Los dos trabajos que resumo a continuación son muy sugerentes (vía Pablo Malo en X) pero no sé si menos 'revolucionarios' de lo que parecen. En realidad, todo lo 'revolucionario' desaparece cuando se llega a la idea de 'fenotipos conjuntos'. ¿Qué es la cultura sino el resultado (emergente, esto es, inexplicable vía reduccionismo a la conducta individual) de la interacción de los individuos que forman un grupo estable, esto es, cuyos miembros interactúan frecuente y continuadamente durante largos períodos de tiempo? Si estoy en lo correcto, el concepto de joint phenotypes (que es el más relevante para la tesis de los autores de tratar de reducir la evolución cultural a la evolución, sin más) no es productivo intelectualmente. Si la cultura y las instituciones son un fenómeno emergente, esto es, que no puede reducirse a sus componentes más elementales y que requiere atender a las interacciones entre estos elementos, cuando los "elementos" que interactúan son los propios individuos (animales o humanos), hemos dado un salto de nivel en la evolución o hemos pasado a hablar de "evolución grupal" (v., El reduccionismo no toma en consideración adecuada las interacciones). En esta otra entrada resumo los comentarios que otros autores han hecho al trabajo de Baumard/André
Empiezo con un extracto del segundo de los trabajos citados al final de la entrada)
... proponemos que la cultura puede y debe analizarse utilizando los mismos principios que se aplican a los rasgos biológicos, sin necesidad de introducir mecanismos adicionales ni de modificar el marco teórico fundamental de la biología evolutiva. En otras palabras, sostenemos que los fenómenos culturales pueden explicarse mediante la teoría de la aptitud inclusiva (inclusive fitness), siempre que se adopte una perspectiva que considere la cultura como un conjunto de comportamientos y estrategias que influyen en la aptitud inclusiva de los individuos... la cultura no constituye un sistema de herencia independiente, sino un conjunto de rasgos fenotípicos que se transmiten socialmente y que, al igual que otros rasgos fenotípicos, están sujetos a selección natural en la medida en que afectan a la reproducción diferencial de los genes que los sustentan. Así, la transmisión cultural no es un proceso autónomo que requiera una teoría evolutiva separada, sino un mecanismo que modifica el entorno social y, por tanto, las presiones selectivas que actúan sobre los individuos... Lo que define a los fenómenos culturales no es únicamente su persistencia y continuidad, sino la dinámica más amplia en la que los comportamientos de generaciones anteriores dejan un impacto duradero en los comportamientos de las generaciones posteriores. Esta influencia intergeneracional crea tanto continuidad como cambio... Aunque esta influencia intergeneracional suele considerarse exclusiva de la cultura, no lo es. Todos los organismos modifican su entorno, un proceso conocido como “ingeniería de ecosistemas”... Ejemplos incluyen: los castores, que construyen presas; las lombrices que airean el suelo; los arrecifes de coral que forman estructuras submarinas utilizadas por otras especies; los elefantes que modifican el paisaje de la sabana al arrancar árboles; los perritos de las praderas que excavan madrigueras que serán reutilizadas por otras especies; las algas marinas que alteran corrientes submarinas y disponibilidad de luz; los hongos que descomponen la materia orgánica y cambian la composición del suelo; los manglares que modelan las formas costeras y los patrones de sedimentación; y muchos otros fenómenos. Estas modificaciones ambientales persisten, creando “legados ecológicos” que afectan a generaciones posteriores... Cuando un organismo se encuentra con un entorno modificado —ya sea por la construcción de una presa de castor o por cambios en la vegetación—, a menudo puede ajustar su fisiología, comportamiento o trayectoria de desarrollo para afrontar estas nuevas condiciones sin requerir un cambio genético... Estos procesos ecológicos no se limitan a interacciones entre especies. También ocurren dentro de individuos de la misma especie, al igual que los fenómenos culturales. Por ejemplo... las nuevas colonias de termitas ocupan a menudo montículos dejados por sus predecesoras. Las hormigas limón habitan los “jardines del diablo” en la selva amazónica, es decir, los monocultivos de ciertas especies de árboles que han sido diseñados y mantenidos por ellas durante múltiples generaciones, a menudo persistiendo durante siglos... Además, estos legados afectan los comportamientos de generaciones posteriores. Por ejemplo, la decisión arquitectónica de una generación de abejas (panales helicoidales o planos apilados) puede condicionar las decisiones arquitectónicas de generaciones posteriores, dando lugar a ciertas tradiciones arquitectónicas (Di Pietro et al., 2024)...
Consideremos, por ejemplo, el caso de una presa de castor y el prado que crea (Johnston, 2015; J. P. Wright, Jones y Flecker, 2002). La función de la construcción de presas no es dar forma a humedales ni beneficiar al ecosistema en general; más bien, cada individuo persigue su propio objetivo adaptativo: crear un entorno acuático estable que proporcione protección contra depredadores y acceso a alimento. Al construir presas, los castores elevan el nivel del agua, inundando áreas circundantes para crear estanques más profundos donde pueden construir madrigueras y desplazarse con seguridad. Sin embargo, aunque este comportamiento beneficia a los castores, también genera conflictos con otras especies. Por ejemplo, los peces que requieren corrientes rápidas pueden tener dificultades para sobrevivir en las aguas tranquilas recién creadas, mientras que las plantas y animales terrestres pueden experimentar pérdida de hábitat debido a la inundación. Al mismo tiempo, la actividad de los castores genera nuevas oportunidades ecológicas. Los ratas almizcleras excavan con frecuencia en las madrigueras de los castores o construyen sus propias pequeñas presas, modificando aún más el flujo del agua. Las bacterias y los invertebrados acuáticos descomponen el material orgánico atrapado por la presa, alterando la química del agua y el ciclo de nutrientes. Con el tiempo, estas modificaciones ecológicas se extienden mucho más allá de los objetivos originales de los castores. A medida que los estanques abandonados se llenan gradualmente de sedimentos, se transforman en praderas, creando un nuevo paisaje ecológico que persiste mucho después de que los castores se han ido… Estos efectos de legado remodelan el entorno para las generaciones futuras de castores y sostienen un conjunto completamente diferente de especies, desde anfibios que prosperan en los humedales restantes hasta mamíferos herbívoros que se benefician de los prados recién formados... Es fundamental destacar que las presas de castores no son el producto de un solo individuo, sino de múltiples individuos. Aunque cada castor actúa de manera independiente, a menudo varios contribuyen a reforzar y mantener la misma presa a lo largo del tiempo, a veces durante generaciones sucesivas. Esta interacción entre comportamientos adaptativos individuales, construcción colectiva y transformaciones ecológicas a largo plazo ilustra cómo los ecosistemas surgen de las acciones de múltiples agentes que persiguen sus propios objetivos, lo que a menudo conduce a resultados ecológicos complejos y, en ocasiones, no previstos. En estos ejemplos, el comportamiento de generaciones pasadas afecta el comportamiento de generaciones más jóvenes mediante modificaciones ecológicas y respuestas fenotípicas.
Nuestro argumento es que las culturas humanas no son diferentes. Los humanos producen constantemente modificaciones ecológicas para cumplir sus propios objetivos adaptativos: carreteras, casas, herramientas, chistes, palabras, novelas, canciones, creencias religiosas... Estos artefactos culturales cambian la ecología material, social e informacional de otros, alterando las condiciones en las que las generaciones futuras sobreviven y se desarrollan. En respuesta, las nuevas generaciones responden flexiblemente (plásticamente) a estos entornos modificados, utilizándolos para perseguir sus propios objetivos adaptativos. Con el tiempo, estas interacciones generan efectos en cascada, reflejando las cascadas ecológicas observadas en ecosistemas no humanos... estos fenómenos se desarrollan a lo largo de muchos ciclos de modificaciones ecológicas, legados ecológicos y respuestas ecológicas. Es la repetición de estos ciclos lo que finalmente da lugar a la evolución cultural... el enfoque ecológico de la cultura prolonga la revolución de la aptitud inclusiva... en comprender los fenómenos biológicos desde el punto de vista de los genes... los fenómenos culturales son simplemente un caso específico de fenómenos ecológicos... las dinámicas ecológicas impulsan cambios profundos y notables tanto en el entorno compartido como en el comportamiento individual. La magnitud de estos efectos puede crear la ilusión de que los fenómenos culturales son cualitativamente distintos de los procesos ecológicos estándar. Sin embargo, los mecanismos subyacentes son los mismos... Las dinámicas ecológicas estándar (como la evolución cultural) conducen, de manera sistemática y a gran escala, a modificaciones tanto de los fenotipos individuales como de su entorno en escalas temporales mucho más cortas que las de la selección natural. Estas modificaciones se basan en un mecanismo biológico fundamental y generalizado: la plasticidad/flexibilidad fenotípica. Los efectos culturales no son más que un caso específico de este fenómeno más amplio. Todos los organismos ajustan su comportamiento y fisiología sin alteraciones genéticas, basándose en mecanismos especializados y evolucionados... Todos los fenómenos culturales, incluidos los cambios importantes en actitudes y preferencias sociales, son en última instancia casos de plasticidad fenotípica. Por ejemplo, estadounidenses y europeos tienen opiniones contrastantes sobre el Estado de bienestar. En Europa, las políticas redistributivas gozan de amplio apoyo, mientras que en Estados Unidos el respaldo es mucho menor. La evidencia experimental arroja luz sobre los mecanismos psicológicos detrás de estas diferencias. Cuando se coloca a daneses y estadounidenses en situaciones idénticas con la misma información, ambos muestran comportamientos cooperativos sorprendentemente similares. Ambos siguen una psicología cooperativa: están dispuestos a cooperar si otros también lo hacen, pero tienden a desertar cuando perciben que otros desertan. La diferencia clave radica en la información ecológica disponible en cada región. Esta variación en actitudes es un claro ejemplo de plasticidad fenotípica psicológica: los individuos ajustan sus comportamientos y preferencias en respuesta a las señales informativas proporcionadas por su entorno local... los ecosistemas humanos no son cualitativamente distintos de otros ecosistemas. Son simplemente un caso extremo de dinámicas ecológicas, donde la plasticidad opera a gran escala y donde las modificaciones ambientales —incluidos los entornos informativos— se vuelven autorreforzantes, produciendo efectos acumulativos y transformadores...
Podría pensarse que las dinámicas ecológicas estándar, no culturales, se refieren únicamente a efectos materiales, mientras que la cultura se distingue porque implica dinámicas informacionales. Sin embargo, esta distinción no está justificada. Las dinámicas ecológicas también pueden ser informacionales. Por ejemplo, cuando un elefante crea un sendero a través de un bosque, no solo altera el paisaje material, sino que también proporciona información visible sobre la mejor manera de atravesar una zona difícil... También aquí, lo que distingue a los ecosistemas culturales es la escala del fenómeno, no su naturaleza. Las dinámicas informativas humanas operan a una escala mucho mayor... Introducimos continuamente nueva información en el entorno —nuevas ideas, palabras, tecnologías—, remodelando el paisaje informativo para otros. Sin embargo, la naturaleza de estas dinámicas no es cualitativamente distinta de otros procesos informativos ecológicos. Aunque la comunicación humana se enriquece y flexibiliza mediante la cognición social —la capacidad de comprender, predecir e influir en los estados mentales de otros—, la naturaleza básica del proceso sigue siendo la misma: el emisor de la señal busca lograr un efecto en la mente del receptor, mientras que el receptor interpreta y utiliza la señal de una manera que se alinea con sus propios intereses...
Es cierto que los ejemplos clásicos de dinámicas ecológicas, como las presas de castores o los arrecifes de coral, resultan en gran medida de una programación genética rígida en los comportamientos o la fisiología individual. No obstante, las dinámicas ecológicas estándar también pueden ser creativas e innovadoras, impulsadas por mecanismos especializados de plasticidad adaptativa. En los últimos años, una gran cantidad de estudios ha demostrado que los animales no humanos (especialmente aves, cetáceos y primates) crean e inventan constantemente nuevos comportamientos y nuevas herramientas, gracias a sus capacidades cognitivas especializadas...
Además, los animales no humanos muestran una notable capacidad para generar innovaciones conductuales que se propagan dentro de sus poblaciones. Por ejemplo, los delfines han sido observados inventando nuevas técnicas de caza, como el uso de burbujas para atrapar peces, mientras que los chimpancés desarrollan métodos novedosos para extraer termitas o nueces, a menudo adaptando herramientas existentes para resolver problemas específicos...
En los humanos, la acumulación cultural se ve intensificada por dos factores: la amplitud de las modificaciones ambientales y la capacidad para registrar y transmitir información con alta fidelidad. Las herramientas, las instituciones y los sistemas simbólicos no solo persisten, sino que se convierten en plataformas sobre las que se construyen innovaciones posteriores. Así, la escritura permitió la ciencia, la imprenta amplificó la difusión del conocimiento y la digitalización ha acelerado la innovación a niveles sin precedentes.
Sin embargo, incluso aquí, el mecanismo subyacente sigue siendo el mismo: interacciones repetidas entre organismos plásticamente adaptativos y entornos modificados. La acumulación cultural no es un proceso mágico ni un sistema independiente de herencia, sino una consecuencia inevitable de la plasticidad fenotípica combinada con la persistencia de las modificaciones ambientales.
Aplicar este marco a la cultura significa reconocer que las modificaciones culturales —herramientas, instituciones, normas, ideas— no son fines en sí mismos, sino medios para alcanzar objetivos adaptativos: obtener recursos, atraer parejas, asegurar alianzas, evitar riesgos, mejorar la reputación. Las personas no crean canciones, leyes o tecnologías para perpetuar la cultura, sino para resolver problemas adaptativos inmediatos.
... El enfoque evolutivo del comportamiento animal, ya sea en un ecosistema cultural o en uno estándar, no sostiene que los individuos busquen directamente maximizar su aptitud inclusiva al tomar decisiones... sostiene que los individuos dependen de mecanismos próximos —sistemas fisiológicos y cognitivos— que han sido moldeados por la selección natural para producir comportamientos que aumentaron la aptitud inclusiva en entornos ancestrales... Esta distinción entre explicaciones últimas (evolutivas) y mecanismos próximos (psicológicos) es crucial. Las explicaciones últimas describen por qué evolucionó un rasgo o comportamiento —su función para promover la supervivencia y la reproducción—, mientras que las explicaciones próximas describen cómo se genera el comportamiento en tiempo real mediante los sistemas cognitivos y fisiológicos de un organismo
Una distinción crucial en la teoría evolutiva es la que existe entre una adaptación y su expresión fenotípica. Esta distinción es especialmente importante en el caso de las adaptaciones plásticas, donde un único mecanismo evolucionado puede producir una amplia gama de resultados fenotípicos dependiendo de las condiciones ambientales
Por ejemplo, la capacidad de una araña para construir una telaraña es una adaptación, pero cada telaraña es diferente, moldeada por condiciones locales como la disposición de las ramas, las rocas y la exposición al viento. Los mecanismos que guían la construcción de la telaraña siguen siendo productos de la selección natural, aunque la estructura específica de la telaraña sea variable. De la misma manera, la construcción de elaboradas pérgolas por parte de los machos de los pájaros jardineros es un comportamiento adaptativo moldeado por la selección sexual. Sin embargo, cada pájaro jardinero crea pérgolas diseñadas de manera única en función de los recursos disponibles localmente —materiales como objetos de colores, bayas, plumas y piedras—, así como de las limitaciones ambientales, como la presencia de depredadores y la competencia de rivales.
... los genes no codifican comportamientos específicos, sino objetivos adaptativos de alto nivel (por ejemplo, alimento, estatus, pareja, información) y capacidades cognitivas especializadas (por ejemplo, rotación mental, cognición motora) cuya función es permitir que los individuos alcancen sus objetivos de manera flexible
... Las funciones cognitivas generativas explican gran parte de la variabilidad de los fenómenos culturales. Un cazador en el Ártico y un cazador en la sabana africana necesitan herramientas para cazar, pero sus soluciones difieren: uno puede desarrollar un arpón, el otro un arco y flechas. A pesar de estas diferencias, ambas herramientas son manifestaciones de la misma función generativa: una interacción compleja de cognición causal, habilidades motoras, función ejecutiva y la motivación para obtener alimento,... La forma específica de una herramienta depende de los materiales disponibles, las limitaciones ecológicas y los legados culturales dejados por generaciones anteriores, pero los mecanismos subyacentes que guían este proceso siguen siendo adaptaciones cognitivas.
La noción de fenotipo conjunto es clave para comprender la forma y estructura de los productos culturales, porque permite entender por qué la forma y estructura del fenotipo de un individuo en particular puede no corresponder a los intereses de aptitud de ese individuo. Un fenotipo conjunto es simplemente un fenotipo que resulta de más de un genoma. El cuerpo humano es un ejemplo fundamental de fenotipo conjunto, especialmente si se considera la interacción entre el genoma humano y los genomas de los microorganismos que componen el microbioma. De manera similar, el cuerpo de una mujer embarazada es otro ejemplo de fenotipo conjunto, ya que refleja las contribuciones genéticas y los intereses tanto de la madre como del feto. Por ejemplo, el feto, que porta la mitad de sus genes del padre, puede demandar más recursos de la madre de lo que es óptimo para la salud materna. Esto se debe a que el interés evolutivo del feto es maximizar su propio crecimiento y sus probabilidades de supervivencia, potencialmente a expensas del bienestar de la madre... Los productos culturales generados —como lanzas, palabras o vestimenta— no son adaptaciones, son expresiones fenotípicas generadas por adaptaciones cognitivas para alcanzar objetivos que aumentan la aptitud. Del mismo modo que una telaraña no es en sí misma una adaptación, sino una expresión fenotípica de los mecanismos evolucionados para construir telarañas...
... los fenómenos culturales pueden entenderse como fenotipos extendidos conjuntos de muchos genotipos cuyos intereses no están completamente alineados, con algunas interacciones conflictivas y otras cooperativas o mutualistas..
... muchos comportamientos rituales parecen desconcertantes cuando se analizan desde la perspectiva de los individuos que pagan por servicios de eficacia poco clara. Parecen “subproductos” o “desajustes”. Sin embargo, tienen perfecto sentido cuando se observan desde la perspectiva de quienes los instigan y promueven. Los especialistas rituales —como chamanes, sacerdotes o adivinos— suelen obtener recompensas económicas, prestigio social o influencia política, independientemente de que sus servicios proporcionen beneficios tangibles a sus seguidores... Una dinámica similar existe en la producción de comida basura, donde los consumidores asumen costos de salud a largo plazo, mientras que los productores se benefician explotando preferencias humanas profundamente arraigadas por alimentos ricos en calorías, que evolucionaron en entornos de escasez nutricional. En ambos casos, los intereses de aptitud de productores y consumidores no están alineados, lo que ilustra cómo los ecosistemas culturales, al igual que los ecosistemas estándar, no implican únicamente interacciones cooperativas. Los rasgos culturales no necesitan beneficiar a todos para seguir siendo estables y persistir; solo necesitan beneficiar a quienes los promueven o controlan... Otro objetivo clave relacionado con la aptitud que desempeña un papel en la evolución cultural es la búsqueda de influencia y control sobre los demás, moldeando su comportamiento de maneras que sirven a intereses individuales o mutuos...
Muchas especies no humanas también producen fenómenos colectivos a gran escala que emergen de decisiones individuales y, sin embargo, benefician al grupo en su conjunto. Ejemplos de ello son el vuelo en bandada de las aves, el cardumen en los peces o la construcción cooperativa de nidos en insectos sociales, todos los cuales persisten porque aumentan la aptitud de los individuos participantes al proporcionar protección frente a depredadores, mejorar la eficiencia en la búsqueda de alimento o modificar el entorno... las instituciones no se imponen de arriba hacia abajo por una fuerza externa; más bien, emergen como el resultado agregado de comportamientos adaptativos moldeados por incentivos y restricciones individuales...
Por ejemplo, la creación de sistemas jurídicos, regulaciones financieras o la provisión de bienes públicos puede rastrearse hasta individuos que actúan en su propio interés —buscando reducir riesgos, prevenir el comportamiento oportunista y garantizar interacciones predecibles—. Un caso histórico claro es la gestión comunal de bosques en el Japón rural, donde los aldeanos enfrentaban un dilema de cooperación: cada persona tenía un incentivo individual para sobreexplotar los recursos, pero una defección excesiva conduciría al agotamiento del bosque compartido. En lugar de confiar únicamente en un comportamiento prosocial espontáneo, los aldeanos invirtieron tiempo y recursos en diseñar una institución en la que monitores supervisaran el cumplimiento y aplicaran las normas (Ostrom, 1990). La eficacia de esta institución no dependía de una fuerza externa a nivel de grupo, sino del hecho de que los propios monitores tenían incentivos para actuar...
... la posibilidad de que los comportamientos culturales no siempre sean óptimos cuando el ecosistema —ya sea cultural o de otro tipo— se desvía significativamente de los entornos en los que evolucionaron los mecanismos cognitivos humanos. Algo similar ocurre al estudiar la respuesta ecológica a cambios antropogénicos rápidos, como la contaminación. Por ejemplo, en entornos contaminados con desechos plásticos, las tortugas marinas suelen confundir bolsas de plástico flotantes con medusas. Esto se debe a que las tortugas han evolucionado para detectar alimento, como las medusas, utilizando señales visuales que les permiten identificar presas por su forma y tamaño. En entornos contaminados con plástico, este mecanismo próximo las lleva a confundir bolsas flotantes con medusas...
El poder de la teoría de la aptitud inclusiva para comprender el comportamiento animal radica en su capacidad para imponer restricciones estrictas sobre lo que la evolución puede y no puede producir. El coste más significativo de desarrollar una teoría separada para los comportamientos influenciados por la “cultura”, distinta del marco aplicado a otros comportamientos —como en la teoría de la doble herencia— es que elimina estas restricciones, despojando al estudio de la cultura de su poder predictivo.
... la evolución cultural es fundamentalmente una respuesta a modificaciones ecológicas. Las sociedades que enfrentan paisajes ecológicos similares tienden a converger en estructuras sociales, sistemas de parentesco y dinámicas de conflicto comparables... En todas las sociedades, el desarrollo económico conduce a una convergencia notablemente consistente en el comportamiento humano. A medida que aumentan los recursos, las personas se vuelven más orientadas al futuro, más exploratorias y más cooperativas. Pero ¿por qué estos patrones emergen repetidamente, no solo entre diferentes culturas, sino también dentro de las sociedades, al comparar individuos de clases sociales altas y bajas? La respuesta radica en la capacidad humana para ajustar sus prioridades motivacionales en respuesta a las condiciones ecológicas... cuando los recursos son abundantes, tiene sentido retrasar la gratificación e invertir en estrategias inciertas pero potencialmente muy rentables; cuando los recursos son escasos, priorizar las necesidades inmediatas de supervivencia es la estrategia más óptima.
... La estabilidad o el cambio cultural están influidos, en primer lugar, por las alteraciones ecológicas y sus efectos sobre la psicología. Por ejemplo, las personas que vivieron la Segunda Guerra Mundial desarrollaron valores conservadores y normas sociales estrictas moldeadas por la escasez y la violencia, mientras que las generaciones posteriores, criadas en entornos caracterizados por la paz y la abundancia, adoptaron actitudes de apertura, disposición al riesgo y tolerancia. ... De manera similar, durante la Edad del Hierro, los avances tecnológicos en la ganadería crearon una nueva ecología cultural centrada en la gestión de rebaños. Este cambio incrementó la desigualdad reproductiva masculina, lo que llevó a las familias a priorizar la herencia masculina y adoptar estructuras patrilineales. También intensificó la guerra y promovió una ética guerrera, caracterizada por conflictos internos crónicos, alianzas fraternales y linajes expansionistas que buscaban asegurar rebaños y oportunidades reproductivas... los individuos que viven en entornos prósperos y estables pueden permitirse asumir mayores riesgos, lo que conduce a una transmisión cultural menos fiel, mayores tasas de innovación y, por tanto, una evolución cultural más rápida, condiciones ejemplificadas por la Revolución Industrial en Europa Occidental ...
los productores de productos culturales deben diseñar sus creaciones ajustándolas a las capacidades cognitivas de sus consumidores. Por ejemplo, las formas de las letras no son arbitrarias, sino que están condicionadas por la manera en que el sistema visual humano procesa los símbolos. La visión humana está especialmente sintonizada con ciertas características geométricas, como la simetría, las intersecciones y las disposiciones simples de líneas, porque estas son comunes en entornos naturales —desde los contornos de los objetos hasta las ramificaciones de los árboles y las uniones de las extremidades en los animales—. Los escritores intentan minimizar los costes cognitivos de los receptores diseñando y utilizando preferentemente sistemas de escritura que resulten más fáciles de distinguir. Por ello, las letras rara vez presentan formas muy intrincadas, curvas o irregulares: tales diseños son más difíciles de procesar para el cerebro de modo que las letras tienden a componerse de trazos simples e intersecciones, en consonancia con la capacidad natural del sistema visual para detectar contrastes y patrones... Los productores de estas narrativas (de ficción) explotan estratégicamente predisposiciones cognitivas universales, como la idealización de la pareja, el vínculo emocional, el compromiso a largo plazo y la reorientación vital en torno a la relación romántica (Baumard et al., 2022). Así, las historias románticas funcionan como superestímulos, construidos intencionalmente para intensificar y amplificar los mecanismos psicológicos humanos relacionados con la formación de vínculos, captando la atención y provocando una profunda implicación emocional...
Cabe esperar prácticas culturales adaptativas a nivel individual cuando los individuos son libres de elegir lo que les conviene sin interferencias de otros cuyos intereses entren en conflicto con los suyos. ... En las elecciones dietéticas, por ejemplo, las personas gozan en cierta medida de libertad de elección. Como resultado, estas elecciones suelen alinearse con beneficios individuales... cuando los individuos comparten intereses comunes y/o tienen suficiente confianza entre sí para cooperar, cabe esperar que se desarrollen prácticas culturales mutuamente beneficiosas a nivel colectivo... cuando los individuos tienen intereses en conflicto y carecen de confianza recíproca, y cuando algunos son capaces de imponer su voluntad sobre otros mediante coerción o manipulación tienden a surgir prácticas culturales disfuncionales y opresivas...
... En este enfoque (ecológico), los fenómenos culturales resultan de la forma en que los individuos modifican su entorno (produciendo modificaciones ecológicas) y de cómo estos cambios ambientales afectan el entorno de otros individuos, induciendo en ellos una respuesta fenotípica... Este ciclo continuo de modificación ecológica y respuesta impulsa el cambio cultural acumulativo, haciendo que la evolución cultural sea un proceso fundamentalmente fenotípico, en oposición al proceso genético que caracteriza la evolución biológica. Por tanto, la cultura debería definirse como cualquier cambio resultante de modificaciones ecológicas producidas por otros.
Sin embargo, mientras que las modificaciones ecológicas en los ecosistemas típicos suelen ser interespecíficas —los científicos se refieren habitualmente a legados como las presas de castores que configuran comunidades lacustres—, en los ecosistemas culturales el foco está principalmente en los efectos intraespecíficos... la cultura es cualquier cambio fenotípico resultante de modificaciones ecológicas intraespecíficas...
“Cultura evocada” se utiliza para describir casos en los que cierta variación conductual se debe a la plasticidad evolucionada de la mente en respuesta a cambios en el entorno material (recursos, patógenos, guerra), mientras que “cultura transmitida” se refiere a casos en los que la variación conductual se debe a la plasticidad evolucionada de la mente en respuesta a cambios en el entorno informacional. En ambos casos, el fenómeno es cultural porque el ecosistema ha sido modificado por generaciones anteriores. Los individuos producen nuevos comportamientos porque sus estrategias responden a los recursos y restricciones acumulados por generaciones previas. También producen nuevas palabras, herramientas y conocimientos porque su mente responde a la información acumulada (voluntaria o involuntariamente) por generaciones anteriores (padres, maestros, compañeros). En ambos casos, evocada y transmitida, las nuevas generaciones son diferentes de las anteriores debido a la plasticidad fenotípica adaptativa: los individuos ajustan su estrategia a la información y los recursos disponibles en su entorno.
En el otro trabajo, - el primero de los de abajo - los autores sostienen que los productos culturales no son replicadores independientes (memes) que evolucionan por mecanismos propios, como plantea la teoría de la evolución cultural, sino fenotipos extendidos en el sentido de Dawkins: efectos del genotipo que se manifiestan fuera del cuerpo. Desde la perspectiva del gen, los organismos son vehículos diseñados para maximizar la replicación genética, y los fenotipos extendidos incluyen estructuras como presas de castores o telarañas. En esta línea, los autores argumentan que herramientas, rituales, normas o constituciones son también fenotipos extendidos, creados indirectamente por genes a través de mecanismos cognitivos plásticos que permiten alcanzar metas adaptativas (comunicación, estatus, cooperación, atracción sexual, etc.). Desde este punto de vista, la teoría evolutiva estándar (aptitud inclusiva) basta para explicar la cultura si se incorporan tres nociones: plasticidad generativa, legado ecológico y fenotipos conjuntos.
La plasticidad o flexibilidad generativa
describe la capacidad de los organismos para producir respuestas abiertas e innovadoras a partir de objetivos adaptativos generales, en lugar de conductas rígidamente codificadas. Así, los genes no programan conductas concretas, sino metas (p. ej., obtener alimento, mejorar la apariencia, mantener reputación) y mecanismos cognitivos que permiten generar soluciones novedosas.
En lugar de codificar un conjunto fijo de reacciones a un conjunto fijo de contextos posibles, la evolución determina los objetivos que deben alcanzarse y construye mecanismos cognitivos capaces de encontrar por sí mismos una solución adaptativa cuando surge el problema
Los autores citan a Dawkins y a Tomasello
Así lo explicó el propio Dawkins en The Selfish Gene: «El comportamiento animal, altruista o egoísta, está bajo el control de los genes solo de forma indirecta, aunque con una influencia muy fuerte. Al determinar cómo se construyen las máquinas de supervivencia y sus sistemas nerviosos, en último término los genes controlan la conducta. Pero las decisiones en cada circunstancia concreta sobre qué hacer a continuación las toma el sistema nervioso. Los genes son los principales responsables de la política general; los cerebros son los ejecutores. Y a medida que los cerebros se vuelven más desarrollados, asumen cada vez más decisiones concretas, utilizando para ello recursos como el aprendizaje y la simulación». (p. 89)
Tomasello (2022) lo expresa de manera similar: «Como no puede prever las circunstancias concretas de las situaciones futuras en las que un individuo podría encontrarse, la Naturaleza ha configurado psicológicamente la agencia de forma que pueda adoptar decisiones propias y autorregular su conducta cuando persigue metas u objetivos que, estos sí, han sido fijados en última instancia por la propia Naturaleza». (p. 134)
... obviamente no estamos argumentando que los genes controlan la expresión cultural en la misma forma en que controlan la expresión de proteínas. La visión de la cultura desde el punto de vista de los genes es que los genes han construido "máquinas cognitivas de supervivencia" (Nettle y Scott-Phillips, 2023; Tooby y Cosmides, 1992) que, equipados con control cognitivo, satisfacen de manera flexible y creativa objetivos evolutivos de alto orden (por ejemplo, apareamiento, búsqueda de estatus, comunicación).
Ejemplos: los pájaros pergoleros construyen nidos decorativos con materiales diversos, incluso objetos humanos como plásticos o monedas, para atraer parejas
Los bowerbirds son bien conocidos por construir nidos elaborados, que luego decoran con hasta varios miles de objetos (Madden, 2008; Walsh et al., 2010). Estos nidos son exhibiciones sexuales diseñadas para atraer a las hembras y señalar la calidad del macho constructor. Por ello, deben captar la atención del sistema visual de la hembra y transmitir ciertas cualidades cognitivas y físicas. Los nidos de bowerbirds son un buen ejemplo para nuestra discusión porque está claro que su arquitectura no está rígidamente codificada en el genoma (Breen, 2021; Healy, 2022). Existe una enorme variación entre individuos y entre poblaciones, así como una gran diversidad en los materiales utilizados y en la elección de colores y efectos visuales (Madden, 2008; Walsh et al., 2010). Y, sin embargo, estos nidos son, al igual que otras exhibiciones sexuales, indudablemente adaptativos y resultado de la selección natural.
La razón es que la evolución no seleccionó un fenotipo extendido fijo, sino mecanismos proximales capaces de generar muchos tipos de fenotipos adaptativos. Diversas evidencias sugieren que la construcción de estos nidos no se logra mediante un patrón de acción fijo o un comportamiento rígidamente programado, sino a través de programas cognitivos flexibles que generan y evalúan constantemente nuevas soluciones para atraer hembras, en función de los materiales disponibles en su entorno (Madden, 2008) (véase Figura 5).
Nidos de grandes simios
Chimpancés y gorilas construyen nidos casi a diario para dormir. Estos nidos mejoran la calidad del sueño, protegen contra depredadores y parásitos, y ayudan a la termorregulación. Sin embargo, no siguen un patrón rígido: usan cualquier material disponible, incluso objetos humanos como sábanas o papel triturado en entornos artificiales. Esto indica que la conducta está guiada por metas adaptativas (dormir seguro) y no por instrucciones genéticas específicas.
Innovaciones humanas (escritura y herramientas)
Los productos culturales son fenotipos extendidos. Las herramientas, por ejemplo, no son nada especial desde un punto de vista evolutivo. Son soluciones innovadoras como cualquier otra. La flexibilidad cognitiva de los humanos significa que constantemente están inventando herramientas para resolver problemas circunstanciales: usar un trozo de madera para hacer caer una fruta, una hoja para recoger agua, una piedra para romper un hueso, etc. Todas estas soluciones son fenotipos extendidos: son, por diseño, producidos por la combinación de preferencias evolucionadas (por la comida, por ejemplo) y habilidades instrumentales innovadoras.
La escritura no surgió porque existan genes para escribir, sino porque satisface metas evolutivas (comunicación, memoria) mediante capacidades cognitivas preexistentes (visión, lenguaje). Lo mismo ocurre con herramientas: desde usar una piedra para romper un hueso hasta diseñar un smartphone, todas son soluciones generadas por mecanismos que combinan preferencias adaptativas (obtener alimento, mejorar estatus) con creatividad instrumental.
Maquillaje y ornamentos
El legado ecológico
alude a que los productos culturales persisten en el entorno y condicionan las oportunidades de generaciones posteriores, sin que ello implique transmisión adaptativa de información. Igual que los diques de castores o los nidos de termitas, los artefactos humanos sobreviven a sus creadores y pueden ser reutilizados, modificados o descartados según los intereses adaptativos de cada generación. Así, catedrales, caminos o herramientas son capital acumulado que cada generación explota o transforma para sus propios fines.
El legado ecológico no es un proceso adaptativo. No tiene ninguna función, ni desde el punto de vista de sus productores ni desde el de los usuarios posteriores. El suelo, por ejemplo, es un subproducto de la actividad de las plantas que pierden sus hojas y mueren, y de los hongos, lombrices de tierra y bacterias que las degradan (Van Breemen y Buurman, 2002). Estas especies a menudo se denominan "ingenieros" o "constructores de nicho", pero su objetivo adaptativo no es ni diseñar ni construir nada (Scott-Phillips et al., 2014). Simplemente están haciendo lo que es mejor para su estado físico, obtener nutrientes de las hojas, y las especies que posteriormente usan este legado simplemente responden a la presencia del suelo cuando cumplen con sus propias agendas de adaptación.
Nuestro punto aquí es que la cultura humana no es diferente. De hecho, los arqueólogos han estudiado durante mucho tiempo los legados ecológicos de la población humana pasada en la ecología de las generaciones posteriores (Boivin et al., 2016). Cada generación nace en un entorno lleno de fenotipos extendidos que las generaciones anteriores han construido para cumplir sus propios objetivos adaptativos: casas, caminos, herramientas, chistes, novelas, canciones. Estos elementos culturales sobreviven a sus productores iniciales, se degradan y eventualmente pueden desaparecer. Mientras tanto, sin embargo, otros individuos pueden optar adaptativamente por reutilizar algunos de ellos, mejorar algunos de ellos, transformar algunos de ellos, abandonar algunos de ellos, usar algunos de ellos de nuevas maneras, etc., dependiendo de los costos y beneficios de la aptitud física. Todo el proceso puede describirse como acumulación de capital (André y Baumard, 2020)... El legado ecológico no es, de hecho, un sistema de herencia en el sentido biológico (es decir, como una adaptación para transmitir información). El legado ecológico solo describe la forma en que las generaciones anteriores afectan el medio ambiente de las generaciones posteriores... lo que suceda en el futuro depende de las propias agendas adaptativas de las generaciones posteriores.
Fenotipos conjuntos
Pero muchos productos culturales son fenotipos conjuntos, es decir, resultados de la interacción entre múltiples individuos cuyos intereses genéticos solo coinciden parcialmente y, a veces, incluso entran en conflicto. Esto significa que no son diseñados para “el bien del grupo”, sino que reflejan compromisos entre actores con metas diversas. Por ejemplo, la construcción de Notre Dame no respondió a una función colectiva abstracta, sino a la convergencia (y negociación) de intereses distintos: la Iglesia buscaba reforzar el control social y la devoción religiosa; el rey y la élite urbana querían prestigio político; los gremios de artesanos veían una oportunidad para mostrar su pericia; y la población debía equilibrar el gasto en la catedral con otras necesidades como defensa o alimentación. El resultado arquitectónico es un compromiso entre estas fuerzas.
Es fundamental destacar que Notre Dame no es, en ningún sentido significativo, una adaptación. Primero, es un producto conjunto de muchos individuos con objetivos diversos y, a veces, conflictivos, más que una estrategia adaptativa singular. Segundo, lo que es adaptativo no es la catedral en sí, sino los sistemas motivacionales y cognitivos que llevaron a su creación, como la necesidad de aumentar el estatus (el arcediano), la reputación moral (el rey), la interacción cooperativa (el pueblo) o la ganancia económica (los artesanos). Notre Dame es solo una expresión fenotípica conjunta de estas adaptaciones... las propiedades de la cultura no pueden deducirse directamente de una aplicación simplista de la teoría de la aptitud inclusiva. El vínculo causal entre los principios de la aptitud inclusiva y las propiedades de un ecosistema, cultural o no, es casi siempre sutil e indirecto... Sin embargo, este vínculo causal existe, y reconocerlo proporciona un marco coherente para interpretar los fenómenos ecológicos.
O piénsese en el patriarcado como forma ubicua de organización de las sociedades humanas ¿por qué desaparecieron las sociedades matriarcales? Lo mismo con la Mesta o con los regadíos en terrazas en el sudeste asiático.
La cultura como fenómeno emergente de la evolución genética
«La cultura es como un bosque. Un bosque no es un replicador. Es, más bien, un fenómeno emergente. Surge de las acciones de miles de millones de organismos que producen fenotipos conjuntos y fenotipos extendidos y acumulan legados. Así ocurre con las culturas humanas.»
Según los autores, pues, la cultura no requiere mecanismos evolutivos adicionales ni una teoría dual. Es un fenómeno emergente, comparable a un ecosistema, que surge de la interacción entre genes, cognición flexible, entornos materiales y legados históricos. Los productos culturales son fenotipos extendidos que dependen de la plasticidad adaptativa, del aprovechamiento de legados y de la producción conjunta, todo ello bajo el marco de la teoría evolutiva estándar.
Baumard, N., André, J.-B., Nettle, D., Fitouchi, L., & Scott-Phillips, T. (2023). The gene’s-eye view of culture: vehicles, not replicators. Preprint, to appear in Handbook of Evolutionary Psychology
Baumard, N., André, J.-B., The ecological approach to culture, Evolution and Human Behavior Volume 46, Issue 3, May 2025, 106686


No hay comentarios:
Publicar un comentario