domingo, 24 de junio de 2018

Cuando los periodistas escriben papers

En la prensa de hoy domingo hay dos artículos que deberían no leer. Ya los he leído yo por ustedes. Uno es el que publica EL PAIS sobre el “enfermo de Europa”, o sea Italia. Lo firma Alexander Stille, un catedrático de la Facultad de Periodismo de Columbia ¡nada menos! que ha escrito un par de libros sobre la mafia y la corrupción en Italia. Pero de economía, sabe muy poco y el artículo no va de la mafia ni de la corrupción en Italia. Va de las causas de la decadencia y parálisis de la Economía italiana. Al respecto, hay bibliotecas escritas. Y los que saben – no los periodistas – dicen que la causa no es el euro sino la caída de la productividad. La Economía italiana no ha crecido prácticamente desde los inicios de los años noventa. Las causas las ha resumido Matthew Klein como sigue:

Algo cambió a mediados de la década de 1990. Los trabajadores italianos ahora producen 21% menos por hora que sus correspondientes alemanes. La causa inmediata es que los gerentes de las compañías italianas y los bancos han realizado una deficiente asignación de los recursos. Generosa financiación y subsidios públicos a los salarios mantienen vivas a las empresas menos productivas dentro de cada industria y bajan la media. Los economistas estiman que la productividad manufacturera sería ahora un 20% mayor -y la productividad del sector servicios casi un 70% más alta- si las relaciones entre los préstamos, la inversión de capital y la rentabilidad en Italia no se hubieran separado desde 1995.

Los economistas atribuyen la mayor parte de la desaceleración de la productividad desde mediados de la década de 1990 a los problemas en los fabricantes del norte, no en las empresas del sur. Mientras tanto, la recesión mundial y la crisis del euro golpearon al norte casi tanto como al sur. A pesar de la modesta recuperación, el número de italianos con empleos a tiempo completo sigue siendo alrededor de un 5% más bajo que en 2008. Para los ricos del norte, el empleo a tiempo completo es aún más del 4% por debajo del pico

¿Y qué dice nuestro catedrático-cum-periodista sobre el particular?


Que la culpa es del euro


Al margen de la sandez de creer que la decadencia italiana fue cuestión de “un día para otro” y que un sistema institucional muy ineficiente de gestión pública más un gasto público desbocado que repartía fondos a favor de las clases medias (recuérdese su maravilloso sistema de pensiones o el coste – mil millones de euros al año – de su Parlamento) tuvo efectos positivos sobre el crecimiento económico y la productividad, nuestro catedrático dice lo siguiente sobre las razones de la presunta debacle

¿Qué fue mal en Italia? ¿Por qué, de pronto, dejó de funcionar un sistema con unos Gobiernos débiles y relativamente ineficaces pero que había producido casi 50 años de creciente prosperidad? Uno de los motivos es que, cuando se incorporó a la eurozona, el Gobierno perdió gran parte de su poder para maniobrar en el área económica. En 1993, cuando Italia sufrió una recesión preocupante, el Gabinete de Giuliano Amato devaluó la lira aproximadamente un 8%. De la noche a la mañana, a las empresas italianas les costó mucho menos vender sus productos en el extranjero, porque se habían abaratado sus precios, y así la producción aumentó y la recesión se superó….


¿De verdad cree el catedrático que la espiral inflación-devaluación-inflación es una receta para el éxito en el largo plazo de una economía?


Otro secreto inconfesable del estilo italiano de gobernar, según me explicó el economista Luigi Spaventa a principios de los noventa, ha sido la inflación.

Un “secreto inconfesable” dice, ¿secreto? ¿inconfesable? Salvo los de Ohio no creo que haya nadie en el mundo que no sepa que Italia – y los PIGS en general – han tenido históricamente más inflación que los países del centro y norte de Europa.

Italia tenía un índice de inflación varios puntos por encima de la mayoría de los países industrializados. Esa inflación mantenía baja la cotización de la lira, lo que permitía que las exportaciones siguieran siendo baratas. Pero además, me explicó Spaventa, la inflación era una forma sutil y calladamente progresista de redistribuir la renta. Suponía transferir el dinero de los ciudadanos más ricos, cuyos ahorros valían un poco menos cada año, a los asalariados, cuyos sueldos se ajustaban al alza en función de la inflación.

¿De verdad le dijo eso Spaventa? La inflación es un impuesto a los pobres (que tienen más propensión al consumo) y castiga a los acreedores porque erosiona las deudas. Pero ¿de verdad hay que explicarle eso a un catedrático de Columbia? No. Él ya lo sabe:

Esta estrategia iba en contra de todos los principios elementales de la economía: de hecho, la inflación empujó a los ricos a sacar el dinero del país e Italia tuvo que convertir en delito la exportación de capital. Sin embargo, los italianos siguieron estando entre los mayores ahorradores del mundo, y esa estrategia tan heterodoxa no impidió que su economía siguiera creciendo, al tiempo que reducía las desigualdades.

Ni un solo dato que avale esa afirmación (o la importancia de la exportación de capital por parte de los italianos para explicar el estancamiento. Miren la tasa de crecimiento italiana y observen que, desde los años 70, el crecimiento no ha superado el 4 % y, desde los años ochenta, apenas el 2 % y, desde los años 90, ningún año ha crecido Italia por encima del 2 % acumulando años en que el crecimiento fue nulo o negativo. Tras la entrada del euro el estancamiento prosigue hasta llegar a la crisis de 2007 de la que Italia todavía no se ha recuperado. Realmente, los periódicos españoles deberían ser menos papanatas y, si van a hablar de Italia, encárguenle el artículo a algún profesor italiano. Por ejemplo, para este tema, a Luigi Zingales que ha escrito varios trabajos sobre las causas del estancamiento italiano. Según Zingales y Pellegrino

… por qué la productividad laboral de Italia dejó de crecer a mediados de la década de 1990. No encontramos evidencia de que esta desaceleración se deba al comercio exterior, a la ineficiencia de la Administración pública o la regulación proteccionista del mercado laboral. Por el contrario, los datos sugieren que la desaceleración de Italia fue causada más probablemente por el fracaso de sus empresas para aprovechar al máximo la revolución de las tecnologías de la información. Si bien muchas características institucionales pueden explicar esta falta de aprovechamiento, una destacada es la falta de meritocracia en la selección y recompensa de los gerentes. El familiarismo y el amiguismo son las causas últimas de la enfermedad italiana.

Con el artículo de Carlos Sánchez en El Confidencial pasa algo parecido. Examina la caída del porcentaje de españoles que tienen vivienda en propiedad a partir de la crisis económica sin tener en cuenta que la anomalía era la elevadísima tasa de vivienda en propiedad que teníamos los españoles en relación con el resto de los países europeos. Las razones históricas de tal querencia hay que buscarla, a mi juicio, en que bajo Franco y durante buena parte de la transición – hasta el euro – los españoles sólo podían protegerse frente a la inflación invirtiendo sus ahorros en inmuebles. (¡igual que en Italia!) No había mercados financieros que merecieran ese nombre y la deuda pública de Franco y de las primeras décadas de la democracia no era de fiar (todos sabían que el gobierno acabaría devaluando la peseta y, por tanto, devaluando la devolución de lo prestado al Estado). De manera que comprarse pisos era lo más sensato que podían hacer los españoles. Nunca esperamos que los precios de los pisos bajaran pero, en realidad, lo que nunca esperamos es que el valor del dinero se mantuviese. 

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Siendo el país euro-occidental con más vivienda en propiedad ¿qué cabe esperar que ocurra? ¿que siga subiendo la tasa de propiedad?


La ley de reversión a la media no lo indica así. Los países – al margen de España – con más elevadas tasas de propiedad son los ex-comunistas. Adivinen por qué. Y hay correlación entre tasa de propiedad y nivel de paro: los países con tasa más alta de propiedad de la vivienda tienen también más paro. Adivinen por qué.

Hoy, gracias en parte a la crisis y gracias al euro, los españoles tienen más posibilidades de diversificar en la colocación de sus ahorros. Es una maravillosa noticia el crecimiento del mercado del alquiler. Para la movilidad laboral, para la aparición de nuevos negocios y para la diversificación de las rentas por parte de los ahorradores y para reducir la probabilidad de una nueva burbuja. La “noticia” de Carlos Sánchez habría estado bien si se hubiera limitado – periodista a tus zapatos – a explicar las cifras del INE y a consultar a expertos para entender su significado. Pero nuestros periodistas no se conforman con tan modesto trabajo y extraen un titular – que los bajos salarios están detrás de la caída de la tasa de propiedad de la vivienda – que, será correcto o no, pero que no está fundado, en ningún caso, en los datos que se manejan en el artículo. Sánchez podría haber preguntado a Mircea Popa sobre la relación de causalidad entre el tamaño de la burbuja y la tasa de propiedad a través de la influencia de los propietarios de vivienda sobre las decisiones de los políticos.


¿Y por qué esto importa?


Porque nuestros periodistas, como el país en general, son de izquierdas. Y cada vez que hay un gobierno de izquierdas, los periodistas dejan de criticar al gobierno. Y esta falta de crítica puede tener efectos letales. Miren este gráfico que ya no recuerdo de dónde lo he sacado (¿un trabajo de Illueca?)

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Vean cómo, en los peores años de la burbuja (2004 a 2006), el número de artículos publicados en la prensa sobre la burbuja disminuyó significativamente. Justo en los años del gobierno de Zapatero (2004-). ¿Dejó de hablar la prensa de la burbuja porque no convenía al gobierno socialista?

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