Para saber lo que es una SPAC, vea esta entrada. En el blog de Corporate Governance de Harvard, Frank Placenti ha publicado una columna sobre un pleito recién entablado en los EE.UU. en relación con una SPAC que tiene interés.
Tal y como se describe en la demanda en el caso Franchi, el núcleo del problema es que la mayoría de los consejeros de las SPAC son remunerados con una gran cantidad de acciones, que se reciben sin contraprestación o se compran por un precio simbólico… Estas acciones de los fundadores tienen un valor potencial de millones de dólares para los consejeros individuales si se completa una transacción De-SPAC (es decir, si la SPAC se fusiona con la empresa objetivo) incluso si el mercado da una valoración mediocre a la empresa cotizada resultante de la fusión.
Por otro lado, según las normas de la SEC y la práctica del mercado, si una SPAC no encuentra una empresa adecuada para fusionarse con ella en el un plazo de dos años desde la salida a bolsa de la SPAC, los que fueron a la oferta pública de la SPAC y compraron acciones, recuperan su inversión con intereses, la SPAC sale de bolsa y, en consecuencia, las acciones de los consejeros no valen nada. Teniendo en cuenta esta versión financiera de la "decisión de Sophie", los demandantes en el caso Franchi ven a los consejeros de las SPAC en un conflicto irremediable de interés al decidir sobre si aprobar la fusión con la empresa objetivo
O sea que los consejeros de la SPAC tienen todos los incentivos para aprobar la fusión (es a lo que ahora se llama “deSPACar” o sea, hacer que la SPAC deje de ser un vehículo para convertirse en una empresa operativa) porque, aunque el precio de las acciones de la resultante de la fusión sea inferior al precio de la oferta pública inicial de acciones de la SPAC (10 dólares típicamente), como ellos pagaron mucho menos por las acciones, tienen incentivos para votar a favor. El resultado es que “malas” operaciones de combinación de la SPAC con otras empresas resultan aprobadas por el consejo de la SPAC y siguen adelante. Así, en el caso que provocó la demanda Franchi, la fusión de la SPAC llamada Churchill III se proyectó con una empresa llamada Multiplan Corp. Si la fusión salía adelante, los consejeros de la SPAC recibirían, en media 3 millones de dólares en acciones. Una retribución probablemente desproporcionada (o tóxica en el lenguaje que empieza a tener éxito entre nosotros). Si a ese incentivo añadimos que estos consejeros “acompañan” al promotor de la SPAC – un tal Klein – en otras SPAC (alguno de ellos es familiar de Klein), se tendrá que admitir que es altamente improbable que se opongan a cualquier fusión de la SPAC por muy mala “pareja” que sea. En el caso de Multiplan Corp, no era solo que esta empresa “se enfrentaba a la pérdida segura e inminente de su mayor cliente” sino que “sus propietarios – un fondo de private equity - habían estado ofreciendo vende" Multiplan durante un largo periodo de tiempo sin que hubiera nadie interesado”.
Si los promotores de las SPAC y los consejeros designados por éstos participan también en fondos de private equity, entonces, los conflictos de interés pueden multiplicarse. Así, según se cuenta en esta columna, los demandantes alegan también que los consejeros de la SPAC no han tomado la decisión con la información adecuada y que esta no se ha hecho pública para permitir a los accionistas dispersos decidir si quieren – como tienen derecho – separarse de la SPAC cuando se aprueba la fusión. Y, en fin, que la SPAC no tuvo asesoramiento financiero independiente (no hubo un banco de inversión independiente que emitiera una fairness opinion sobre la relación de canje, o sea, en este caso, el valor de la empresa objetivo) y
“en vez de eso, la SPAC fue asesorada por un banco de inversión controlado por Klein, que recibió unos honorarios de más de 30 millones de dólares por su asesoramiento en la operación”
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