domingo, 12 de enero de 2020

Responsabilidad del socorrista




Es la Sentencia del Tribunal Supremo de 17 de diciembre de 2019, ECLI: ES:TS:2019:4205. Los padres del niño ahogado demandaron a la comunidad de propietarios, a la socorrista, a la empresa para la que trabajaba la socorrista y a la aseguradora de la comunidad de propietarios y de la empresa de servicios. La demanda fue desestimada en las dos instancias. El Supremo desestima el recurso de casación. 

La estimación dependía de que se afirmara la negligencia de la socorrista. 

No vale la pena hacer ningún comentario. Los fundamentos de la sentencia son de sobra elocuentes. La pregunta es ¿no debió intervenir el fiscal para comprobar si hubiera debido declararse la responsabilidad de Don Andrés y Doña Martina o del guardador de hecho?
La estimación del recurso interpuesto exigiría apreciar un comportamiento culposo en la actuación de la socorrista, que trabajaba en la piscina el día en que se produjo la muerte del menor; toda vez que la obligación de reparar el daño, que impone el art. 1902 del CC, se fundamenta en la omisión de la diligencia debida.
La actividad de la demandada, como socorrista, no se presta bajo un régimen de responsabilidad objetiva, de manera tal que deba hacerse cargo de todos los daños generados en el círculo espacio-temporal en el que desempeña sus servicios. La jurisprudencia no ha declarado, como tampoco podía hacerlo, que los socorristas deban responder de todos los eventos dañosos que se produzcan en el ejercicio de sus funciones. Es preciso, para ello, que quepa hacerles un reproche culpabilístico, cuya carga de la prueba corresponde a quien demanda. Es decir, que la estimación de la acción deducida exige que el daño sea imputable jurídicamente a una acción u omisión de la demandada, interviniendo dolo, absolutamente descartado en este caso, o culpa,por infracción de un deber de diligencia que le era exigible.
La socorrista se encontraba en el lugar de trabajo, dando una vuelta por los alrededores de la pileta destinada a piscina. Se descartó el incumplimiento de la normativa administrativa sobre el número necesario de socorristas.
El menor había quedado bajo el cuidado de una persona mayor, su madre se había ausentado temporalmente al hallarse en una vivienda de la urbanización.
No existía prueba constatada de que el niño previamente se hallase solo, en situación de peligro, de manera que debiera llamar la atención de la demandada.
Lejos de ello,la sentencia de la Audiencia declara que "la introducción de Torcuato en la piscina de adultos no debió alertara la socorrista porque, según las pruebas practicadas, estaba con el padre de la pareja de Doña Tatiana o próximo a él".
El menor se hunde en el agua, como señala la sentencia recurrida, sin aspavientos ni gritos de socorro.
Ninguno de los bañistas que estaban próximos a él se dio cuenta de esta circunstancia.
Un vecino, desde el balcón de una de las viviendas, ve al niño debajo del agua, alertando de tal circunstancia, momento en el cual la demandada se lanza inmediatamente al agua y ayudado por dicho guardador de hecho, lo rescatan, practicando inmediatamente la reanimación cardiorrespiratoria, alertando a una ambulancia que se traslada al lugar. Nada se dice sobre el tiempo en que el menor pudo estar debajo del agua.
La conducta de la demandada hallándose presente en el entorno dela piscina, sin la constatación previa de ninguna situación de peligro, que debiera ser prevenida, y reaccionando inmediatamente ante el suceso acaecido, sin creación de una situación adicional de peligro por su parte, por incumplimiento de los deberes de diligencia que le incumbían, no permite realizarle un juicio de imputación jurídica del resultado producido, por lo que el criterio de los tribunales de primera y segunda instancia deber ser ratificado, y, por ende, el recurso interpuesto desestimado.


sábado, 11 de enero de 2020

Atesoramiento injustificado de beneficios


Por Aurora Campins


En el caso enjuiciado, el Juzgado se ocupa de la impugnación del acuerdo social del reparto de 35% de los beneficios obtenidos en el ejercicio 2015. La sentencia relata cómo este acuerdo es fruto de una sentencia condenatoria previa en la que, tras declarar nulo un primer acuerdo de atesoramiento de beneficios de ese ejercicio, el juzgado condenó a la sociedad a que volviera a convocar junta general para que adoptara un acuerdo positivo de reparto “en el importe que resulte adecuado a las circunstancias de la empresa”. La sociedad defiende la licitud de ese porcentaje de reparto de beneficios (35%) en la medida en que, según su tesis, la sentencia condenatoria previa no concretaba la cuantía de resultado a repartir.

Es la SJM nº 8 de Barcelona de 3 de diciembre de 2019 ECLI:ES:JMB:2019:1179
Resulta consustancial a la propia existencia de una sociedad de capital, como es la demandada, la finalidad de repartir los beneficios entre los socios (baste citar aquí los arts. 93.a) TRLSC, 140 Co.Co. y 1.665 CC, entre otros). No obstante, no es menos cierto que en nuestro ordenamiento jurídico se contemplan varios supuestos en los que se limita o se prohíbe su reparto, por eso se habla siempre de "beneficio distribuible", que es, sintomáticamente, la expresión que emplea el párrafo 12 de la sentencia de 22 de enero de 2018, antes transcrito.
El derecho al dividendo es de carácter abstracto, de modo que sólo se constituye en un derecho de crédito frente a la sociedad tras el acuerdo adoptado por la junta general sobre un concreto reparto de beneficios o reservas.
La junta general es el órgano al que corresponde decidir, entre otras materias, acerca de la aplicación del resultado de cada ejercicio y las reservas, y en principio puede adoptar el acuerdo de reparto que mejor considere conviene al interés social (art. 160.a) TRLSC).
Sin embargo, pese a tratarse de un órgano soberano, para apartarse de la regla básica de reparto de los beneficios distribuibles, máxime si el posible acuerdo no se adopta por unanimidad (como sucede en el caso presente), debe ofrecer algún razonamiento que justifique la falta total o parcial de reparto. A falta de esta justificación, si además se constata que la sociedad no precisa retener los fondos correspondientes a todo o parte de los beneficios, el acuerdo que se adopte por los votos de la mayoría puede constituir un abuso de Derecho o un abuso de poder de ésta sobre la minoría.
En el caso que nos ocupa, nos encontramos ante un escenario en el que en el seno de una sociedad mercantil de carácter familiar, eminentemente cerrada, en la que el capital social está repartido entre tres hermanos, se ha trasladado al ámbito social un conflicto personal entre aquéllos, del que subyace, y este es un hecho notorio, una disputa por el reparto de la herencia familiar ( rectius : herencia del progenitor común de los tres socios de la compañía demandada), en la que el demandante sólo podrá participar ora por la vía la venta de las participaciones sociales de que es titular ora por la vía del reparto del dividendo. Este es el criterio razonado en la sentencia núm. 218/2019, de 8 de mayo, del Juzgado de lo mercantil núm. 9 de Barcelona , seguido entre los mismos litigantes, que este Magistrado comparte (…)”
Descendiendo a lo concreto y refiriéndonos siempre al ejercicio 2015 -y sólo a éste por elementales razones de congruencia- del balance a 31 de diciembre de 2015, que forma parte de las cuentas anuales (obrante al documento núm. 3 de la demanda), resulta que la tesorería disponible asciende a 438.895 euros, las deudas de todo tipo a corto plazo a 90.893 euros (aparte las fianzas recibidas que pese a figurar como de corto plazo parecen responder a los contratos de arrendamiento de los inmuebles, por tanto de exigencia no inmediata), lo que significa un excedente de 348.002 euros; de forma que aun repartiendo como dividendos todo el beneficio obtenido de 190.856 euros quedaría todavía un importe neto en tesorería libre de 157.146 euros, que dado el tamaño de la sociedad bien puede considerarse sumamente holgado.
Las reservas acumuladas hacen que los fondos propios cubran prácticamente la totalidad del activo, de manera que su crecimiento adicional sólo tendría sentido si existiesen proyectos concretos de inversión, que en modo alguno se justifican. En este punto resulta, cuanto menos, sintomático, que pese tratarse la demandada de una sociedad patrimonial, no haya comprado ni un solo inmueble desde el año 2008, como reconoció abiertamente la administradora de la compañía durante su interrogatorio en el plenario (min. 11:17:25), resultando vagas e insuficientes las explicaciones por ella dadas al respecto”.
“Adicionalmente, el acuerdo impugnado es incompleto porque sólo se pronuncia sobre la aplicación de una parte del resultado cuando debería referirse a la distribución del total; y ello a pesar de la pregunta que expresamente fue formulada por el representante del demandante en el seno de la junta de socios, quien obtuvo del presidente de la junta una respuesta que sólo puede ser calificada de arbitraria, ilógica e irracional, constitutiva de una ilegítima manifestación de abuso de poder de la mayoría social sobre el socio minoritario. Y si bien podría haberse llegado a inferir que el resto no destinado a dividendos habría de ir a incrementar las reservas voluntarias, debió ser explicado de modo claro y expreso en el seno de la junta de socios. Pero, lo más importante, en la junta se hubo de razonar cuál es el objetivo de incrementar las reservas, sin que pueda servir como justificación que la sentencia que trataba de cumplirse no señalaba cuantía: cierto es que no lo señalaba, pero en su fundamentación quedaba claro que faltaba cualquier justificación razonable para retener los beneficios, y esa ausencia continúa en los mismos términos, esto es: inexistencia de justificación alguna de la sistemática dotación de reservas voluntarias.
En… un escenario de reservas legales suficientemente cubiertas y de reservas voluntarias dotadas innecesariamente en exceso, en la junta general extraordinaria en la que se adoptó el acuerdo que esta sentencia declara nulo de pleno Derecho, hubo de exteriorizarse una justificación suficiente de la decisión adoptada y esto no sucedió; y esta decisión es, a nuestro juicio, un fraude de ley que disimula una burla al cumplimiento de una sentencia firme de este Juzgado y ocasiona un perjuicio efectivo al demandante, puesto que restringe sin amparo legal sus derechos de socio.
no se trata de sustituir la voluntad de la junta, que en principio es soberana respecto de las materias que son de su competencia, sino de impedir el abuso que representa el que sin más razón que la de los votos de los socios que configuran la mayoría social deje de repartirse el beneficio, reparto que, por lo expuesto, de modo alguno conduciría a la compañía demandada a una situación de iliquidez o de insolvencia concursal; y esa razón objetiva diferente (de haber existido) tenía que haberse ofrecido precisamente en la junta de 12 de abril de 2018, y no posteriormente en sede judicial.
En conclusión, el 100% del resultado del ejercicio 2015 de la sociedad demanda habrá de ser destinado a dividendos y repartido entre los tres socios de la compañía demandada en la proporción que corresponda a cada socio”.

jueves, 9 de enero de 2020

Lecciones para un joven científico


Edward O. Wilson tiene un libro con un título parecido. Martin Rees ha publicado un breve artículo sobre la cuestión en Nautil.us. Estos son algunos párrafos del mismo
E.O. Wilson afirma q para ser bueno en la Ciencia es mejor no ser demasiado brillante. Existe un riesgo de aburrimiento... las "mentes de saltamontes"- pueden encontrar un empleo más feliz en Wall Street que en un laboratorio
"Sólo los genios (o los chiflados) se ocupan directamente de las cuestiones más importantes y fundamentales. Multiplica la importancia del problema por la probabilidad de que lo resuelvas y maximiza el producto"
Wilson tiene un cociente intelectual de 122. Como “proxy” sobre la importancia de un problema se puede utilizar su interés intelectual y la dedicación de los que vinieron antes que nosotros a la cuestión. Es difícil que sea relevante un problema al que los “gigantes” que nos preceden no hayan prestado atención. Continúa Rees
"nuestra comprensión de los asuntos cotidianos que nos interesan a todos, la dieta o la educación, por ejemplo- sigue siendo tan escasa que los consejos de los "expertos" cambian de un año a otro. Pero no es paradójico que hayamos comprendido algunos fenómenos cósmicos arcanos mientras nos desconciertan las cosas cotidianas. Lo que nos desafía es la complejidad, no el mero tamaño. El insecto más pequeño está estructurado de manera mucho más intrincada que una estrella o una galaxia, y ofrece misterios más profundos" 
"los científicos, especialmente los teóricos, no mejoran con la edad, se queman... aunque hay excepciones de "florecimiento tardío", hay pocos científicos cuyos últimos trabajos sean los más grandes de su carrera" 
"La Ciencia es una cultura verdaderamente universal. Nuestras habilidades (a diferencia de las de un abogado) son transferibles en todo el mundo. Por eso los científicos pueden traspasar las fronteras de la nacionalidad y la ideología con mayor facilidad que otros grupos" 
"Conforme nos hagamos más ricos y con más tiempo libre y gracias a las tecnologías de la información, millones de individuos pueden convertirse en científicos aficionados reduciendo la importancia de las Universidades. Si son un nº suficientemente elevado aumentará la importancia de los científicos independientes al nivel que prevalecía antes del siglo XX, y quizás mejorará el florecimiento de las ideas genuinamente originales que el mundo necesita para un futuro sostenible"


martes, 7 de enero de 2020

El artículo científico más importante de 2019



De acuerdo con los avances de la Antropología, los europeo-occidentales presentan características personales distintas de las de otros pueblos del mundo. Son “raros”, WEIRD, en el sentido de que ocupan el extremo entre todas las sociedades del mundo, en el rango de la distribución de rasgos como el individualismo e independencia o en la “prosocialidad”.

El individualismo es, sin duda, un rasgo fundamental para explicar el desarrollo económico de una sociedad. Pero también lo es el nivel de confianza entre los miembros de una sociedad porque determina el volumen de los intercambios y la extensión del crédito. Los occidentales confían más en los extraños (confianza general vs., confianza particular en los miembros de la propia familia) y tienden menos a obedecer (“less conformity and in-group loyalty”).

En un reciente trabajo que ha tenido una enorme repercusión, se explican estas peculiaridades de las sociedades occidentales por el Cristianismo y, en particular, a partir del control que, desde la caída del Imperio Romano de occidente tuvo la Iglesia Católica sobre el matrimonio y la familia.

Hay dos tipos de familia – la nuclear y la extensa – y una – la extensa – ha prevalecido históricamente aunque haya desaparecido en el Occidente actual. En la familia extensa, las sucesivas generaciones viven juntas y la familia incluye a parientes hasta el séptimo o el octavo grado. La gens romana.

Sin embargo, en la Edad Medida, la Iglesia Católica – por intereses evidentes como heredera de las mujeres sin hijos – forzó los matrimonios exogámicos: prohibió lo que era la regla en el mundo antiguo, esto es, el matrimonio entre primos
“Con la aparición de la agricultura, la evolución cultural favoreció crecientemente las normas que intensificaban las relaciones tribales, normas relativas al matrimonio entre primos y los clanes además de la cohabitación lo que fortalecía las conexiones sociales, la interdependencia y la cooperación intragrupo”
como mecanismos de aseguramiento recíproco y protección reforzada frente a los ataques de otros grupos.

Esta organización de la Sociedad en clanes o tribus era, probablemente, “eficiente” porque favorecía la acumulación de medios de producción, aseguraba a los miembros del clan ("Por ejemplo, entre los cazadores-recolectores nómadas, la evolución cultural ha respondido al riesgo ecológico favoreciendo los lazos de parentesco "extensos", que crean redes relacionales a las que se puede recurrir cuando ocurren desastres locales", es decir, “siniestros” que sólo afectan a uno de los grupos que forman parte de esa red pero no a la red en su conjunto) y facilitaba la cooperación porque todos los que intercambiaban o colaboraban eran miembros del mismo grupo. De hecho, los autores dicen que
"Las instituciones basadas en el parentesco representan la más fundamental de las instituciones humanas y han sido durante mucho tiempo el marco principal para organizar la vida social en la mayoría de las sociedades".
Estas normas sociales, mantenidas durante mucho tiempo acabaron afectando a la psicología de estos individuos haciéndolos más “colectivistas”, más obedientes y conformistas, más nepotistas etc, pero, a la vez, menos individualistas, menos dispuestos a pensar por uno mismo y, en consecuencia, menos innovadores
"Debido a que la sociabilidad derivada del parentesco se basa en relaciones personalizadas – todo es personal -, una psicología modelada por este marco institucional reduce la inclinación de los individuos hacia la imparcialidad, hacia principios morales universales (no particularizados) hacia confiar en cualquiera, hacia la justicia objetiva y hacia la cooperación impersonal; estas instituciones, en cambio, fomentan una moralidad sensible al contexto y enraizada en la lealtad hacia el grupo".
¿Cómo interactuó un sistema social basado en el clan y la tribu con las religiones monoteístas, moralistas y que premiaban con la vida eterna? De maneras diversas. La más extrema fue la de la Iglesia Católica de occidente (por oposición a la que luego sería la Iglesia Ortodoxa) que puso en marcha un programa que acabó con los clanes. ¿Cómo? Prohibiendo el matrimonio entre parientes consanguíneos o afines (“políticos”), declarando ilegítimos a los hijos nacidos fuera del matrimonio; prohibiendo el divorcio (o sea, la posibilidad de volver a casarse cuando la primera mujer, por ejemplo, era estéril) etc. Este “programa” provocó que hacia el año 1500 - la Edad Moderna – Europa Occidental era la única región del mundo donde los clanes habían desaparecido y prevalecía la familia nuclear (“weak (nonintensive) kinship marked by monogamous nuclear households, bilateral descent, late marriage, and neolocal residence”). Una sociedad es más tribal o basada en clanes cuanto mayor es la presencia de matrimonios entre primos, de poligamia, de residencia común de varias generaciones de una misma familia, por tanto, familia extensa, de instituciones sociales a nivel de clan y de endogamia comunitaria, esto es, matrimonios entre gente que vive en la misma zona geográfica.

Y la relación entre la “política familiar” de la Iglesia y esta transformación social puede documentarse porque hay una correlación estrecha positiva entre el tiempo (medido en años y siglos) que una zona geográfica determinada fue “católica” y los rasgos que configuran la antropología “WEIRD”
"Los europeos de las regiones que estuvieron bajo el dominio de la Iglesia Occidental durante más tiempo revelan un mayor individualismo -independencia, menos conformismo-obediencia y más confianza y justicia impersonal”
y una correlación negativa con la conservación de estructuras sociales basadas en la familia extensa, el clan y la tribu también dentro de Europa (por ejemplo, en la península ibérica hay zonas que fueron cristianas más siglos que otras por la invasión musulmana
"La exposición a la iglesia explica el 77% de la varianza en el volumen de matrimonios entre primos en  Turquía, España, Francia e Italia. Si se elimina Turquía, la exposición a la Iglesia sigue captando el 41% de la varianza”
Especialmente importante – y aquí está la conexión con la corporación – es la “confianza hacia los extraños”. Si la gente confía sólo en otros miembros de su familia o clan, difícilmente entrará en relaciones de intercambio o de cooperación con extraños a tal clan. Y al contrario si los niveles de confianza social con extraños son elevados. El resultado es que, en el segundo caso, se aprovecharán en mucha mayor medida los beneficios de los intercambios y de la producción en común. Se recogerán de la acera todas esas oportunidades de cooperación que en un sistema económico basado en el clan no se aprovecharán porque requieren de la colaboración entre personas que son extrañas entre sí.

Los autores muestran que el mayor individualismo, confianza en los extraños y la menor disposición a obedecer las reglas está asociado a la influencia de las normas católicas sobre la familia y el matrimonio y que en los países de inmigración (como EE.UU), esas características de conducta se reproducen si los inmigrantes proceden de países católicos en la Edad Media.

Lo más importante del trabajo que se acaba de resumir es, a mi juicio, que los autores integran la aproximación antropológica, la psicológica y la histórica para construir un marco unificado basado en la evolución. De esta forma, es posible explicar mejor las “variaciones conductuales” que se observan en los grupos humanos contemporáneos.
Esto es importante porque la mayor parte de los esfuerzos para entender la conducta huma presumen que existe poca variación psicológica entre las distintas poblaciones humanas o que las diferencias que se observan se explican simplemente como respuestas superficiales a incentivos materiales concretos, al entorno institucional o a condiciones ecológicas. Nuestro trabajo, por el contrario, sugiere que los rasgos psicológicos contemporáneos, tales como el individualismo , la confianza, la conformidad o la capacidad para el pensamiento analítico han venido influidos por estructuras familiares longevas, en particular, por prohibiciones religiosas y procesos evolutivos culturales profundos”.
Y recuerdan que este tipo de aproximaciones puede explicar por qué unas sociedades son más innovadoras que otras o por qué las instituciones formales – jurídicas – funcionan mejor o, en general, la prosperidad económica. Es importante señalar, sin embargo, que el entorno institucional o físico explican las conductas – diferentes – de las distintas sociedades. Pero para explicar las diferencias psicológicas hay que cavar más hondo, como hacen los autores de este trabajo (no me resisto a hacer notar que la única región europeo occidental – junto con Finlandia – en la que prevalecen los rasgos sociales propios de sociedades basadas en el parentesco es el “País Vasco profundo”).

Jonathan F. Schulz, Duman Bahrami-Rad, Jonathan P. Beauchamp, Joseph Henrich The Church, intensive kinship, and global psychological variation, Science, 366, 707 (2019)


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viernes, 3 de enero de 2020

Canción del viernes y nuevas entradas en el Almacén de Derecho, Jan Johansson Klara stjärnor



Flume y las personas jurídicas: (i) su tesis

Por Jesús Alfaro Águila-Real   En el volumen de su “Parte General” del Código civil alemán dedicado a la persona jurídica, Flume dedica su análisis, en la tradición del Código Civil alemán, a las personas jurídicas corporativas (personas jurídico-públicas como el...
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España no se va a desintegrar



La formación de gobierno por parte del PSOE ha colocado a España en niveles extremos de polarización. La discusión sobre cuestiones políticas no puede estar más envenenada. No hay espacio para el acuerdo. No hay mínimos comunes a una amplia mayoría española. Una amplia minoría de españoles cree que hay que amnistiar a los golpistas de octubre de 2017. Otra cree que hay que acabar con las autonomías. Una cree que Cataluña y el País Vasco deben poder independizarse si es su deseo. Otra cree que hay que acabar con el desafío permanente de los nacionalismos periféricos.

Mientras muchos ven en los pactos de formación de gobierno el inicio de la desintegración de España, otros dicen que no pasa nada y que el PSOE no ha asumido ninguna obligación que sobrepase los límites de la Constitución o bien, tácitamente, están anticipando que Sánchez incumplirá todo lo pactado con los partidos separatistas (incluyendo a PNV y ERC) y lo pactado con Podemos en lo que pone el peligro el consenso en torno a la Constitución de 1978 como ha hecho desde que entró en política.

Puede discutirse si existe un riesgo real de desintegración de España. Puede discutirse, también si existe un riesgo real de que acabemos – ley del péndulo – con un gobierno dirigido por Vox en unos pocos años.

Lo que no puede discutirse es que los últimos años han degradado notablemente el Estado de Derecho. La supremacía de la ley. En un doble sentido. La ley no se tiene por qué obedecer. La ley ha pasado a estar en la mesa de negociación política. Los políticos pueden doblar la ley, renunciar a la ley, prescindir de aplicar la ley aduciendo el “diálogo” o la “negociación” política. Eso es un disparo en la línea de flotación del Estado de Derecho. El gobierno “de las leyes, no de los hombres” significa precisamente que si los políticos quieren cambiar las reglas que aplican las Administraciones Públicas y los jueces, las reglas a las que están sometidos todos los ciudadanos en sus relaciones con el Estado y en sus relaciones con otros particulares, tienen que modificar la ley por el procedimiento prescrito en la Constitución.

Desde que Sánchez ha llegado al poder, estos principios básicos del Estado de Derecho están en cuestión. El caso de los decretos-ley es uno. Pero el más peligroso es el que tiene que ver con Cataluña. La ley no se cumple en Cataluña. El sistema educativo está fuera de la ley de forma masiva con grave daño para los derechos individuales de los ciudadanos y lo está porque – como le ha dicho el Tribunal Constitucional al gobierno – el Estado no ha ejercido sus competencias en materia de uso del español en la escuela y en las administraciones públicas. 

Es urgente una ley que asegure a todos los españoles el derecho a usar el castellano y solo el castellano si ese es su deseo en todas sus relaciones con todas las administraciones públicas. 

Es urgente una ley que garantice a los españoles educados en castellano que no serán discriminados en el acceso a la función pública. 

Es urgente una ley que garantice que ningún español podrá ser multado por usar el castellano en sus comunicaciones con otro particular. 

Todas las normas autonómicas que discriminan a los hispanohablantes no son necesariamente inconstitucionales porque el Estado ha renunciado a defender los derechos de los hispanohablantes frente a las locuras del nacionalismo.

Como sucede con la educación y la lengua y con el acceso a la función pública y la lengua puede suceder con el MIR si se traspasa su gestión a las autoridades catalanas. No está asegurada la lealtad del Gobierno vasco, navarro, balear, valenciano y catalán en el ejercicio de sus competencias. El Estado ha de asegurar que esas competencias no se traducen en la discriminación de los españoles no nacionalistas que viven en esos territorios. Y ha de hacerlo mediante la promulgación de normas legales. Y llevamos décadas sin que esa legislación se haya promulgado. El resultado es que el régimen jurídico del español en las regiones bilingües lo imponen los nacionalistas.

Este fenómeno puede generalizarse. El gobierno de Sánchez, dependiente de los nacionalistas y neocomunistas, no moverá un dedo para proteger los derechos de los hispanohablantes y de los no nacionalistas en las regiones donde éstos están en riesgo por la afanosa “nation building” en la que están inmersas estas regiones

Aquí reside el verdadero riesgo para el futuro de España. Acabaremos teniendo una España “compuesta” de comunidades regionales perfectamente homogéneas hacia dentro y perfectamente heterogéneas entre sí. Ese día, Sr. Sánchez, los madrileños decidirán que no tienen motivos para redistribuir su mayor riqueza. Y, como Bélgica, España será una colección de territorios sujetos entre sí por las libertades de circulación del Derecho Europeo.

lunes, 30 de diciembre de 2019

Kirzner aplicado a los faros de Coase


Wikipedia

En el artículo que se cita al final de esta entrada, se explica cómo Kirzner demostró que uno de los mayores costes de la regulación pública de un mercado era que impedía que los particulares – los emprendedores – buscaran, movidos por el ánimo de lucro, los mecanismos eficientes para resolver los fallos del mercado. En el caso de los faros, éstos eran privados en Inglaterra y Gales hasta bien entrado el siglo XIX, cuando fueron nacionalizados con dos “excusas”. La primera, que la provisión privada de los servicios de iluminación marítima impedía privar del servicio a los barcos que no quisieran contribuir a su mantenimiento lo que conduciría a su infraprovisión por el mercado. Pero como explicara Coase en su famoso artículo sobre los faros que un bien sea público no excluye su provisión privada. Basta con que haya un número suficiente de consumidores que tengan incentivos y disposición a pagar, aunque haya otro gran número de consumidores que obtienen el producto o servicio gratuitamente. Y el hecho es que, hasta el siglo XIX, la provisión de los servicios de iluminación por faros era privada. La segunda, que siendo un bien – la iluminación – que se presta en régimen de monopolio “natural” (no tiene sentido que haya dos faros en el mismo emplazamiento), la obtención de rentas monopolísticas es inevitable de modo que su nacionalización permitiría reducir los precios.

Lo que los emprendedores habrían de resolver es – nos dicen los autores – ¿cómo excluir del disfrute del servicio de iluminación a los que no contribuyen a su provisión – a los gorrones –? y ¿cómo inducir la entrada a ese mercado para reducir las rentas monopolísticas?

En Inglaterra, la institución encargada de – hoy diríamos – la regulación de la marina mercante era la Trinity House. Y entre sus competencias estaba la de los faros. Fundada en el siglo XVI, en el XVIII ya tenía la exclusiva en la construcción y mantenimiento de los faros. Era una corporación gremial. Con todas las consecuencias en términos de erección de barreras a la entrada de las actividades reguladas que eso supone. En el caso de los faros, la Trinity House daba licencias para construcción de faros a sus propios miembros, naturalmente restringiendo su número a aquella cifra que los hiciera rentables. Tan rentables como para pagar el canon a la Trinity House y hacer rico al que lo operaba.

El “regulador” era el que operaba los faros. Así que pueden imaginarse los incentivos para mejorar el servicio y reducir su coste para los usuarios. Pero su monopolio y sus incentivos llevaban a la Trinity House a una conducta aún más dañina: impedir la innovación privada en la provisión de los servicios. Impedir que los particulares resolvieran por sí mismos el fallo de mercado. Así ocurrió con el “faro flotante” de Nore:
El Nore, punto de entrada del río Támesis hacia el puerto de Londres, era conocido por sus traicioneros bancos de arena en los que a menudo naufragaban los barcos. Y, precisamente debido a estos bancos de arena, fue imposible construir un faro que fuera eficiente dadas las tecnologías de la época. Aunque The Trinity House había colocado una boya en el Nore, servía de poco en la oscuridad y en el mal tiempo. Además, como los bancos de arena cambian de posición de un año para otro, las cartas de navegación resultaban poco fiables. Como resultado, a medida que el comercio marítimo comenzó a aumentar durante el siglo XVIII, el coste para los armadores en términos de tiempo y la pérdida de ingresos aumentó, ya que a menudo los barcos que navegaban por el estuario de noche preferían echar el ancla hasta que se hiciera de día antes que correr el riesgo de naufragar. En 1679 y 1724, los empresarios privados habían propuesto a la Trinity House amarrar un barco equipado con linternas de alta calidad que actuaría como "un faro flotante" pero la Trinity House rechazó su propuesta. 
En 1731, David Avery y Robert Hamblin… solicitaron a la Corona una patente para una innovación que pretendía distinguir las diferentes luces entre sí. En secreto, botaron un buque faro experimental de 19 toneladas en el Nore en agosto de 1731 y, tras el éxito del experimento, botaron uno de 100 toneladas. Basándose en gran medida en suscripciones públicas y en las contribuciones voluntarias recaudadas en los diferentes cafés londinenses (en particular las frecuentadas por aseguradores y comerciantes involucrados en el crucialmente importante comercio del carbón), lograron hacer sus actividades lo suficientemente rentables como para anunciar la construcción de dos buques faro adicionales frente a las costas de Cornualles (sudoeste de Inglaterra) y East Anglia (frente a la costa este central de Inglaterra). 
El nuevo servicio era más barato de operar que un faro y, por lo tanto, las tarifas propuestas eran menos de la mitad de las que cobraban los faros que operaban dentro del sistema tradicional. También… establecieron un sistema de discriminación de precios.
Avery y Hamblin fueron demandados por infringir el monopolio de la Trinity House y perdieron pero se les dejó explotar sus buques-faro en forma de arrendamiento, esto es, pagando una tasa a la Trinity House. Salieron ganando porque, enmarcados en el monopolio, pudieron subir los precios.

El resultado para los consumidores es malo. Un monopolista que no tiene incentivos para proporcionar a los usuarios lo que ellos quieren (no incrementa su oferta) y cuando un nuevo entrante logra satisfacer una demanda de los usuarios con una innovación a mejor precio y con más calidad que el monopolista, éste, apoyado en la protección de su mononpolio que le otorga el sistema jurídico, lo integra en su sistema y reparte con él las rentas monopolistas, rentas que crecen para reflejar la mejora de la oferta (el ahorro de costes de los usuarios derivados de la instalación del buque-faro).

Lo importante, diría Kirzner, es que demos una oportunidad a los mercados para que resuelvan, por sí mismos, los fallos que reducen el bienestar de los consumidores antes de apresurarnos a imponer una regulación o un régimen monopolístico de provisión de los bienes y servicios

Candela, Rosolino and Geloso, Vincent, Market Theory and the Lighthouse System (July 25, 2018).

Capacidad del Estado y desarrollo económico: solo sobreviven los que ganan las guerras



"Esta es la suerte que nos reservado el destino: la de triunfar finalmente en todas las guerras a pesar de ser vencidos en muchas batallas"

Tito Livio sobre Roma

Hay correlación entre capacidad estatal y desarrollo económico. Lo primero se refiere al volumen de impuestos que un Estado es capaz de arrancar a sus ciudadanos y a la envergadura del aparato estatal que presta servicios públicos a aquéllos. Se supone que un Estado con elevada capacidad favorece el desarrollo económico gracias a que hace posible la existencia de mercados eficientes que, como es sabido, son la principal fuente de generación de riqueza al permitir la obtención de las ganancias derivadas de la especialización y la división del trabajo.

La capacidad estatal básica es la de mantener la paz y la seguridad física. La defensa, como bien público, garantiza a los ciudadanos que su producción no les será arrebatada por otros ciudadanos de su polis o por Sociedades vecinas y enemigas. Como no hay mejor defensa que un buen ataque (aunque defender un territorio es más fácil que conquistarlo), la mejor forma de disuadir a éstas de atacar a nuestros ciudadanos es desarrollar una capacidad militar ofensiva imponente. De forma que no pueden separarse la capacidad defensiva y la ofensiva ni la capacidad estatal y la capacidad militar.

Y si desarrollas esa capacidad militar ¿por qué no usarla? Y, si la usas y te apoderas de la producción de las Sociedades vecinas ¿qué harán éstas? Desarrollar capacidad militar a su vez.

El resultado es, como en cualquier caso de “bienes posicionales”, una carrera de armamentos y conflictos bélicos periódicos y, como se verá, que nadie pueda mantenerse al margen de esta dinámica y “elegir” no invertir en capacidad militar. Si lo hace, acabará siendo engullida por alguna potencia vecina. Es más, no hacerlo es una invitación a tus vecinos a atacarte y, por tanto, a que ellos inviertan en capacidad militar.

Esto es lo que ocurrió en Europa desde la caída del imperio romano hasta bien entrado el siglo XX. Algo excepcional en el mundo. Europa fue, con mucho, la parte más violenta del mundo. Mucho más que Asia, África o América.

En este trabajo, los autores se preguntan por los casos “raros”: ¿hay Estados con escasa capacidad que se han desarrollado económicamente? y viceversa, ¿hay Estados con alta capacidad que no han logrado niveles altos de desarrollo? Se citan como ejemplos de alta capacidad pero bajo desarrollo económico el imperio bizantino  y, en la actualidad, Cuba. De lo que no hay ejemplos es de Estados con escasa capacidad en sociedades con elevado desarrollo económico. Mala suerte para los libertarios. Los autores se preguntan por qué. Y su respuesta es intuitivamente muy atractiva: porque esas sociedades han sido conquistadas/absorbidas por Estados con alta capacidad. Un Estado de baja capacidad y elevado desarrollo económico no es un “equilibrio”. Es inestable. ¿Por qué? Porque las tribus humanas compiten entre sí. Los individuos, dentro de cada tribu, cooperan para proveerse de los bienes públicos pero también para mejor atacar a tribus vecinas
“Si una sociedad se hace rica sin Estado… los rendimientos relativos del comercio comparados con los rendimientos de realizar incursiones o razzias a las tribus vecinas caerán marginalmente. De manera que cabe esperar que conforme una sociedad se hace más rica, invertirá más, ceteris paribus, en incursiones en los territorios vecinos, lo que induce a aumentar las inversiones en capacidad militar ofensiva por parte de las sociedades vecinas que pueden ser víctimas de estos ataques”
Estas inversiones son, naturalmente, captura de rentas. Como explico aquí con un ejemplo bonaerense, esas inversiones en capacidad ofensiva y defensiva podrían evitarse si todos estuvieran seguros de que no serían atacados y que atacar no vale la pena. Pero el “juego” del tipo “arm’s race” conduce inevitablemente a una escalada en las inversiones militares.

En sentido contrario, sin embargo, no toda la inversión en capacidad ofensiva/defensiva es captura de rentas. Esta escalada tiene efectos externos positivos en el crecimiento económico, ya que fomentan la innovación y las innovaciones militares pueden luego usarse provechosamente “civilmente” y, como en el caso de Europa, conquistar y apoderarse de las riquezas del resto del mundo (colonialismo). Se entra así en una espiral en la que las sociedades más ricas invierten más en gasto militar y las sociedades con más capacidad militar son también las sociedades más ricas. ¿Y dónde quedan las sociedades ricas pero desarmadas? Engullidas por las que tienen un potente aparato militar. O sea, desaparecidas. 

Las consecuencias de este planteamiento son dos, dicen los autores. Uno, que la capacidad estatal no es un insumo o componente del resultado “desarrollo económico”, sino un resultado variable de dicho desarrollo. En otros términos:
la relación entre capacidad estatal y desarrollo económico es más parecida a una condición de supervivencia. Si observamos que el proceso histórico iniciado en la Edad Moderna ha culminado en Estados con alta capacidad estatal y alto desarrollo económico…
es porque esos Estados son los supervivientes en una dinámica de conquistas:
“lograron conquistar sin ser conquistados”.
Los que no desarrollaron capacidad militar suficiente, simplemente, han desaparecido. O sea,
“la correlación que observamos entre Estados fuertes y prosperidad económica se comprende mejor como un caso de sesgo de supervivencia”
(sólo han sobrevivido los Estados fuertes militarmente y los Estados fuertes militarmente tienen incentivos para aumentar su riqueza, no vía “dulce comercio”, esto es, aumentando la producción y la especialización con comercio, sino vía conquista y depredación de los países vecinos).

Dos, que “los niveles de riqueza son endógenos a la capacidad de defenderla”.

Y estas dos consecuencias permiten una conclusión
“si bien se puede argumentar que la capacidad estatal es beneficiosa para la actividad económica dentro de algunos márgenes…  el impulso de la capacidad estatal tiene poco que ver con el objetivo de mejorar el bienestar general… Por tanto, parte del desarrollo económico que observamos se produce a pesar de las inversiones en capacidad estatal y no debido a ellas”
La intuición es brillante. Porque explica lo que vemos a partir de lo que no vemos. Como en el famoso episodio de Sherlock Holmes, lo importante es saber por qué el perro no ladró. A menudo, en el análisis de un fenómeno, lo más interesante es lo que no aparece.

Por ejemplo, no entenderemos la emigración si seguimos pensando que hay “mucha” emigración en nuestro mundo. Hay muy poca respecto de la que cabía esperar dadas las diferencias de ingresos entre unas y otras partes del mundo. Si la renta per capita española es cuatro veces la de Marruecos ¿por qué no cientos de miles de marroquíes cruzando el Estrecho? Del mismo modo, la pregunta que se formulan los autores es la correcta: ¿por qué no ha habido históricamente Sociedades políticas desarmadas y con alto desarrollo económico? Y la respuesta tiene que estar – nada sobre el hombre y las sociedades humanas se explica sino por referencia a la Evolución – en que la capacidad militar es una condición de supervivencia de un grupo humano si las relaciones entre grupos humanos son competitivas.

El caso de Roma es otro que indica de modo espectacular lo correcto de esta aproximación. Roma desarrolló la Economía más “sofisticada” de la Antigüedad. Sus niveles de complejidad y desarrollo no se volvieron a alcanzar hasta el siglo XVIII. Las ciudades actuales son las romanas. ¿Cómo fue posible? Gracias a que los países ribereños del Mediterráneo disfrutaron del período de paz más largo de la historia de Occidente. Al menos desde que Pompeyo acabara con los piratas y hasta el siglo V con las invasiones bárbaras, el comercio y la especialización productiva pudieron desarrollarse a una escala desconocida hasta entonces. Los romanos disfrutaron de una capacidad militar indisputada e indisputable una vez que acabaron con los cartagineses. Todavía en el siglo II se realizan grandes conquistas. La interrupción del comercio como consecuencia de los conflictos bélicos es la principal causa de paralización y retraso económico y Roma se vio libre de “interrupciones” durante centenares de años (llama la atención sobre esta circunstancia Tom Holland en su historia de los orígenes del Islam).

Podría objetarse que sociedades ricas pueden no desarrollar una elevada capacidad militar y, sin embargo, sobrevivir en el largo plazo contratando la protección frente al pillaje y a la depredación por parte de los “extranjeros” a un agente especializado que presta el servicio a varias de esas Sociedades. Esa es, probablemente, la función que cumplían los imperios europeos en la Edad Moderna y el señor feudal en la Edad Media. Si esos “contratos” son hacederos y estables (y probablemente lo eran en la Edad Moderna con una elevada fragmentación política en Europa y con muchos gobiernos autónomos en el nivel local) podría ser compatible un elevado desarrollo económico con ausencia de elevado gasto militar. Esas polities serían capaces, sin embargo, de extraer elevados impuestos a su población y proporcionar un elevado nivel de servicios públicos. Estos se prestarían por una “polity” distinta (y de nivel geográfico más reducido) del “servicio” de protección frente a los ataques de extranjeros (prestado por el Imperio). Pero esta posibilidad confirma, no desmiente, la viabilidad del argumento de los autores: las Sociedades que observamos hoy con un alto grado de desarrollo económico y de capacidad estatal son supervivientes de una pugna que se desarrolló durante más de un milenio por vía bélica.

Tampoco necesitan los autores explicar la “dimensión militar” de las inversiones “públicas” de carácter civil (obvia, por ejemplo, en las vías de transporte, sin las cuales no puede movilizarse a un ejército pero puede extenderse a los puentes, a los faros, a los puertos…) porque esas inversiones no las realizaba el “jefe militar”, esto es, el rey o el emperador, sino otras unidades políticas inferiores como las ciudades o los territorios subordinados al rey.

¿Es posible un equilibrio distinto en el que “el comercio sea preferido a la razzia y la conquista”? Los autores ponen como ejemplo de ausencia – práctica – de Estado y relaciones armoniosas entre dos Sociedades basadas en el comercio el de la región canadiense de Acadia: “la inexistencia de capacidad estatal impidió a ningún grupo desplazar los costes de la violencia sobre la población general”. Aunque – dicen – tan importante como eso fue que los dos grupos que podrían enfrentarse (colonos europeos e indios canadienses) no competían por los recursos (los primeros practicaban la agricultura y respetaron los territorios de caza de los segundos) lo que reducía la probabilidad de conflicto abierto y facilitaba el comercio dada la especialización de cada uno de los grupos. Pero en 1755, Inglaterra deportó a los acadianos enviando, para ello, a 2250 soldados (uno por cada 5 acadianos). ¿Cuál es la moraleja? Que aunque logres vivir en paz con tus vecinos próximos sin desarrollar capacidad militar, basta con que tu prosperidad llegue a oídos de cualquier otra Sociedad con dicha capacidad militar para que tu supervivencia esté en peligro. Que se lo digan a los que sufrieron el colonialismo europeo.

El ejemplo contrario al de Acadia que ponen los autores es el de Inglaterra, que construyó un Estado con gran capacidad para proteger su riqueza – mayor que la de cualquier país europeo excepto Holanda – frente a la invasión extranjera y la utilizó, igualmente, para apoderarse de la riqueza de otros países. O sea, para “hacer la guerra” y para hacerla a Francia, un país con más población y, por tanto, en principio, con más recursos que emplear en un conflicto bélico. En el siglo XVIII, la capacidad estatal de Inglaterra supera a Francia y su sistema fiscal deviene mucho más eficiente que el francés lo que le permite dedicar muchos más recursos a la guerra.

Geloso, Vincent and Salter, Alexander William, State Capacity and Economic Development: Causal Mechanism or Correlative Filter? (December 18, 2019)

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