jueves, 1 de agosto de 2024

Carmona también critica a Innerarity

Foto: JJBOSE


Carmona se refiere a este artículo de Innerarity, lleno de bobadas, afirmaciones ignorantes, lugares comunes y anécdotas elevadas a teorías. Destaco esta entre muchas

Podemos examinar desde esta perspectiva el caso del conflicto catalán. Entre los años 2006 y 2010 estuvo vigente un Estatuto negociado por muchos actores, aprobado por dos Parlamentos y refrendado por el pueblo catalán, antes de que la célebre sentencia del Tribunal Constitucional lo declarara parcialmente inconstitucional, con los efectos que todos conocemos. ¿Acaso el Estatut no tenía antes de la sentencia los suficientes requisitos democráticos y no había funcionado con normalidad? Si el objetivo era la estabilidad política, es difícil imaginar algo que haya producido una mayor inestabilidad.

Se olvida Innerarity que al Constitucional no le tocaba juzgar si el Estatut era "democrático" o si había "funcionado con normalidad". Le tocaba decidir si era compatible con la Constitución. Pero como esa hay unas cuantas tonterías más (mezcla y confunde el control de legalidad de los tribunales con el control de constitucionalidad de las leyes por parte del Constitucional)

Carmona afirma, en síntesis, que la cosa no está tan mal como la pinta Innerarity. Que hay "excesos" en las decisiones de algunos jueces pero que el sistema tiene sus mecanismos para combatir esos excesos y corregir a los jueces que se desmandan, mecanismos que no pueden ser los mismos que los que combaten y corrigen los excesos del legislador. 

Me interesa lo que dice Carmona sobre el Tribunal Constitucional. En en pocas palabras: el TC está demasiado politizado en el sentido estrecho del término, es decir, que los magistrados votan con el carné político y no con su carné de juristas de reconocida competencia y eso es muy chungo, claro. Carmona tiene sus querencias, como todos, y claro, presenta la situación del TC desde la "equidistancia". Cuando mandaba el PP - dice -, la mayoría de los magistrados nombrados por el PP hacía lo que quería el gobierno del PP y ahora que mandan el PSOE, la extrema izquierda y los nacionalistas, la mayoría del TC hace lo que quiere Sánchez. 

Este es un análisis de pocos vuelos, me temo. La realidad es que, hasta la llegada de Sánchez al gobierno, los magistrados del TC no se habían visto más que muy ocasionalmente en la tesitura de anteponer su deber de juristas a sus creencias/querencias políticas (piénsese en la sentencia de Rumasa, la de Batasuna, algunas sobre competencias autonómicas, la del Estatut, la de la prisión permanente revisable o la de las mayores penas para varones que para mujeres), simplemente porque ningún gobierno ni legislatura anterior a Sánchez había forzado las costuras de nuestra Constitución como lo ha hecho él. 

Sánchez desafía una y otra vez los consensos alcanzados en los últimos cuarenta años. Les doy algunos ejemplos

  • Lo hizo con la pandemia cuando impuso, sin justificación, restricciones brutales a los derechos de los ciudadanos que no hace falta recordar ahora y delegó las competencias del Estado en las CCAA de tal forma que provocó un caos regulatorio y una privación a los ciudadanos de su derecho a desplazarse libremente por todo el territorio nacional. 
  • Su alianza con Bildu, los nacionalistas y la extrema izquierda le llevaron a poner en vigor medidas muy discutibles constitucionalmente tales como los indultos y la derogación del delito de sedición sin sustitución por un delito de deslealtad constitucional. 
  • Al perder la mayoría en el Senado, se ha dedicado a recortar las competencias de éste. 
  • Su rivalidad con la presidenta de la Comunidad de Madrid le ha llevado a aprobar leyes dirigidas a impedir que las CCAA "no afines" usen sus competencias fiscales como les parezca mejor; 
  • Para satisfacer a los insaciables nacionalistas, reforma la Educación dejando desprotegidos a los niños de lengua materna española frente a las administraciones escolares regionales; 
  • La regulación ex novo del aborto como "un derecho fundamental" ha roto el consenso sobre la materia que el PP se cuidó mucho de no poner en cuestión; 
  • La criminalización desorbitada, desigual y chapucera de conductas que nunca se consideraron delito en el ámbito de las agresiones sexuales ha generado la reacción de los varones jóvenes que se consideran, como nunca antes, discriminados. 
  • La cesión de competencias y la instauración de un régimen bilateral de relación con  algunas regiones ha creado más y más desigualdad entre CCAA. 
  • En cuanto al procedimiento legislativo, Sánchez ha convertido a la presidencia del Congreso en su mayordomo, de modo que los derechos de la oposición no se respetan y se aprueban una y otra vez enmiendas ya declaradas inconstitucionales por el Tribunal Constitucional por no recordar el abuso doloso del empleo del Decreto-Ley.
Y hemos culminado esta afición de Sánchez por reventar cualquier consenso entre los españoles con la política exterior (piénsese en la relación con Venezuela o con Marruecos) y con la aprobación de la ley de amnistía, la única ley relevante que ha conseguido aprobar la coalición gobernante en esta legislatura. 

De modo que describir, como hace Carmona, la situación del Tribunal Constitucional como una en la que se 
evidencia la incapacidad para hallar un espacio común que acoja una interpretación constitucional ampliamente compartida de cara a dirimir la constitucionalidad de las leyes. Es en esta recurrente dinámica fragmentada por bloques que las decisiones del TC se interpretan en clave eminentemente política. Dependiendo de cuál sea la pretendida mayoría ideológica predominante en su composición, se concluye que se abre camino una lectura progresista de la Constitución o, por el contrario, se impone otra de signo opuesto, cerrando el paso al cambio promovido por la mayoría en el poder"

es quedarse muy corta. Lo que ha agravado muchísimo la situación de Tribunal Constitucional es que este Tribunal Constitucional se ha puesto, como todos los anteriores recientes, del lado de la mayoría pero es que nunca tuvimos una mayoría tan poco respetuosa con la Constitución como ésta (no tengo que recordar a Carmona que Sánchez gobierna gracias a los votos de 4 partidos que quieren acabar con España tal como la conocemos). Por tanto, las "tragaderas" que se requieren en el Tribunal Constitucional para bendecir la obra de esta mayoría y considerarla constitucional son mucho más grandes que las que se requerían de los anteriores magistrados, progresistas o conservadores. Para 'bendecir' normas como aquella que privaba de sus competencias al CGPJ mientras estuviera en funciones o la del impuesto de las grandes fortunas o para privar a los jueces de la competencia exclusiva para valorar la prueba hay que ser un Tribunal Constitucional muy forofo. O Muy de izquierdas como reconoció la catedrática de Derecho Constitucional y magistrada María Luisa Balaguer al redactar su ponencia en la que afirma que hay un derecho fundamental a interrumpir el embarazo.

La obra del Tribunal Constitucional no puede valorarse en el vacío. Si viviésemos tiempos tranquilos políticamente, el TC sólo generaría polémica ocasionalmente. Pero con una mayoría escuálida y más parecida a una jaula de escorpiones, cada uno preguntando "qué hay de lo mío", cada ley que produzca, cada decisión de la presidenta de las Cortes acabará ante el Tribunal Constitucional. Por tanto, son tiempos nuevos estos, también para el Tribunal Constitucional. 

Dada la pobreza del análisis, conformémonos con las apelaciones irrefutables de Carmona a la supremacía de la Constitución y a la tarea que ésta asigna al Tribunal Constitucional. Lo increíble es que esas apelaciones sean necesarias porque, en el mismo periódico, Innerarity sigue colgando sus estupideces sectarias una semana tras otra. 

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