos de evaluación y el contenido de las lecciones, mientras que el 60% de los alumnos en el conjunto de países de la OCDE asiste a centros donde esto es algo habitual; y el 26% de los alumnos españoles asiste a centros cuyos directores declaran utilizar tutorías para el profesorado para mejorar la calidad de la enseñanza, mientras que el 72% de los alumnos en la OCDE, de media, asiste a centros donde las tutorías entre profesores son comunes.
En alguna ocasión hemos dicho que sería bueno organizar cuadrillas de expertos – sobre todo en matemáticas – que dieran las clases durante un par de semanas en los distintos colegios para que los maestros pudieran comprobar qué hacen bien y qué hacen mal y extender las mejores prácticas. En la entrada anterior, se habla de una iniciativa en Gran Bretaña que lleva a expertos a hablar a los escolares de temas científicos. Gran Bretaña es el país más innovador de entre los grandes europeos y el que más científicos y dinero europeo para la Ciencia consigue en procesos competitivos. Una amiga me contaba que una pariente suya está pensando en quedarse en Gran Bretaña, aunque tiene una buena oferta para volver a España, porque sus hijos, alguno de los cuales tenía dificultades en el colegio en Madrid, están felices y triunfantes en la escuela inglesa a la que asisten y, naturalmente, como los padres quieren a sus hijos, el éxito escolar de éstos acabará predominando sobre los deseos de ver más el sol y a la familia.
También resulta triste que, siendo los españoles especialmente buenos en networking, nuestros maestros no lo apliquen en su trabajo. Y que experimentos tan estupendos como la metodología de Khan Academy, especialmente adaptada a la enseñanza de las matemáticas, no se extiendan a las escuelas de zonas más deprimidas. Recuérdese el alto porcentaje de padres sin estudios cuyos hijos tampoco superan la enseñanza obligatoria.
Aquí sí que haría falta un pacto entre los políticos para delimitar su ámbito de actuación: fuera políticos de las Cajas de Ahorro y fuera de las escuelas. La Ley Wert sería mucho más creíble si la “devolución” de competencias desde las Comunidades Autónomas que propone no se hiciera a favor de la Administración Central, sino a favor de las escuelas. Luego, podríamos ir cerrando las peores.
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