Dan Witz
La tesis del autor se resume en que
las criptomonedas son más una religión o un culto que un fenómeno económico racional. Son una mala inversión.
Y asistimos a una burbuja. Ya sabe, una burbuja es un mercado de un activo cuyo precio oscila en función, no de los rendimientos esperados de ese activo, sino de la mayor o menor probabilidad de que haya alguien que esté dispuesto a pagar algo más de lo que pagué yo por ese activo.
En estas dos columnas de Voxeu, el autor explica, sucesivamente, que el dinero fiduciario – los dólares, euros etc – cumplen las funciones asignadas al dinero en una economía de forma más eficiente que las criptomonedas. Ni siquiera en términos de seguridad, las criptomonedas son preferibles. Porque la seguridad “no se aplica sólo al algoritmo. Se aplica a toda la transacción” y visto así, el sistema de tráfico de pagos articulado nacional e internacionalmente en torno a los bancos es mucho más digno de confianza que “cualquier intermediario de criptomonedas”. Tampoco en términos de privacidad hay ventajas – las transacciones con criptomonedas quedan registradas por siempre jamás. Ni siquiera para los países pobres o que sufren elevadísima inflación son una alternativa preferible a tecnologías basadas en el dinero fiduciario (dolarización y pagos con móviles). Y luego, analiza si las criptomonedas tienen alguna posibilidad de desplazar al dinero fiduciario. Porque, en su opinión, tertium non datur: o el dinero fiduciario prevalece como hasta ahora sobre cualquier moneda privada, incluyendo las criptomonedas, o las criptomonedas desplazan al dinero fiduciario emitido por los Estados (no es un equilibrio que estemos utilizando distintas monedas en nuestra vida diaria). Y en esa disputa, el autor considera que, simplemente, los Estados no permitirán que 31 billones – un poco menos que el PIB conjunto de EEUU y China – pasen de manos del sector público a algunos especuladores particulares ni renunciar a controlar la cantidad de dinero que se necesita para que la Economía funcione adecuadamente (el predominio de las criptomonedas conduciría a una enorme deflación). Y los Estados, no solo están interesados en que las criptomonedas no desplacen al dinero fiduciario sino que tienen los medios para impedirlo: el curso legal del dinero. Sólo pueden pagarse impuestos en moneda fiduciaria. Cualquier pago en el sector público ha de hacerse en moneda fiduciaria. Y, en consecuencia, cualquier transacción que implique pasar de una criptomoneda a la moneda fiduciaria también puede ser controlada por el Estado y el Estado tiene capacidad para imponer a los particulares que venden bienes y prestan servicios que acepten exclusivamente moneda fiduciaria.
Jon Danielsson, Cryptocurrencies are lousy investments
Jon Danielsson, Cryptocurrencies
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