La prensa no le ha hecho ni caso. Y la primera sorpresa que se encuentra uno es la de las fechas. El Ministerio ha "analizado" el informe este jueves pasado, el 21 de diciembre. Pero el Informe lleva fecha de 30 abril 2023. ¿Quiere decir esto que el Gobierno tiene el Informe en su poder desde el 30 de abril pero sólo lo ha presentado el 21 de diciembre o hay una explicación más inocente?
Una parte de los errores en la respuesta a la pandemia se debió a problemas preexistentes en el sistema sanitario, entre los que destacan la distancia entre la salud pública y los niveles asistenciales, las deficiencias en los sistemas de vigilancia epidemiológica, unos recursos humanos estructuralmente infradimensionados para la actividad cotidiana de los servicios de salud pública, y la ausencia de un adecuado sistema de información a nivel nacional
Sobre las residencias, dice el Informe que faltaron protocolos previos y falló la "coordinación entre el sistema sanitario y los servicios sociales". La pregunta que este modo impersonal de hablar suscita es: ¿Quién era responsable de que esos protocolos existieran y se aplicaran y que existiera esa coordinación entre el sistema sanitario y los servicios sociales?
El desastre que fue la gestión del Ministro de Sanidad lo expresa el Informe con bastante benevolencia y en modo impersonal: todas las tareas que correspondían al Ministerio fueron un desastre:
En algunos casos se produjeron contradicciones en la respuesta de las distintas administraciones y se apreciaron fallos de coordinación en múltiples áreas, como en los servicios de urgencias y emergencias, en los mecanismos para compartir recursos médicos entre territorios o en la adquisición de material necesario para responder a la pandemia. Tampoco el Consejo Interterritorial SNS fue suficientemente eficaz como instrumento para adoptar decisiones homogéneas, cuando hubiera sido conveniente que lo fuera
Lo que sigue es gracioso. Dicen los expertos que hubo "errores de comunicación muy llamativos" (¿de quién?), que hubo "infodemia e intoxicación informativa". Pero no por parte del Gobierno (¿se acuerdan la conferencia de prensa diaria de más de una hora?) sino "principalmente en medios relativamente minoritarios y redes sociales". O sea que los medios minoritarios consiguieron intoxicar informativamente pero los mayoritarios y el Gobierno, no consiguieron desintoxicarnos. ¡Vaya por Dios!
A los autores del Informe les parece que ya han dado mucha caña a los políticos con esto que he transcrito, así que pasan a contarnos las cosas que se hicieron bien, que fueron muchas. Ya pueden imaginar. Los héroes profesionales médicos, militares y policías, "la excelente campaña de vacunación". Ok. Pero ya les dije que un país que no consigue vacunar a su población no puede llamarse desarrollado. Lo que no se entiende es que digan que hubo "fallos de coordinación en múltiples áreas" pero luego consideren que "se hizo bien" "la creación de un mando único al comienzo de la pandemia y la comunicación continua que se produjo entre el gobierno central y las Comunidades Autónomas (CCAA)". Parece contradictorio. El mando único y la "comunicación continua" no sirvió para coordinar a todas las administraciones. Las otras cosas que se hicieron bien (lo de la investigación no se referirá al CSIC, ¿verdad? Recordemos a su presidenta el 28 de febrero de 2020 diciendo que "el miedo es libre" y que no había que preocuparse o el fracaso rotundo de la vacuna del CSIC o el 'papelón' de muchos de los catedráticos de virología y epidemiología de nuestra Universidad... v. entradas relacionadas) las hizo el sector privado (teletrabajo). El Estado fue una rémora con una regulación innecesariamente restrictiva de la libertad de movimientos que perjudicó especialmente a los más pobres.
El Resumen Ejecutivo continúa proponiendo 12 "medidas clave" si hay otra pandemia. Esto es de aurora boreal y produce vergüenza ajena. Porque no hace referencia a la pandemia-realmente-sufrida sino que constituye una lista de medidas muy genéricas que debería adoptar cualquier autoridad sensata, claro.
Por ejemplo, aplicar el principio de precaución. Ya. No van a decir que hay que "inaplicarlo".
La segunda es alarmante "detectar precozmente... casos". No nos dicen que el Gobierno no buscó casos en los meses de enero y febrero para que no le estropearan las estadísticas.
La tercera es formar un comité de gestión asesorado por un comité científico ("Es necesario fomentar un clima de entendimiento que permita compatibilizar la transparencia con la protección de los equipos asesores frente a la presión social excesiva y el vapuleo mediático"). ¿Por qué iban a vapulear los medios a los científicos si éstos se comportan como se espera en una Sociedad que confía en la Ciencia como la española? Porque el Gobierno utilizó políticamente la Ciencia y muchos científicos se prestaron a ayudar al Gobierno. No es, pues, el vapuleo mediático. Es el incumplimiento por los científicos que asesoraron al Gobierno de sus deberes como tales. En el cuerpo del Informe, los cuatro de la Comisión se atreven a criticar al Gobierno (es broma). Le acusan, nada menos, que de "limitada transparencia sobre quiénes asesoraron al Gobierno de España en las primeras fases". Un understatement, claro. Sánchez, como todos sabemos, se inventó la existencia de un comité de expertos. Hay que alabar el arrojo de los cuatro miembros de la Comisión que se han atrevido a decir que el Gobierno de España ofreció una "limitada transparencia" sobre quién (no) le asesoraba.
La cuarta:
"Las medidas que se tomen deben estar amparadas desde el principio por un marco legal claro y suficiente, que dé seguridad jurídica a quienes tomen las decisiones. También es imprescindible una cultura profesional y social que no penalice excesivamente el error en la gestión de las primeras fases de una pandemia
De nuevo, el Informe es decepcionante. Su función debería ser señalar qué defectos presentaba la legislación vigente en el momento de producirse la pandemia, no decir obviedades como que es mejor tener legislación clara y suficiente que proporcione seguridad jurídica a tener legislación confusa e insuficiente.
En cuanto a la cultura "que no penalice excesivamente el error en la gestión", hay que construirla. Y, de nuevo, ha de reprocharse a los autores del Informe que no expliquen por qué no existió esa cultura en la España de marzo de 2020. ¿Por qué habían de perdonar los españoles los errores del Gobierno de marzo de 2020 - si es que no los perdonaron - cuando el Gobierno se había pasado el mes de febrero negando cualquier riesgo de pandemia y acusando a los que advertían del riesgo de alarmistas?
La quinta repite la indecencia.
debe ponerse en marcha la estrategia de comunicación a la ciudadanía, cuyas líneas generales deben estar previamente diseñadas. Es prudente evitar en lo posible la discrepancia frontal en público de quienes lideren la lucha contra la pandemia, y no se deben usar las medidas de salud pública como abono para la contienda política descarnada.
Supongamos que tenemos un abrelatas, les ha faltado decir a estos cuatro. Si uno quiere evitar las discrepancias, lo mejor es unificar las decisiones y 'llevarse bien' con los que pueden discrepar. El Gobierno hizo todo lo contrario. No hay que recordar la bronca de las primera quincena de marzo con la Comunidad de Madrid.
La 6, 7, 8, 9. 10, 11 y 12 son bullshit y wishful thinking. O sea, supongamos que tenemos abrelatas y latas que abrir con comida. Que si tuviéramos un sistema sanitario perfectamente preparado para una epidemia, con protocolos aprobados y probados para cada uno de los aspectos de gestión, la epidemia no habría causado tanto daño como causó. Y mano suave con la descoordinación entre Comunidades Autónomas, no vaya a ser que pongamos en peligro la diversidad. Lo de que las vacunas, buenas bonitas y baratas y pobres first es de vergüenza ajena.
A continuación, el Resumen aborda la Hoja de Ruta, es decir, las medidas que habría que tomar para la próxima pandemia. No entiendo. Creí que se trataba de evaluar la gestión de la pandemia, no de proponer un Plan de Pandemias. En la elaboración de dicho Plan, un Informe sobre la gestión de la pandemia de 2020 sería de gran utilidad porque veríamos qué ha fallado en concreto en España. Pero claro, eso obligaría a los miembros de la Comisión a ser ferozmente críticos con el Gobierno y no están para eso, por lo que se ve. Porque eso sería "buscar culpables" y en España, la empática España, eso de buscar culpables no se ve con buenos ojos.
El listado de medidas que proponen no tiene ningún valor y lo podría hacer un chat gpt y, desde luego, un profesor de Derecho Administrativo de alguna Facultad de Derecho prestigiosa. (proponen "potenciar la telemedicina" y promover "la versatilidad arquitectónica de los hospitales" entre otras medidas y "profesionalizar la dirección y gestión de la atención primaria y hospitalaria" ¡gran idea!. Lo de "asegurar el conocimiento experto del personal sanitario sobre los Equipos de Protección Individual (EPI) suena a sarcasmo si se recuerda la absoluta carencia de EPI en el primer mes de la pandemia. No dejan a un lado lo emocional: "impulsar políticas de humanización en la atención sanitaria, especialmente en las UCI", por aquello de que no dejaban visitar a los moribundos).
Y este es todo el Resumen Ejecutivo. El cuerpo del Informe es más decepcionante si cabe. Reproduce unos cuantos gráficos sobre el impacto de la pandemia en términos de vidas humanas y de retroceso económico. Paupérrrimo.
La parte central - tras explicar la 'metodología' se titula - como si fueran pedabobos - "Lecciones aprendidas". En esta parte se repite que "estábamos avisados... pero... no suficientemente preparados". Y que ni la legislación ¡ni los jueces! lo hicieron bien. Es realmente vergonzoso que la Comisión diga que
el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo han fallado en contra de algunas de las restricciones que se adoptaron dentro del Estado de Alarma durante la pandemia de COVID-19, y varios Tribunales Superiores de Justicia han interpretado de forma variable medidas similares tomadas en distintas CCAA (probablemente a partir de exposiciones de motivos algo diferentes). Ello dificultó la toma de decisiones para el control de la pandemia y pudo generar cierta desconfianza en la ciudadanía sobre las medidas adoptadas.
¿Esto sin decir ni una palabra sobre la bondad de la famosa "cogobernanza" (que fue declarada inconstitucional)? ¿Y si el Gobierno no hubiera encargado a los TSJ que aprobaran las medidas restrictivas? Bueno, parece que ninguno de los cuatro miembros de la comisión sabe Derecho.
La alabanza al "plan de reescolarización" con "reapertura más temprana de los centros educativos que en otros países" produce vergüenza ajena a la vista de los resultados PISA en algunas regiones. Pero lo que la 'evidencia anecdótica' me permite asegurar como profesor universitario es que nuestros estudiantes universitarios han perdido dos cursos académicos. Y lo que es peor, se han acostumbrado a que les aprueben. Recuperar la cultura del esfuerzo y percibir el riesgo de suspender como un riesgo real va a ser imposible y, con ello, tampoco se recuperará el aprendizaje.
Pero lo que dice (p 68) sobre la eficacia de las medidas es indignante. Cabría esperar de unos "expertos" que valorasen, con arreglo a criterios objetivos, la eficacia de las medidas adoptadas para contener los contagios y reducir las muertes y el impacto económico en términos de coste-beneficio. Como eso les habría supuesto mucho trabajo, ¿qué han hecho los expertos? ¡Una encuesta! y claro, la encuesta dice que lo hemos hecho requetebién todo. Como todas las encuestas que encarga el Gobierno:
Los resultados de la encuesta a la ciudadanía que acompaña a este informe muestran que la información más relevante resultó clara para la mayoría de la gente. Además, la mitad de la población cree que las medidas de control pandémico fueron buenas o muy buenas, mientras que solo 1 de cada 4 opinan que fueron malas o muy malas. La mayoría de las medidas se perciben como eficaces, especialmente la obligatoriedad del uso de mascarillas, la cancelación de eventos públicos y el confinamiento domiciliario nacional.
¿No les da vergüenza? Tuvimos el encierro más duro del mundo después de China. No sirvió para mucho y, desde luego, no mejoró los resultados comparado con medidas menos restrictivas, pero eso no parece importarles a los miembros de la Comisión, porque tienen una encuesta.
Y la diversidad les parece bien,
es legítimo explorar (como hicieron numerosas CCAA a lo largo de la pandemia) diversas aproximaciones razonables para su control, sobre todo modulando la duración o intensidad de algunas medidas, para no exacerbar las desigualdades sociales. Esto también es cierto a nivel de países enteros, como ocurrió, por ejemplo, en Europa durante la pandemia de COVID-19 (e.g., Portugal, Grecia, Reino Unido, Suecia, Italia, etc., que se separaron algo de las medidas más frecuentes en Europa por razones locales, a menudo bien fundamentadas). Una diversidad sensata y razonable (aunque no haya un estándar para definir estas dos dimensiones) en las medidas de control de una pandemia, ajustadas a las características locales/regionales del sistema sanitario y de la economía, es un experimento natural del que se pueden obtener lecciones para mejorar el control de una pandemia.
Uno piensa que, a continuación, criticarían al Gobierno de España por haber impedido a algunas Comunidades Autónomas "explorar" aproximaciones razonables, como hizo el ministro Illa con Madrid. Pero no. Los miembros de la Comisión no dicen una palabra de crítica al Gobierno. De hecho, se meten con la pobre Carme Artigas, ya despeñada, y su Radar COVID pero no son capaces de decirnos ni siquiera qué falló. ¡Vaya con la Comisión!
Y esto es todo el Informe. Ni una crítica concreta; ni una evaluación concreta de las medidas adoptadas por el Gobierno (recuerden, íbamos a un Decreto-Ley por semana), ni una palabra sobre si fue buena idea no dejar salir a los niños a la calle durante un mes; si el refuerzo del confinamiento a finales de marzo de 2020 fue una buena idea. Ni una palabra sobre si se gestionó adecuadamente la "desescalada" y si el descargo en las CCAA fue una buena idea. Ninguna comparación del desempeño de unas y otras CCAA; ni una palabra sobre las relaciones entre el Gobierno y las CCAA; ni una palabra sobre los conflictos entre el Gobierno y algunas CCAA y entre CCAA. Ni una palabra sobre los costes de las medidas económicas adoptadas por el Gobierno y sobre su preparación. Ni una palabra sobre los análisis realizados para determinar la eficacia de las medidas que se ponían en vigor (¿se acuerdan que nos volvieron a obligar a usar la mascarilla en la calle en diciembre de 2021?). Nada de nada.
Es, simplemente, un Informe que, como el Plan de Resiliencia, podría haberse hecho por una Técnico Comercial del Estado avispada o un Abogado del Estado recién sacada la oposición en la mitad de tiempo que ha empleado esta Comisión.
Pero es lo que cabía esperar. Es un fiel reflejo de la mediocridad del país. No somos un gran país como pretende su Majestad Felipe VI. En realidad, no lo hemos sido al menos desde el último tercio del reinado de Felipe II (imagínense las naciones periféricas de un país mediocre). Los cuatro miembros de esta Comisión no han hecho un trabajo que merezca felicitación alguna. Han incumplido con sus deberes hacia España y los españoles. Pero supongo que el Gobierno les recompensará adecuadamente. Al fin y al cabo, la Ministra ha dicho que son ellos los responsables de que el Informe no contenga crítica concreta alguna a decisiones concretas adoptadas durante la pandemia: “los expertos han dicho que no se buscan culpables, sino que se busca aprender de lo que se podría haber hecho mejor y de lo que se hizo bien“.
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