people who teamed up to take resources aggressively from others, and who collectively defended their own resources, did better than people and groups who did not fight
La guerra es una forma extrema de cooperación y una potente fuente de presión evolutiva porque es una de las primeras causas de mortalidad en algunas especies. Ha acompañado a los humanos desde su origen – hace c. 300.000 años) lo que permite suponer que la psicología humana se ha debido de ver modelada por la guerra (explicaría la valentía o el coraje, la propensión al riesgo, el altruismo hacia los de nuestro grupo, el patriarcado o la xenofobia) por no hablar de su influencia en la evolución cultural de las sociedades humanas hasta el punto de que, como es sabido, las frecuentes guerras en Europa se han aducido como explicación de su predominio mundial.
Como explican los autores, la perspectiva darwiniana lo cambió todo al respecto al transformar
el marco explicativo para cualquier persona interesada en comprender los orígenes y el comportamiento humanos. Al proporcionar argumentos convincentes de que la evolución se produjo a través del simple pero elegante mecanismo de la selección natural, Darwin ayudó a cambiar la discusión sobre el "estado de la naturaleza" humana del ámbito de la especulación filosófica a un conjunto de cuestiones que se pueden resolver (al menos en principio) mediante la investigación empírica…
Dijo Darwin sobre la guerra y la selección natural:
"Cuando dos tribus primitivas colindantes empezaron a competir, la que tuviera un mayor número de individuos valientes, cooperativos y leales, siempre dispuestos a advertirse recíprocamente de cualquier peligro, a ayudarse y a defenderse, sería sin duda la tribu que lograría vencer a la otra… Así esas cualidades morales y sociales avanzarían con el paso del tiempo y se difundirían por todo el mundo
Los animales proclives a la guerra son animales que viven en grupos estables. Las ventajas del grupo derivan de la mayor capacidad para extraer recursos del entorno, mayor facilidad de emparejamiento reproductivo y mayor protección frente a los depredadores. Si la guerra es una forma de agresión de carácter grupal, habrá que explicar su aparición por referencia a las razones que llevan a los animales a agredir a otros. En el cuadro que figura al comienzo de esta entrada, los autores resumen los argumentos al respecto.
Según los estudios disponibles sobre los chimpancés, éstos matan en grupo a los miembros de otra comunidad de chimpancés cuando se encuentran en clara ventaja numérica en el número de machos en la “partida” respecto de la “partida” rival (8 a 1) que, por tanto, hace muy poco costoso matar a los rivales y apoderarse de los recursos
¿Qué pasa con los humanos?
No es seguro que se pueda considerar que, dado que esta es la explicación más plausible para los chimpancés, la violencia bélica forme parte de la herencia común a chimpancés y humanos. Hay otros primates con los que compartimos herencia (como los bonobos) cuya conducta de agresión no puede explicarse en términos de diferencia numérica. La explicación de la diferencia parece encontrarse en que los chimpancés más agresivos son también los que pasan más tiempo buscando comida en solitario, de modo que son presas fáciles de un ataque colectivo por parte de otra partida de chimpancés además de que los bonobos buscan comida en grupo con participación en el mismo de numerosas hembras que, como es sabido, reducen la intensidad de la competencia entre los machos por el apareamiento.
La pelea por decidir si los cazadores-recolectores eran más belicosos o más pacíficos que los agricultores parece resuelta en la afirmativa. Lo eran:
“las relaciones pacíficas entre grupos se limitaban en su mayoría a relaciones entre bandas que pertenecían a grupos sociales más grandes, mientras que las relaciones eran hostiles en general entre grupos diferentes etno-lingüísticamente”.
En cuanto al tipo de agresión bélica, la idea de minimizar los costes de la agresión parece explicarlas (predominio de las emboscadas y la “guerrilla” y ataque a grupos más pequeños o a individuos aislados). De manera que la explicación más “básica” de la agresión en grupo es la de obtener recursos materiales y reproductivos a bajo coste apropiándose de los de otros que están en situación de inferioridad. Lo que esta explicación no proporciona son buenos argumentos para los casos de relaciones pacíficas y, sobre todo, cómo se resuelve el problema de los gorrones (acción colectiva) que se benefician del resultado de la agresión pero no incurren en los costes de la guerra. Una explicación plausible es que cuanto mayor sea la diferencia – y, por tanto, más segura sea la victoria sin riesgo de resultar herido o muerto – con el grupo atacado, menos probabilidad hay de que haya gorrones en el grupo (acuérdense del chiste de Gila sobre si meterse o no meterse en la pelea), lo que explicaría igualmente por qué las hembras no participan (no participan en el botín. Son el botín de guerra en muchos casos). De ahí que
una de las hipótesis mejor apoyadas sobre el papel de la guerra en la formación de la psicología humana es la hipótesis del guerrero masculino (McDonald et al., 2012; Van Vugt, 2012). De acuerdo con esta hipótesis, los varones tienen mecanismos psicológicos que facilitan su capacidad para formar coaliciones para conflictos intergrupales contra otros grupos. La agresión contra forasteros sirve a la protección o adquisición de oportunidades reproductivas (McDonald et al., 2012). La hipótesis del guerrero masculino permite realizar predicciones específicas sobre la psicología masculina. Por ejemplo, los hombres discriminan más y son más racistas que las mujeres y más agresivos contra los varones foráneos que contra las hembras foráneas. Comparado con las mujeres, los hombres deberían reconciliarse más fácilmente después de un conflicto dentro del grupo, lo que se ha comprobado recientemente (Benenson y Wrangham, 2016)… existen indicios sustanciales de que los hombres y las mujeres tienen diferentes psicologías de coalición que parecen haber resultado de la agresión intergrupal (McDonald et al., 2012).
¿Cómo se incentiva la participación en las agresiones colectivas contra otros grupos? Premiando específicamente a los que lo hacen (más acceso a las hembras o mayor status social y preferencia como compañero). Desde la evolución cultural, la guerra de conquista, acompañada de normas sociales que favorecen la cooperación entre los miembros del grupo – conquistador – explican la extensión de las reglas de no agresión en grupos cada vez más grandes, de forma que
“la guerra es la responsable de que surjan y crezcan sociedades complejas… y el altruismo hacia los miembros del propio grupo y la hostilidad hacia los individuos ajenos al grupo van unidos”
Glowacki, L., et al., The evolutionary anthropology of war. J. Econ. Behav. Organ. (2017)