martes, 13 de septiembre de 2022

La transmisión del capital humano y el capital social entre generaciones puede ser más relevante para la movilidad social que la transmisión del capital físico (herencia)


 

Tomemos como ejemplo la historia familiar de Guangyu Huang, cuya familia vivió las (dos) revoluciones (la comunista de 1949 y la revolución cultural de los años sesenta del siglo XX). Guangyu nació en 1969. Su abuelo, un rico terrateniente de Guangdong, perdió sus tierras y bienes durante la Revolución Comunista. El padre de Guangyu, Changyi, creció en medio de las revoluciones comunista y cultural, por lo que no recibió ni herencia de riqueza ni educación formal, y se ganaba la vida extrayendo aceite de caqui.

… Uno de los principales objetivos de la Revolución cultural era eliminar por completo cualquier ventaja de la élite prerrevolucionaria… y evitar que transmitiera sus privilegios a sus descendientes…

Guangyu creció después de las revoluciones, pero vivió recogiendo basura con sus hermanos durante su primera infancia. Con el tiempo, Guangyu fue admitido en la Universidad Renmin, una de las más prestigiosas de China. Su destino cambió en 1987, cuando aprovechó la oportunidad de la primera oleada de auge de la empresa privada durante la era de la reforma en China, y fundó GOME Electronics. GOME se convirtió en un gran éxito, convirtiendo a Guangyu en uno de los hombres más ricos de China continental entre 2004 y 2018, con un patrimonio neto de 36.000 millones de RMB (aproximadamente 5.000 millones de dólares).

A pesar de la extraordinaria represión, los descendientes de la élite prerrevolucionaria se encuentran hoy en día en una situación mucho mejor que los de los hogares no pertenecientes a la élite.E

En 2010, los individuos cuyos abuelos formaban parte de la élite prerrevolucionaria tenían unos ingresos superiores en un 16 por ciento y años de escolarización un 11 por ciento más que los individuos que no pertenecían a la élite pre-comunistas. En otras palabras, aunque las revoluciones pretendían explícitamente eliminar las diferencias de estatus socioeconómico entre los hogares de la élite y los de la no élite, no consiguieron hacerlo más allá de una generación… Ante el temor de que la élite anterior a la revolución pudiera mantener su influencia a través de la educación formal, la Revolución Cultural suprimió la educación secundaria y superior. Casi todas las escuelas de 1966 a 1968, y la mayoría de las universidades permanecieron cerradas hasta 1972… y la admisión a los pocos centros que seguían impartiendo formación se basaba en la clase social, no en el mérito.

Los individuos cuyos abuelos pertenecían a la élite antes de la revolución tienen un 14,5% de posibilidades de encontrarse hoy en el decil superior. Esta cifra es superior a la tasa de persistencia en dicho decil superior (extrapolada a partir de la matriz de transición de dos generaciones) en Taiwán (10,1%), Canadá (11,1%), Rusia (13,0%) y EE.UU. (14,1%), lo que sugiere que las revoluciones chinas no elevaron la movilidad social de China por encima de los niveles alcanzados por varias economías capitalistas ejemplares o por una economía que hizo la transición fuera del sistema socialista.

¿Cómo se explica? La tesis de los autores es que los factores que permiten predecir que un individuo alcanzará los deciles superiores en riqueza, ingresos y estatus social no se limitan a la riqueza o ingresos de su familia ni a las posibilidades de acceder a una educación formal. Hay algo más y más influyente que también se ‘hereda’ (se transmite culturalmente en realidad) como consecuencia de pertenecer a una familia que dispone de él. Y, lo mejor, el Estado no puede quitártelo aunque te quite todos tus bienes (recuérdese lo de los judíos): el capital humano y el capital social. El primero, transmitido de manera informal por los padres a los hijos, incluye no solo los conocimientos o las habilidades, sino también los valores (por ejemplo, como con los judíos, valorar la formación y la adquisición de conocimientos).

… Se observa que la élite anterior a la revolución obtiene mejores resultados en las pruebas de lectura estandarizadas que sus compañeros no pertenecientes a la élite, independientemente del nivel de estudios formal. Además, la élite anterior a la revolución muestra valores y actitudes sistemáticamente diferentes en la actualidad: en particular, es más probable que consideren que el esfuerzo es importante para el éxito, y estas diferencias en la ética del trabajo expresada son evidentes incluso entre los adolescentes que no han completado la educación formal ni han participado en el mercado laboral. Estos valores y actitudes se reflejan en su comportamiento: la élite anterior a la revolución trabaja más horas durante los días laborables y dedica menos tiempo al ocio durante los fines de semana. Estos patrones son mucho más fuertes para aquellos de la generación infantil que conviven con sus padres, y están ausentes para aquellos cuyos padres han fallecido prematuramente, lo que es coherente con las ideas de que la transmisión vertical de valores (y del capital humano en general) requiere pasar tiempo juntos entre generaciones.

El capital social, gracias a la conservación de los contactos con los miembros de la familia extensa, esto es, en China, el clan, lo que se traduce, también, en la selección del cónyuge:

Las familias de la élite prerrevolucionaria también están más unidas: los miembros de los hogares de la élite prerrevolucionaria tienen más probabilidades de participar en el emparejamiento asortativo en el matrimonio, formando hogares en los que ambos cónyuges pertenecen a familias de la élite prerrevolucionaria; los individuos de la generación de los hijos tienen más probabilidades de convivir con los padres e incluso con los abuelos, y son más propensos a relacionarse con otros miembros de la familia. Más allá de las familias individuales, descubrimos que el repunte de la élite anterior a la revolución es más sustancial en los condados que tienen una mayor presencia de clanes, un tejido vital de la sociedad rural tradicional en China Por el contrario, la élite comunista posterior a la revolución se ve perjudicada por las fuertes redes de parentesco, ya que muestra una menor prima de ingresos en esos condados.

La conclusión

El capital humano transmitido por vías no educacionales y el capital social enraizado en los clanes son dos ingredientes destacados para un rendimiento económico sobresaliente. Ambos se conectan con las familias, y ni siquiera revoluciones tan agresivas y exitosas como la comunista y la cultural logran arrebatárselos a la élite... incluso si muchos de los factores de transmisión formal se cortan deliberadamente, la persistencia intergeneracional podría seguir produciéndose a través de la transmisión del capital humano en el seno de la familia y en las redes sociales basadas en el parentesco

Los autores dan cuenta de otros estudios que alcanzan resultados semejantes (p. ej., los miembros de las élites pre-comunistas tras la caída del comunismo). Pero el suyo es más brutal, porque al abuelo le quitaron todo y el padre fue privado de cualquier posibilidad de ascenso social.

La conclusión interesante para el debate sobre la meritocracia es que la insistencia de cierta izquierda en denunciar que vivimos en una sociedad en la que los individuos compiten por los ingresos y el alto status social como si de una competición deportiva se tratase en la que unos parte con ventaja respecto de otros, es cada vez menos respetable. Naturalmente que no hay igualdad de los individuos cuando nacen y naturalmente que no todos disfrutan del mismo estatus socioeconómico durante su infancia y juventud. Pero ni el ‘juego de la vida’ es un juego suma cero, y por tanto, el símil de la competición deportiva debe dejar de utilizarse, ni, sobre todo, son la herencia económica y los ingresos de los padres los determinantes del éxito económico de los hijos – o de los nietos – .

Es intuitivo pensar que elementos como el capital humano ampliamente entendido (incluyendo la inteligencia y la paciencia heredadas pero también los conocimientos, habilidades y valores transmitidos culturalmente) y el capital social (un grupo amplio de individuos con mucha dotación de capital humano dispuestos a cooperar contigo) pueden ser más importante que la riqueza heredada para el ascenso social y, por tanto, que no es definitivo para explicar la movilidad social, como creen los economistas, “el capital físico y el capital humano adquirido a través de la educación formal”. Y más llamativo:

mientras que las élites anteriores y posteriores a la revolución disfrutan de una prima de ingresos similar, las élites posteriores no expresan una ética del trabajo más intensa ni pasan más horas trabajando que el resto de la población (como hemos visto que ocurre con las primeras).


Alberto F. Alesina/ Marlon Seror/ David Y. Yang/ Yang You/ Weihong Zeng, Persistence Despite Revolutions, 2021

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