sábado, 24 de abril de 2021

¡Dios, qué buen vasallo, si hubiese buen señor! Sobre un comentario de Savater acerca de Gabilondo

 


Foto: Pedro Fraile 

Teniendo en cuenta la mentalidad feudal y los efectos jurídicos de la ira regia, la interpretación que parece más adecuada es la segunda: el exiliado dejaba de ser vasallo de su rey y, para subsistir, solía buscar a un nuevo señor al que prestar sus servicios (cf. Partidas, IV, xxv, 8 y ii). Como, mientras tanto, no era vasallo de nadie, la frase ha de tener sentido condicional, y con ella los ciudadanos de Burgos expresan las posibilidades que se le abren al Cid en el destierro. [...] De este modo, se acusa veladamente al rey de haber repudiado a tan buen vasallo, pero, a la vez, se permite identificarlo en el futuro con ese buen señor que el Cid recobrará desde el exilio. (Montaner 1993: 394-395)

Esta es la interpretación del verso 20 del Cantar del Mío Cid de Montaner que recoge Boix que, a su vez, dedica su trabajo de 2008 a explicar la relación entre este verso y uno del Perceval que se traduce como «y que ha tenido un mal maestro; / mas podría ser un valioso vasallo». En realidad, cuenta Boix, Perceval no había tenido ningún maestro, pero sus cualidades personales le permitirán “ser no ya un buen vasallo, sino un excepcional caballero”). El Cid fue desterrado por el rey Alfonso VI por – presuntamente – haberse quedado con unos impuestos – parias – que había recaudado en Sevilla, lo cual es, obviamente, falso y producto de mentirosos que malmetieron para engañar al rey (¡Esto me an buelto mios enemigos malos! v. 9). O sea, que Alfonso VI no podía considerarse, en modo alguno, un “mal señor”. Al contrario, era el “señor natural” y, a lo largo del cantar, 

“estaba pasando a ser el buen señor que reclamaban los burgaleses, pues (conforme avanza la historia) muestra clara simpatía hacia el Cid”

Y así se entiende la cita de Montaner transcrita en su parte final. Y dice Boix:

los burgaleses no creen que el rey esté actuando correctamente: porque, frente al buen vasallo, el rey no es «buen señor», pues con tanta saña se porta contra el buen Cid. Es necesario considerar que, tal vez, los burgaleses permanecen en la ignorancia, y no saben que han sido malos nobles los que han enfrentado a Alfonso VI con el Cid. ... Aunque no creo que el autor quisiera dejar a los de Burgos como ignorantes, no es imposible, ni mucho menos, que no sepan de los malos mestureros. Visto el v. 20 desde esa ignorancia, pese a la cual muestran su estima al Campeador, y sumando además las órdenes regias que prohíben la ayuda al Cid, no es extraño que a los habitantes de la ciudad el rey les pareciese un tirano, al menos en ese momento.

O sea, que no es que Alfonso VI fuera un “mal señor”, sino que estaba actuando equivocadamente al castigar al Cid con el destierro. Tanto el Cid como el Rey son considerados en el verso 20 por su condición – su status –: el Cid es un buen vasallo, porque actúa de conformidad con lo que se espera de un vasallo pero el Rey no se ha comportado como un buen señor, esto es, no ha cumplido con los deberes propios de su papel en la sociedad feudal

el v. 20 no se refiere a si los protagonistas son buenos o malos moralmente, sino a si cumplen bien o no su función en esa relación recíproca señor-vasallo: el Cid es buen vasallo, cumple con sus deberes para con Alfonso, pero éste no cumple como un señor debiera hacia un vasallo fiel, sino que lo destierra.

Naturalmente, el Rey nunca tiene la culpa (the king can do no wrong). Es siempre – hasta la Revolución Francesa – culpa de los que malaconsejan al Rey: “los malos vasallos hacen del rey un monarca injusto”.

En su columna “Convencido”, Savater termina refiriéndose a Ángel Gabilondo, candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid utilizando el verso 20 del Cantar del Mío Cid. Es obvio que Savater quiere mostrar su aprecio por Gabilondo y, a la vez, su desprecio por el “señor” de Gabilondo, esto es, Pedro Sánchez. Savater y Gabilondo son colegas, catedráticos de filosofía ambos, y Gabilondo es buena gente, doy fe.

Sin embargo, cualquiera que haya leído hasta aquí, estará de acuerdo en que Savater no ha citado correctamente el Cantar del Mío Cid. Alfonso VI era el “señor natural” de Rodrígo Díaz de Vivar. El Cid no habría sido un buen vasallo – y luego un gran señor tras alcanzar la condición de alta nobleza gracias a sus hazañas militares – si hubiera servido a otro que no fuera Alfonso VI, su señor natural. 

Nadie ha obligado a nadie a servir a Pedro Sánchez. 

Pedro Sánchez no es el “señor natural” de nadie de los que, actualmente, trabajan en las instituciones públicas porque Sánchez los ha “colocado” o, cuando menos, porque Sánchez lo ha visto con buenos ojos. 

Todos ellos han elegido a Sánchez y han elegido trabajar para Sánchez y lo han hecho a sabiendas de la catadura moral, de la incompetencia y de la falta de talento del presidente del gobierno. 

De modo que cualquiera que quiera ser considerado un “buen vasallo” en el sentido en el que el Cantar lo dice del Cid, habría de preguntarse si es posible considerar a Pedro Sánchez como el “buen señor” al que alguien con honra puede servir.

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