miércoles, 16 de octubre de 2024

La conjura contra España (XCV): la diferencia entre culpa in vigilando y culpa in eligendo

foto: JJBOSE

He contado alguna vez que al gran jurista Jiménez de Asúa le reprochaban que, en los tribunales de cátedra, siempre votaba "a sus amigos", a lo que él contestaba: "Sí, pero primero los elijo" (a mis colegas la frase les parece 'detestable'). Hay una correlación inversa entre la inversión necesaria en seleccionar a alguien para un puesto y la necesaria para monitorizarlo una vez que está en el ejercicio del cargo. Cuando se selecciona a alguien para un puesto en el que se desempeñará con autonomía y discrecionalidad, es eficiente invertir mucho en el proceso de selección. Cuando se trata de ejecutar tareas estandarizadas, deben minimizarse las inversiones en la selección porque será fácil para el empleador descubrir y sancionar - con el despido - al trabajador negligente o desleal.

Sánchez debe responder políticamente de cualquier cosa que haya hecho Ábalos. Como Esperanza Aguirre de Ignacio González o Artur Mas de Osácar. Pero no porque pese sobre ellos culpa in vigilando, sino por culpa in eligendo. Sánchez eligió a Ábalos (o se eligieron recíprocamente). Y esa elección recíproca dispensa a cada uno de ellos de vigilar al otro cuando desempeñan los cargos para los que han sido elegidos o nombrados. La relación entre los que se eligen recíprocamente - los cónyuges - se basa en la confianza. De manera que la responsabilidad de Sánchez deriva de su pésimo juicio para elegir a sus más estrechos colaboradores, no de que no los haya vigilado estrechamente. 

Claro que uno no elige a quien quiere, sino a quien puede y, dada la calaña moral y la escasa inteligencia de Sánchez (se equivoca Amón, Sánchez es muy desconfiado pero fácil de engañar: nadie soltaría tantas patrañas escritas por otro si no fuera fácil convencerle de que esas patrañas funcionan) no es extraño que sus colaboradores sean gente de pocos escrúpulos y menos conocimientos o inteligencia. Piensen en Montero (la presidenta del club de fans de Sánchez, sustituyendo a aquella periodista que parece que ha dejado de salir en los medios), Alegría (¿alguien sabe por qué Alegría estudió Magisterio en Teruel en lugar de hacerlo en Zaragoza?), Rodríguez (la de "no poner ruedas en el camino"), Marlasca (el azote de los coroneles honrados, el chico de las tareas sucias), Bolaños (el mentiroso nº 2) o Armengol (la de las amistades peligrosas y críada de Sánchez en la Carrera de San Jerónimo) por decir solo unos pocos nombres y recuerden que aquellos de los colaboradores de Sánchez que tienen algo de inteligencia y conocimientos, han de compensarlo con una reducción en el nivel de escrúpulos y decencia.

Una vez más: me preocupa mucho menos la calaña de Sánchez que la de los centenares, quizá miles de individuos que le sirven. Entre ellos, señeramente, el señor García Ortiz que lleva a gala ser imputado por el Tribunal Supremo si, con ello, apoya la causa del presidente del Gobierno contra Ayuso. García Ortiz se defiende asegurando que toda la información secreta que reveló era veraz, tratando, de nuevo, de engañar a la ciudadanía sobre la naturaleza del delito de revelación de secretos que ha cometido.

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