lunes, 9 de diciembre de 2019

Las causas de la agresión violenta


El prototipo de la conducta maligna


Los componentes del mito según el cual la pura maldad existe serían, según Baumeister, los siguientes:
  • infligir daño a otro intencionalmente (excluyendo, naturalmente, al que nos lo causa, no por interés propio sino por nuestro bienestar como cuando sufrimos una intervención médica)
  • el dañante disfruta infligiendo daño. En la ficción, el malvado disfruta haciendo el mal. Si el que perpetra el mal se nos dibuja como alguien que lo hace a su pesar y con remordimientos, tendemos a ver el mal infligido como “menos malo” en comparación con los que disfrutan haciendo el mal.
  • la víctima tiene que ser “inocente y buena”. Cualquier homicidio típico de los 300 que se cometen en España cada año es el resultado final de provocaciones recíprocas y del escalamiento del enfrentamiento. No – en la generalidad de los casos – de una acción unilateral sin provocación alguna por parte de la víctima (“Delitos aleatorios contra víctimas completamente inocentes suceden, pero probablemente no tan a menudo como la cobertura de los periódicos parece indicar”)
  • El perpetrador del mal no “parece uno de nosotros”. Es alguien que pertenece a otra tribu, es un extraño. Porque “la gente como nosotros no podría cometer jamás un delito tan horrendo”. Baumeister nos recuerda que los malvados de los dibujos animados o de los tebeos hablan nuestro idioma con un acento extranjero.
  • El malvado lo lleva en la sangre. No es que se haya vuelto malo. Es que siempre fue así. “Simétricamente, nada nos lleva a preguntarnos qué desgraciadas experiencias llevaron a sujetos que eran bienintencionados y fundamentalmente decentes como Stalin, Hitler o Pol Pot fuera del buen camino. Lo que nos preguntamos es cómo un sujeto tan maligno pudo acumular tanto poder como para poner en práctica sus malvados proyectos…
en fin, los malvados son desordenadamente egoistas y carecen de autocontrol.

¿Se corresponde el mito con lo que la Ciencia nos dice acerca de las causas de las conductas malvadas?

El mal puede examinarse como instrumento, como medio que utiliza el malvado para conseguir sus fines (sexo, poder, dinero, tierras…), lo que explica que se recurra a la violencia para infligir el daño pero no siempre. “Del mismo modo, no es casualidad que los delincuentes tiendan a tener una inteligencia relativamente baja, porque en una sociedad que recompensa la inteligencia en muchos campos, las personas que carecen de ese rasgo se dan cuenta de que tienen menos opciones que los demás otros para obtener dinero y otras recompensas” Pero no parece que una carrera profesional como delincuente violento permita una vida exitosa y rodeada de lujos.

Según Baumeister,
“la agresión intraespecífica surgió como una adaptación a la vida social, ya que era un medio eficaz para resolver los conflictos que la vida social hace inevitables. La agresión permite a los más grandes y fuertes sobrevivir y, por lo tanto, reproducirse mejor que sus rivales más débiles…
Pero los grupos en los que la agresión intraespecífica es la forma común de resolver los conflictos no sobreviven, de forma que se desarrollan – en los animales sociales – estrategias culturales para resolverlos que no impliquen el uso de la violencia. La organización jerárquica del grupo – macho alfa o hembras alfa – es la más frecuente. Entre los humanos, sin embargo, el elemento cultural más poderoso para reducir el recurso a la violencia ha sido la creación de reglas de conducta (conjuntos de reglas forman instituciones como las de la propiedad) y su internalización, ritualizando los conflictos de manera que puedan ser resueltos “simbólicamente” (impartiendo justicia).

Esto significa que la agresión violenta como mecanismo de resolución de conflictos en una sociedad ha devenido “obsoleta” pero somos animales violentos y la frustración subsiguiente a no conseguir nuestros objetivos por los mecanismos sociales-culturales indicados pueden llevar al individuo a usar la violencia.

¿Quiénes y por qué recurren a la violencia?


No es cierto que los violentos tengan baja autoestima. Más bien al contrario, tienen un alto concepto de sí mismos. Los narcisistas son más violentos que la media y recurren a la violencia cuando “creen que la imagen favorable que tienen de sí mismos ha sido amenazada o atacada”. A los narcisistas hay que dorarles la píldora si no queremos que se vuelvan agresivos. “La agresión aparece como una estrategia para enfrentarse a la crítica y evitar la pérdida de estima y honor”. Este tipo de reacción frente al insulto o el desprecio se expresa también a nivel de grupo y se utiliza por los líderes políticos para mover a sus pueblos a la guerra. El honor nacional.

También hay mucho mal producto del “idealismo” dice Baumeister: a los que perpetran el mal “les motiva la creencia de que están haciendo algo bueno”, algo que hay que hacer para conseguir un fin deseable (la sociedad comunista, la homogeneidad religiosa, la igualdad).

Y, en fin, el sadismo. El placer que genera causar daño. A veces el sadismo se confunde con la dificultad de llevar a cabo los actos violentos. Matar a alguien o cortarle un brazo no es fácil y lo que es falta de habilidad puede confundirse con placer en causar el sufrimiento ajeno. Baumeister acepta que la evolución nos ha hecho antisádicos (experimentamos náuseas físicas frente a la agresión a otro) pero la repetición de conductas violentas contra otros puede generar “un proceso mental que contrarresta” la experiencia de ir contra una norma muy básica de nuestro comportamiento social para terminar constituyendo una experiencia placentera (como saltar al mar desde una roca o esquiar). Eso explicaría la tortura tal como vemos que se practica. Afortunadamente, el sentimiento de culpa – inexistente en los esquiadores o los trampolinistas – impide que haya más sádicos. Pero, en todo caso, “el sadismo no es una causa original del mal… el sádico comienza practicando la violencia por otra razón”, por idealismo, por narcisismo (egoísmo amenazado) o como consecuencia de vivir en una sociedad especialmente violenta donde es una forma normal de resolver conflictos.

Como casi siempre, la pregunta verdaderamente interesante es por qué no hay más agresión violenta en el mundo. Y la respuesta es la cultura, esto es, la evolución cultural que nos ha dotado de mucha más capacidad de autocontrol. La gente tiene impulsos agresivos en muchas circunstancias pero se contiene. Nos hemos domesticado.

Esto es lo interesante ¿por qué nos reprimimos? ¿por qué hemos aprendido a autocontrolarnos? Porque, como animales ultrasociales, tenemos una enorme capacidad para internalizar reglas de conducta. Cualquier otro sistema de cumplimiento de las normas que permiten florecer a un grupo sería demasiado costoso de implementar. Recuérdese la función de las religiones monoteistas con un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos en esta vida con otra eterna. Cumplimos con las reglas del grupo entre las cuales, la más básica consiste en abstenerse de usar la violencia porque la violencia en el seno del grupo impide la vida social.

La causa próxima de las conductas violentas es que los mecanismos de autocontrol o autorrepresión no funcionan


porque lo normal es que lo hagan y mantengan bajo control los impulsos agresivos.

Se entiende así que sea más prometedor buscar las causas de la violencia doméstica en trastornos en los procesos de decisión de los agresores que en algo tan alejado de la reacción física a un estímulo como es la ideología o la concepción que alguien pueda tener sobre el papel de la mujer en la familia y en la Sociedad. En efecto, las causas próximas de las agresiones domésticas son las mismas que en las agresiones fuera de la pareja: aquellos elementos que “interfieren con la autorregulación y el autocontrol”. El alcohol afecta poderosamente a estos mecanismos; la emotividad intensa… (Baumeister añade la “violencia en los medios de comunicación” pero parece haber trabajos posteriores que refutan tal hipótesis) y, por supuesto, los trastornos mentales que afecten al autocontrol. Una moraleja pesimista es que si tales son las causas próximas de la violencia, ésta estará con nosotros, como los pobres, por muchos siglos.

Roy F. Baumeister, Human Evil: The Mythical and the True Causes of Violence, 2012

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