Estas becas tienen una cuantía de 2000 euros para el chiquillo a cambio de hacer un trabajo o, en Ciencias Experimentales, utilizar las instalaciones de la universidad para hacer algún "experimento", supongo. Edward O. Wilson cuenta cómo un joven profesor de la universidad donde cursaba su carrera le permitió trabajar en el laboratorio ilegalmente, claro, porque al laboratorio sólo tenían acceso los estudiantes de posgrado y la experiencia fue tan importante para él que la consideró merecedora de figurar en sus memorias.
En Derecho, estas becas no tienen sentido (en realidad, nada del sistema de financiación de la investigación tiene sentido aplicado a los estudios académicos de Derecho). A Derecho lo que le convendría es un sistema de becas que permitiera a los chiquillos de último año del grado o a estudiantes del master ayudar al profesor en su docencia y trabajo académico a cambio de que el profesor le ayudara en la elaboración de un 'buen' TFG o TFM (el nivel promedio de los primeros roza el de una redacción escolar de la ESO). No me cabe duda de que estos ayudantes de docencia aprenderían muchas cosas que les pueden ser útiles en su trabajo futuro en cualquiera de las profesiones jurídicas incluida, por supuesto, la de la docencia y el estudio académico del Derecho y, a la vez, mejorarían la calidad del servicio público de docencia que proporcionamos a los estudiantes de Derecho.
Pero claro, esto es España. En España, el Ministerio ha convertido estas becas de colaboración en una orgía de burocracia. Calculo que el coste de ejecutar este programa de becas (su cuantía total es inferior a los 5 millones de euros para toda España) supera los 15 millones de euros en horas de funcionarios, profesores, miembros de departamentos y horas de los propios chiquillos que han de preparar el "proyecto" y hacerlo aprobar por las múltiples instancias que intervienen en su tramitación. No les aburro con el procedimiento (se regula en el artículo 9 de la Resolución) pero si le dan un repaso, comprobarán que se necesitan no menos de 100 horas por beca, lo que supone que, a 60 euros/hora, estaríamos en el triple del presupuesto destinado a los chiquillos.
El lenguaje del Ministerio, como siempre, es merecedor de la restauración de la guillotina
Esta modalidad de beca resulta de indudable interés tanto para los departamentos como para los estudiantes en tanto pueden tomar contacto con tareas de investigación especializadas directamente vinculadas con los estudios que están cursando, al tiempo que les ofrece la posibilidad de ampliar sus conocimientos y concretar sus intereses para la posible incorporación a futuras tareas docentes o investigadoras.
La colaboración prestada por el becario estará directamente vinculada con sus estudios y no supondrá, en ningún caso, la realización de tareas propias de un puesto de trabajo.
Y la pregunta es: ¿qué interés tiene un departamento de Derecho en mentorizar a uno de los solicitantes de estas becas? Ninguno. Porque pedir al chico o chica que le eche una mano en la docencia (por ejemplo, preparando materiales para los seminarios o corrigiendo las comprobaciones de conocimientos adquiridos etc) o que le ayude en la elaboración de un trabajo académico (buscándole bibliografía, resumiendo textos etc) sería explotarlo y Yolanda Díaz diría, inmediatamente, que hay que hacer un contrato al chiquillo y que tiene que empezar a cotizar a la Seguridad Social. Pero la convocatoria lo deja claro: las tareas que el chiquillo puede realizar a cambio de esos 2000 euros no pueden suponer "en ningún caso" las "propias de un puesto de trabajo". Los laboralistas tienen aquí tajo: ajenidad y dependencia. Deja clara la Resolución del Ministerio que los chiquillos no pueden trabajar para el profesor que les mentorice. Porque tendríamos, claramente, a un trabajador. Y la presunción de laboralidad daría al traste con el programa de becas.
¿Qué tiene que hacer la chiquilla que quiera estos 2000 euros? Mucho más que para recibir los 400 euros del bono cultural
Presentar un proyecto de colaboración a desarrollar dentro de alguna de las líneas de investigación en curso de los departamentos universitarios. Dicho proyecto deberá definir las tareas a realizar, describiendo de forma expresa el impacto formativo complementario que el desarrollo del mismo tendrá en algunas de las competencias asociadas a las materias de formación básica u obligatorias de la titulación que el solicitante se encuentra cursando y deberá venir avalado por el grupo de investigación receptor o el departamento donde se vaya a desarrollar.
Eso de "describir de forma expresa" es fantástico. Es como lo del concierto económico solidario. ¿Cómo se puede "describir el impacto formativo complementario (sic) que el desarrollo" del proyecto de colaboración tendrá "en alguna de las competencias asociadas" si no es usando palabras, esto es, de forma expresa? Lo de las competencias es lo de los pedabobos, ya tú sabes, que nos obligan a describir las asignaturas diciendo qué competencias de los chiquillos se desarrollarán gracias a que cursen una asignatura. Por ejemplo, si estudias Derecho Mercantil I adquirirás competencias como:
"Capacidad teórica de análisis y síntesis, Capacidad de aprendizaje, Capacidad creativa para encontrar nuevas ideas y soluciones, Capacidad crítica y de autocrítica, Capacidad de comunicación fluida oral y escrita en español, Capacidad para utilizar nuevas herramientas informáticas y de análisis de datos, Contar con valores y comportamientos éticos, Habilidades de comunicación a través de Internet y, manejo de herramientas multimedia para la comunicación a distancia, Habilidades para la presentación en público de trabajos, ideas e informes, Preocupación por la calidad y el trabajo bien hecho (¿a que esta es buena?) Reconocimiento y comprensión de la transcendencia de los valores en los que se basa la democracia, la paz y la igualdad de los ciudadanos/as (esta es insuperable). Saber gestionar eficazmente el tiempo
Y ¿qué obligaciones tienen estos becarios? El nombre de la beca es engañoso. Porque no tienen que colaborar, tienen solo que laborar. En español de América, colaborar significa ayudar. Pero el becario de colaboración español no tiene que ayudar porque la beca se la dan para que haga un trabajo para sí mismo. De modo que uno no sabe qué quieren decir los pedabobos del Ministerio con
e) Prestar su colaboración de forma presencial a razón de tres horas diarias durante siete meses y medio a contar desde la fecha de incorporación al destino correspondiente como becario de colaboración, en los términos recogidos en el proyecto de colaboración en la universidad en la que está matriculado o en la que esté matriculado en el mayor número de créditos, en el curso 2024-2025.
"Colaboración" aparece tres veces en el apartado
¿Qué haría un país civilizado con estos 5 millones de euros? Darle 5000 euros a 1000 profesores universitarios que tengan 6 sexenios de investigación para que éstos se los den a un estudiante de grado o de master de su elección que, a cambio, le ayude en la docencia o en el laboratorio.
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