Muchas compañías cotizadas en Europa, EE.UU y el resto del mundo tienen acciones con distinto derecho de voto. En los últimos años se ha observado una tendencia a la unificación, esto es, a convertir todas en acciones ordinarias eliminando las acciones de voto reducido o sin voto. Según los autores, la razón que explica estos proceso de unificación se encuentra en que las compañías necesitan aumentar el valor de sus acciones para realizar adquisiciones (“pagan” en acciones y, por lo tanto, cuanto más valgan, menos costosa es la adquisición) o emitir nuevas acciones para financiar proyectos (las acciones sin voto cotizan, normalmente, con descuento respecto de las ordinarias y los inversores a los que se les ofrece una emisión de acciones sin voto o con voto reducido están dispuestos a pagar menos por ellas). Ante una perspectiva semejante, los insiders están cada vez más dispuestos a eliminar la existencia de dos clases de acciones, salvo que estén obteniendo elevados beneficios privados del control lo que les hará reacios a eliminar la estructura accionarial que les permite apoderarse de tales beneficios.
En sentido contrario, las compañías que salen a bolsa con un proyecto a largo plazo y sin necesidad de financiación externa (porque el negocio produce flujo de caja suficiente para financiar los proyectos y para realizar adquisiciones), mantienen la estructura de dos tipos de acciones como una forma de garantizar que los gestores podrán concentrarse en el largo plazo.
¿Por qué la unificación puede aumentar el valor de las acciones? Porque, si el desvío respecto de la regla “una acción y un voto” permite a los insiders apoderarse de una parte mayor de los beneficios (porque controlan la compañía gracias a sus acciones de voto privilegiado pero solo poseen una parte de los derechos económicos), unificar las acciones es una promesa de reducir estos “beneficios privados del control”. Por otro lado, la unificación puede aumentar la liquidez de las acciones (hay más acciones idénticas negociándose en el mercado) y las nuevas emisiones se vuelven más atractivas para los accionistas dispersos y los inversores institucionales en general.
El estudio confirma que la unificación es mucho más probable si la compañía pretende emitir nuevo capital o realizar una adquisición. Si no necesita nueva financiación o aumentar el valor de su “moneda de cambio”, como hemos expuesto en alguna otra entrada, no parece que los accionistas con voto reducido resulten expropiados ya que pagan por las acciones un menor precio o reciben mayores dividendos, lo que significa que los insiders pagan por su mayor poder de voto.
La unificación produce, en efecto, un aumento del valor de las acciones porque se elimina el descuento al alza, esto es, equiparándose el valor de cotización de las ex-acciones sin voto al de las acciones con voto. Este aumento de valor se comprueba mediante comparaciones con otras empresas del sector que no tienen una estructura dual.
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