miércoles, 5 de julio de 2017

Cuando las colonias eran corporaciones




“The colonial governments in New England represent the system of a trading company applied to the political organization of a state.”
Charles Andrews 1934

En los Estados Unidos, la estructura de la moderna corporación como forma jurídica deriva de los esfuerzos, en la Europa Medieval, para dar autonomía y derechos patrimoniales a las universidades, ciudades e instituciones eclesiásticas, esto es, para permitir a los grupos de individuos “autoorganizarse” y adquirir o enajenar bienes, celebrar contratos vinculantes y demandar y ser demandado. Los gremios de comerciantes y los de artesanos en cada ciudad también recibieron un status corporativo mediante reconocimiento particularizado (un privilegio real) y, en fin, cuando se emprendía una actividad económica, dado que no había derecho de los individuos a realizarlas, el Rey otorgaba el permiso a un grupo determinado con el “privilegio” adjunto, esto es, con un derecho monopolístico a desarrollar la actividad. Así es como se organizó – lo hemos explicado muchas veces – el comercio trasatlántico a partir de los descubrimientos geográficos de los españoles y portugueses en el siglo XVI en todos los países que no eran España o Portugal.

“Incluso, pues, las corporaciones más antiguas representan delegación de autoridad pública a otras entidades, o sea una forma de reparto o división del poder… los Estados norteamericanos, tras la independencia… dieron al Derecho de Sociedades el sentido que le dieron, no porque trataran de promover las actividades económicas, sino porque las 13 colonias eran, en sí mismas, “corporaciones privadas” en pugna, en cuanto a los poderes que podía ejercer, con el poder real. Se entiende así que la mayoría de las corporaciones privadas a las que se otorgó carta de constitución fuera iglesias, ciudades, escuelas y organizaciones caritativas”.
Así, por ejemplo, la Universidad de Harvard recibió su carta de incorporación (que la convertía en una persona jurídica con sus órganos de gobierno y capacidad para organizar la vida de sus miembros – los estudiantes y profesores –) en 1650 pero recibió la carta, no del Rey o del Parlamento ingleses, sino, a su vez, de otra corporación, “the Governor and Company of the Massachusetts Bay in New England”(MBC) que, a su vez, había recibido su carta constitutiva sólo 21 años antes, el 4 de marzo de 1629” del Parlamento inglés. Es decir, en el ámbito de la corona inglesa, la organización de las colonias como corporaciones era algo natural una vez que las compañías de comercio se formaban de esa manera.
“Son producto de esos años no sólo la Massachusetts Bay Company sino también la Virginia Company, la Plantación Plymouth y una empresa caribeña llamada Providence Island Company”,
aunque dejaron de ser corporaciones no muchos años después, dice Kaufman que la experiencia de las colonias con la forma corporativa fue relevante. Pero la mayor parte de las colonias no tenían forma corporativa porque carecían de autonomía respecto del Rey o el Parlamento o eran colonias propiedad de particulares determinados. El caso de Nueva Inglaterra fue especial
“la Compañía de la Bahía de Massachusetts sufrió 150 años de problemas jurídicos originados por la forma en que se produjo su constitución. Los representantes legales de la Compañía de la Bahía de Massachusetts no presentaron su solicitud de carta correctamente, lo que hizo que la validez de ésta levantara sospechas”.
Y, en efecto, las mismas tierras que se suponían asignadas a la Massachusets Bay Company (MBC) fueron reclamadas por otra corporación, la Dorchester Company que intentó establecer unos cuantos pueblos de pescadores en la parte norte de la bahía de Boston y que se anulara la carta otorgada a la rival. Preocupados en Inglaterra con que la MBC podía ser un nido de extremistas religiosos, pidieron que les enviaran su carta para examen. La MBC se negó y desde Londres se amenazó con enviar tropas. MBC fortificó la bahía de Boston pero las tropas nunca llegaron. Y los de Boston se creían seguros mientras conservaran el sello y los estatutos como prueba de que conservaban su naturaleza corporativa. Pero ya lo de que una corporación otorgara cartas corporativas – como hizo la MBC con Harvard – era más complicado de aceptar ya que sólo el rey o el parlamento podían otorgar cartas corporativas.
Pioneros de Massachusetts fundaron las nuevas colonias de Connecticut y de Rhode Island que obtuvieron, también, cartas fundacionales, lo que contribuyó a extender la nueva concepción de la corporación como una organizaciLa Compañía de la Bahía de Massachusetts perdió oficialmente su estatuto corporativo en 1684… Durante varios años, Massachusetts permaneció en un limbo legal, al igual que todas las corporaciones que la propia compañía había constituido, entre otras, la Universidad de Harvard. ¿En qué situación quedaban, desde el punto de vista jurídico, las corporaciones de Nueva Inglaterra que ya disponían de carta fundacional? Increase Mather, a la sazón presidente de Harvard, intentó averiguarlo viajando a Inglaterra en la primavera de 1688. Hacía el viaje como embajador tanto del College como de la Compañía ya que el destino de ambas estaban jurídica y simbólicamente unidos. Mather permaneció tres años en Inglaterra, período durante el cual el rey Jaime II fue depuesto y Guillermo de Orange coronado en su lugar. Mather pidió repetidamente una decisión regia sobre los poderes de los que disfrutaban las colonias de Nueva Inglaterra. "Por fín tenemos una respuesta", escribe Mather (1691: 21), "que si ese era nuestro deseo, que así fuera, pero que sería mejor que la Asamblea General (es decir, Asamblea Legislativa] de la Colonia de Massachusetts fuera la que otorgara la carta fundacional que permitiera constituir como corporación al College y lo convirtiera en una Universidad, con privilegios tan amplios como se consideren necesarios". El rey en consejo estaba remitiendo, a su vez, el asunto de nuevo a Nueva Inglaterra. Por desgracia, esta solución dejó a los habitantes de Nueva Inglaterra en la estacada, pues pocos creían que las cartas coloniales tuvieran el mismo valor jurídico que las otorgadas directamente desde Inglaterra. Así que, años más tarde, en 1772, por ejemplo, el gobernador de Massachusetts, Thomas Hutchinson, volvía a pedir a los Lores de la Junta de Comercio competentes en materia de comercio que dictaran una resolución sobre este asunto. Como bien observó Hutchinson, en los estatutos de la colonia no había nada que indicara la relación jerárquica entre las cartas reales y las coloniales. Hutchinson pidió que se reformara la Carta de Massachusetts para "reducir o restringir la Prerrogativa de constituir Corporaciones, prerrogativa que corresponde a la Corona" y subrayó que cada vez que la Asamblea colonial constituía una corporación, fortalecía "la excepción a la regla" en relación con esta prerrogativa [es decir, la regla del monopolio real respecto del otorgamiento de cartas constitutivas de corporaciones"](Davis 1917: I, 18). El gobernador Hutchinson estaba en lo correcto. La Junta de Comercio declaró claramente que "la incorporación debería surgir de la generosidad de la Corona mediante la correspondiente carta-patente, y no por un acto

Jason Kaufman, Corporate Law and the Sovereignty of States, Am. Sociological Rev. 73( 2008) pp 402–425

1 comentario:

Rocío Quiles dijo...

Gracias Jesús, que interesante!

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