En sus memorias, Thomas Sowell cuenta la historia de una escuela pública en Washington que tenía una buena reputación en los años sesenta llamada Dunbar High School. Lo especial de la escuela es que, además, estaba en un barrio mayoritariamente negro de manera que rompía la correlación general entre barrios negros y malas escuelas. Lo que cuenta Sowell es que la puso de ejemplo de lo equivocado de las políticas que tratan de ayudar a los grupos desaventajados de la población estableciendo una vara de medir más laxa para estos que para la población general. Lo que más tarde se convertiría en la 'affirmative action' recientísimamente considerada inconstitucional por el Tribunal Supremo americano.
Cuando Sowell se dispuso a estudiar el caso de la Dunbar High School descubrió que ya no era una escuela prestigiosa. Y no pudo encontrar las razones en los datos disponibles, así que llamó a una señora que había trabajado como jefa del distrito escolar. Esta señora le explicó que lo que había ocurrido es que la escuela dejó de ser selectiva en la captación de su alumnado. Los niños negros más 'despejados' elegían esa escuela lo que hacía que su alumnado fuera muy mayoritariamente negro, pero la cruzada por la integración racial desatada en los años sesenta del pasado siglo llevó a permitir la entrada de niños blancos menos inteligentes o esforzados (se había 'redibujado' el distrito escolar para incluir en él barrios 'más blancos'). Se sacrificó la 'selectividad' en aras de la 'integración' y se privó a los que tenían menos oportunidades - los niños negros con talento - de la posibilidad de acceder a una educación de calidad.
Aunque no fueran las cosas tal como las cuenta Sowell, hay una moraleja en esta historia: tampoco la integración de grupos que hasta ese momento y durante mucho tiempo por razones culturales interactuaban por separado es una comida gratis. El resultado de la integración puede ser muy perjudicial para la producción conjunta del grupo y, en general, para el rendimiento del trabajo en común. Es un ejemplo más de la maldición de la diversidad. Y deberíamos pensar si la escuela, diseñada más para las niñas que para los niños, generaría más beneficios para la Sociedad y para los niños si permitiéramos un cierto grado de separación por sexos en la primaria y la secundaria.
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