domingo, 16 de febrero de 2025

Por qué no hay sociedades humanas matriarcales y el fracaso de Angela Merkel

Lorenzo Warby habla del patriarcado como un fenómeno emergente, ya saben, algo que no se puede explicar vía reduccionismo porque hay que tener en cuenta - complejidad - las interacciones entre los elementos que componen el fenómeno.  

Precisamente porque las hembras de mamíferos tienen mamas para alimentar a sus crías, la inmensa mayoría de los mamíferos machos no desempeñan ningún papel en la crianza. Debido a la necesidad de impartir habilidades de caza, las excepciones tienden a ser las especies depredadoras, como los lobos.  

Dice David Buss en The Evolution of Desire

Ninguna ley biológica del mundo animal dicta que las hembras inviertan más que los machos. De hecho, entre algunas especies, como el grillo mormón, el caballito de mar pez pipa y la rana flecha venenosa panameña, los machos invierten más. El grillo mormón macho produce a través de un gran esfuerzo un gran "espermatóforo" que viene cargado de nutrientes. Las hembras compiten entre sí por el acceso a los machos que tienen los espermatóforos más grandes. Entre estas especies llamadas de rol sexual invertido, son los machos los que discriminan con quien se aparean y las hembras tienden a ser más grandes y más agresivas que los machos. Sin embargo, entre las más de 5.000 especies de mamíferos, incluidas las más de 250 especies de primates, las hembras soportan la carga de la fertilización interna, la gestación y la lactancia.

 Sigue Lorenzo Warby

Incluso en el Homo sapiens, puede ser necesario un apoyo social considerable y una presión para mantener el papel social del padre, como han descubierto las sociedades contemporáneas. Por lo tanto, no es ni remotamente sorprendente que la paternidad como función social varíe mucho más ampliamente entre las culturas humanas que la maternidad. En ejemplos muy inusuales, como los Mosuo, esto puede extenderse a que la paternidad no sea reconocida como un rol social en absoluto, es decir, que el padre sea reeemplazado por el tío, por el apoyo de los hermanos de la madre.

Según Warby, la cultura que nos permitió sobrevivir y florecer como especie (el uso de herramientas para extraer alimentos pero también para cazar, del fuego para pre-digerir alimentos y con ello aumentar la ingesta por unidad de tiempo) requiere "mucho aprendizaje" y los bebés humanos son carísimos porque han de nacer mucho antes de estar adaptados para subsistir por sí mismos (pelvis bípedas). Los grupos humanos exitosos son aquellos cuyos adultos consiguen alimento y seguridad suficientes no solo para cada individuo, sino para las crías. Eso obligó a los grupos humanos a transferir los riesgos qu pesaban sobre las crías y sus madres a los varones (que los reducían trabajando en equipo) y a transferir recursos a las mujeres-madres que no podían obtenerlos por sí mismas mediante el desarrollo de tareas que exigieran no tener que llevar a un hijo a cuestas:  

Los roles sexuales humanos han sido profunda y persistentemente impulsados por la realidad de nuestros hijos biológicamente caros. Somos, en muchos sentidos, lo que somos porque críamos a hijos biológicamente caros.

¿Cómo se convertía uno en un líder en grupos que odiaban a los machos alfaA través del prestigio. Los hombres tienen una preferencia más marcada que las mujeres por los bienes que señalizan o proporcionan un más alto estatus social 

¿Cómo se obtenía prestigio? realizando 'hazañas' beneficiosas para el grupo. 

¿Cómo se convería uno en un héroe? Las 'hazañas' individuales requerían asumir riesgos. De nuevo, actividades que no se pueden llevar a cabo con un hijo en brazos. 

El papel del héroe se va asignando más y más a los jóvenes varones. Si las hazañas eran colectivas pero implicaban, de nuevo, asumir riesgos extraordinarios y no se podían llevar a cabo con los niños a cuestas, la selección natural favorecería jóvenes varones especialmente 'cuadrilleros', esto es, que fueran buenos jugadores de equipo, confiables y capaces. Y en el seno de los equipos, la formación de jerarquías es imprescindible. Los varones - especialmente los menos dotados - aceptan el liderazgo fácilmente si eso les permite formar parte del equipo y, por tanto, participar en el reparto de los resultados de la acción colectiva. En este contexto

El sexo físicamente más fuerte, de trabajo en equipo, más centrado en las oportunidades y amenazas exteriores, tenderá a dominar la esfera pública y, por lo tanto, la autoridad. Especialmente si necesitan espacios solo para hombres donde puedan coordinar la guerra para que (1) las mujeres del grupo que provienen de otro grupo - grupos patrilocales - no adviertan a sus parientes masculinos y/o los hombres (2) del grupo procedentes de otro grupo puedan sentirse incluidos. Esto hace que sea aún más fácil mantener o extender el dominio masculino. 

Las necesidades brutas de la reproducción humana, de tener los hijos biológicamente más caros de la biosfera, nos llevan a una cierta presunción de que la autoridad es masculina 

Un economista experto en teoría de juegos diría, como un biólogo evolutivo, que la práctica inexistencia de sociedades no patriarcales hoy cuando sabemos que en el mundo prehistórico había muchas sociedades matriarcales, puede ser resultado 

a) de las interacciones entre los elementos que forman las sociedades humanas, esto es, de las interacciones entre individuos dentro de un grupo humano y de las interacciones entre grupos humanos (fenómeno emergente). La desaparición de las sociedades matriarcales habría ocurrido en la medida en que los grupos humanos compitieran físicamente - guerra - entre sí y los grupos patriarcales llevaran las de ganar y absorbieran a las matriarcales o

b) O de un cambio en el entorno - la sustitución de la caza-recolección por la agricultura - que acabara reservando las decisiones políticas a los hombres y la 'retirada' de la mujer al hogar que llevara a estas sociedades a ser más exitosas en la reproducción - más hijos por mujer que llegan a la edad adulta (Alice Evans).

Esta forma de razonar es útil para entender la suerte de personajes como Angela Merkel, Ursula von der Leyen vs. Golda Meir, Indira Gandhi o Margaret Thatcher. De esta última es conocido que tomó clases de dicción para conseguir un timbre de voz más grave. Las mujeres que triunfaron en la política eran mujeres atípicas psicológicamente. Dispuestas a jugar el juego de los varones. Básicamente, en política, eso significaba no rehuir el conflicto. Es notorio que, en promedio, las mujeres son más aversas al riesgo - tienen que conseguir que sus crías lleguen a la edad adulta para pasar sus genes a la siguiente generación - y, por tanto, evitan el conflicto si pueden y aceptan la 'injusticia' si con eso salvan la paz en mayor grado que los hombres y, por ello, tienden a priorizar la amabilidad sobre la verdad.

Angela Merkel se pasó sus años de canciller evitando el conflicto y haciendo las paces. De hecho, ganó las elecciones porque disuadía a los votantes de sus rivales de ir a votar. Llegó a acuerdos con Putin a pesar de que éste se portaba con ella como un macho alfa. Acabó con la energía nuclear en Alemania porque creía que eso es lo que quería la inmensa mayoría de los alemanes. Se llevó bien con casi todo el mundo. Y salvó la vida de millones de refugiados de Oriente Medio. Ese es su legado. 

Si hubiera habido otras tres o cuatro primeras ministras de países importantes mujeres de psicología típicamente femenina - como la de Angela Merkel -, es posible que hoy no estuviéramos al borde del abismo en Europa. Pero Angela Merkel era única en el panorama. No tenía posibilidad alguna de cambiar las reglas del juego político. La política no es una corporación o un centro de trabajo donde las reglas organizativas pueden cambiarse fácilmente porque todos perciben que los cambios beneficiarán a todos. La política internacional - y la guerra - es un juego de suma cero las más de las veces, si no de suma negativa ("Ser impredecible en el conflicto y en la competencia es función del deseo del atacante de ganar a cualquier coste, no del deseo de maximizar la riqueza y conlleva un coste significativo de bienestar tanto para el vencedor como para el derrotado") Las jugadoras cooperativas no tenía nada que hacer frente a jugadores que actúan 'a cara de perro' en la defensa de sus intereses (Putin, Trump y Xi Pin). 

Margaret Thatcher se adaptó. Se puso a jugar el juego de los machos-alfa. Angela Merkel quiso cambiar las reglas de la política patriarcal y, claro, fracasó. Europa necesita un macho alfa que oponer a los tres machos-alfa que dominan la política mundial. Eso significa que ese macho alfa ha de ser alemán y que si ha de ser una mujer, habrá de ser una mujer atípica. Una Margaret Thatcher, no una Angela Merkel y desde luego, no una Ursula von der Leyen.

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