sábado, 19 de mayo de 2018

Tweet largo: no se dialoga para convencer. Se dialoga para fundirnos en un solo espíritu

ocre                                  

ocre, @lecheconhiel

   Él juzgará entre las naciones,y dictará sentencia a muchos pueblos. De sus espadas forjarán azadas,y de sus lanzas, podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

Isaias 2, 1-5

Dice Máriam M. Bascuñán en EL PAIS

Cuando Torra afirma que Cataluña vive una crisis humanitaria, sabe que es falso, pero no pretende abrir un debate. Se encierra en la Verdad del clan, precisamente para reforzarla e impedir la conversación. Hay cosas que no podemos sostener sin saltar fuera del espacio común, que solo se esgrimen cuando el lazo de convivencia está roto. Esta espistemología tribal nos dice que los grupos tenemos nuestro propio criterio de verdad, inmune al criterio de otras tribus. Se quiebra así la relación pública, que ya no busca la conversación porque esta se refiere al mundo compartido. Y se trataba, recordémoslo, de discernir conjuntamente los asuntos de la polis.

y nos refiere Pablo Malo en su cuenta de twitter a un tweet de Max Roser sobre la “contact theory”

La "teoría de contacto" dice que el contacto interpersonal conduce a la reducción del prejuicio entre miembros de diferentes grupos (diferente orientación sexual, etnicidad, ...). Un metaanálisis de 515 estudios confirma que este efecto es real y fuerte

Somos tribales. No hay duda. Para lo bueno y para lo malo. Lo bueno es que somos ultrasociales y ultracooperativos con los de nuestra tribu y damos y exigimos lealtad. Lo malo es que competimos y aniquilamos a los de la tribu contraria si podemos. ¿Qué papel juega el “diálogo” en todo esto? Yo creo que lo mismo que cualquier otro mecanismo de interacción social (bueno, el lenguaje es, probablemente, el más importante de todos los mecanismos de los que nos ha dotado la evolución para maximizar la cooperación entre humanos). El lenguaje y el razonamiento sirven para persuadir, para mostrar nuestra pertenencia y fidelidad al grupo y para enseñar – transmitir conocimientos y reglas morales y de conducta en el grupo –. Pero,


¿qué pasa con el lenguaje cuando se emplea entre extraños, esto es, entre individuos que pertenecen a distintas tribus?


Dado que cada tribu tiene o acaba desarrollando su propia lengua, lo suyo es que el lenguaje se utilice, si es posible, como un instrumento más de competencia, esto es, como un arma de guerra que nos facilite el triunfo sobre nuestros enemigos, uniendo y enardeciendo a nuestras huestes. Es decir, un israelí hablará con un palestino como sí le estuviera lanzando un obús. Y Trump se dirigirá a Clinton a pedradas, eso sí, dialécticas. El objetivo de la conversación entre miembros de distintas tribus no es epistemológico ni de persuasión de tu enemigo. Al enemigo se le vence y se le aniquila. O se le absorbe.

Esta es la esperanza. Que a base de muchos contactos entre los miembros de una y otra tribu, incluyendo los conversacionales, las dos tribus acaben siendo una sola y lo que era un instrumento para la guerra se convierta en un instrumento de cooperación.

Pero, ¡ay! la cooperación entre los miembros de un grupo no siempre triunfa. Los grupos están invadidos por los gorrones y los cizañeros que utilizan el lenguaje para que haya dos tribus donde antes sólo había una y para que las herramientas que la evolución nos proporcionó para lograr las ventajas de la cooperación (economías de escala, especialización y división del trabajo y gestión de los riesgos) sirvan ahora como espadas y lanzas contra el – nuevo e interior – enemigo. De eso iba Colau y de eso va ahora Torra.

No hay comentarios:

Archivo del blog