viernes, 21 de mayo de 2021

Relación y efectos de la inversión pública en educación y en I+D



En 2002, el gobierno danés exigió a las universidades que duplicaran el número de doctorados en 10 años, para ampliar el número de científicos e inventores. Se logró aumentar el número de matriculados en doctorado pero el cociente intelectual medio de los doctores bajó. La moraleja es que si quieres ampliar la base numérica sin reducir la calidad de cada uno de los que están en el conjunto, tienes que capturar talento en “depósitos” que no hubieras explotado anteriormente (ej., niños pobres que no llegan a la universidad a pesar de tener alto IQ). 

Algunos párrafos de las conclusiones a las que llegan los autores:

Los individuos deciden su trayectoria profesional en función de su talento, sus preferencias, y el tiempo que se tarda en construir el capital humano…

… la introducción de una subvención a la innovación es menos eficaz que lo que se supone debido a una serie de fuerzas, como el tiempo para formar el capital humano y las constricciones financieras que pueden padecer los que desean dedicarse a la investigación…

… el impacto de las subvenciones a la I+D puede reforzarse cuando se combinan con una política de educación superior que selecciona a las personas con talento pero que tienen limitaciones financieras para dedicarse a la investigación…

Si el gobierno tiene un presupuesto del 0,5% del PIB para asignar a la investigación… debería asignar todos sus recursos a las subvenciones a la educación para mejorar el colectivo de talentos permitiendo el acceso a la educación de las personas con limitaciones financieras. Con un presupuesto mayor, el gobierno debería combinar las subvenciones a la educación, las subvenciones a la I+D y una ampliación de la oferta de plazas educativas. Con un presupuesto del 1% del PIB, la asignación óptima es entre las subvenciones a la educación y a la I+D, con un 50% del presupuesto para las subvenciones a la I+D y un 50% para las subvenciones a la educación. Con un presupuesto del 2,5% del PIB, lo óptimo es asignar el 58% del presupuesto a las subvenciones a la I+D, el 26% a las subvenciones a la educación y el 16% a la ampliación de las plazas educativas disponibles. El hecho de que exista una combinación óptima pone de manifiesto el papel de la complementariedad de las políticas en su contribución al crecimiento económico.

… la política educativa (hacer gratuita la educación) es más eficaz en las sociedades más desiguales para estimular la innovación… Por el contrario, en un entorno con menores fricciones financieras, menos individuos no pueden pagar la escolarización; por tanto, subvencionar el coste de la educación es menos eficaz para estimular el crecimiento económico. En una economía en la que todos pueden permitirse estudiar, las subvenciones a la educación no tienen ninguna eficacia, ya que los individuos que quieran seguir una carrera de investigación lo harán de todas formas. En una economía con una gran desigualdad y en la que, por tanto, todas esas limitaciones afectan a la posibilidad de dedicarse a la investigación para toda la población, las subvenciones a la educación son el instrumento político más eficaz para la innovación.

la política de I+D es la más eficaz para la innovación a corto plazo. En efecto, la política de I+D estimula la compra de insumos de I+D distintos del capital humano (por ejemplo, equipos de laboratorio) por parte de los investigadores existentes, lo que se traduce en más innovación. En cambio, la política educativa tiene una eficacia limitada a corto plazo debido al tiempo necesario para producir capital humano, pero es más eficaz a medio y largo plazo. Las subvenciones a la educación tardan unos cinco años en superar a la política de I+D en cuanto a su efecto global de crecimiento para un gasto equivalente del 0,5% del PIB.

Ufuk Akcigit, Jeremy G. Pearce & Marta Prato, Tapping into Talent: Coupling Education and Innovation Policies for Economic Growth, NBER, 2020

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