miércoles, 16 de febrero de 2022

Por qué los nacionalismos periféricos españoles (vasco y catalán) pueden calificarse como fascistas, razonablemente

Lo que no es el fascismo

“El fascismo, al fin y al cabo, expresa un entusiasmo popular de masas auténtico y no es simplemente una manipulación inteligente de las emociones populistas por parte de la derecha reaccionaria o por un capitalismo en crisis…

“no se puede poner el foco en los símbolos externos, porque son fácilmente imitables superficialmente y inducen a confusión respecto de lo que puede considerarse legítimamente como fascismo”

En lo que se parecen los movimientos fascistas unos a otros es en su función. Los grandes ismos del siglo XIX en Europa – conservadurismo, liberalismo, socialismo – se asocian con gobierno de los notables, deferencia hacia los líderes con formación; debates ilustrados y en algunas formas de socialismo, un limitado reconocimiento de la autoridad popular. El fascismo fue una práctica política ajustada a las políticas de masas del siglo XX”

Además, el fascismo no pretende tener un credo con validez universal.

Hay ideas comunes a todos los movimientos fascistas – lenguaje, darwinismo social en lo que se refiere a la naturaleza humana, la prevalencia de la comunidad y de la autoridad sobre el individuo y el destino de las naciones en la historia “subordinan el pensamiento y la razón, no a la fe, como hacía la derecha tradicional, sino a las urgencias de la sangre y del destino histórico del grupo. Su única medida moral es el valor de la raza, la nación, la comunidad. Basan su legitimidad, no en patrones aceptables universalmente, sino en el triunfo darwiniano de la comunidad más fuerte…

Los fascistas niegan cualquier legitimidad a principios universales, hasta el punto de que incluso desprecian el proselitismo. El fascismo auténtico no es un producto de exportación. Las variantes nacionales particulares del fascismo se distinguen entre sí mucho más profundamente unas de otras en temas y símbolos que las variaciones nacionales de los verdaderos ‘ismos’. La más conspicua de tales diferencias, una que lleva a algunos a negar la validez del mismo concepto genérico de fascismo se refiere a la naturaleza del enemigo, del indispensable enemigo: en los fascismos mediterráneos, los socialistas y los pueblos colonizados son enemigos más sobresalientes que los judíos” Cada fascismo es diferente y se adapta a su particular comunidad. No encajan en un “sistema universal” con principios intelectuales comunes.

Otro rasgo del fascismo, dice Paxton, es que carece de un programa basado en ideología para llevar a la práctica una vez en el gobierno. Porque la coherencia entre el programa y la acción de gobierno no es un valor ya que el líder encarna, en todo caso, el destino nacional en su persona, de modo que podemos remitirnos a lo que el líder considere que es lo que hay que hacer para llegar a ese destino glorioso para la comunidad. O sea, lo que importa es el fin y los medios son intercambiables.


En cuanto a las emociones

  1. Primacía del grupo: los deberes hacia la comunidad “están por encima de cualesquiera otros y por encima de cualquier derecho individual o universal”
  2. La creencia de que el grupo propio es una víctima, un sentimiento que justifica cualquier acción contra los enemigos del grupo, tanto internos como externos
  3. Miedo a la decadencia del grupo bajo el efecto corrosivo del liberalismo cosmopolita e individualista”
  4. Integración estrecha de la comunidad en una hermandad… cuya unidad y pureza se forjan gracias a que se comparten convicciones comunes, preferentemente, o mediante la violencia que provoca la expulsión de los no convencidos en el caso de que sea necesario
  5. Un sentido elevado de identidad y pertenencia en el que la grandeur del grupo refuerza la autoestima individual
  6. Autoridad de los líderes naturales… lo que culmina en un jefe nacional que es capaz de encarnar el destino del grupo.
  7. La violencia y la voluntad son deseables cuando sirven al éxito del grupo en la lucha darwiniana por la supervivencia.


La revolución de los fascistas consiste

“en endurecer el carácter y purificar y revitalizar la comunidad más que hacer que la estructura económica o social del sistema sea más justa o más libre. Los militantes fascistas se proclaman antiburgueses, pero lo que odian de la burguesía no es que sea explotadora, sino que sea blanda”


Los cinco estadios del fascismo

1. El de los movimientos intelectuales nacionalistas antiliberales y corporativos.

2. El de conversión en un partido político capaz de influir decisivamente en la escena política. En este punto, dice Paxton que

“las diferencias en el espacio dejado a los grupos fascistas y la fuerza de sus aliados parecen mucho más importantes que cualesquiera diferencias o parecidos en el vocabulario o en el programa entre… partidos fascistas”.

Lo que favoreció el ascenso de los grupos fascistas fue “la polarización en la sociedad civil y los bloqueos del sistema político” y no tanto su base intelectual o programática (anticapitalista y antiburguesa). El contenido del programa se vuelve irrelevante: cualquier cosa que pueda atraer a votantes transversalmente (en el caso de Hitler, a los agricultores que habían sufrido una caída de los precios brutal, en el caso de Mussolini, a los xenófobos antieslovenos y a los anticomunistas/socialistas). Eso convierte a los fascistas en un aliado interesante para los conservadores ya que les permite mantener el poder porque los fascistas ‘roban’ votos a la izquierda.

3. La llegada al poder: nunca a través de un golpe de estado violento (para no enfrentarse a la policía y al ejército y evitar ser sustituidos por una dictadura militar – como ocurrió con Franco y ocurrió en Rumanía). Siempre a través de elecciones, esto es, “a través de la cooperación con las élites conservadoras”. Por tanto, el éxito del fascismo requiere la cooperación de los conservadores. Y esta cooperación sólo se produce si los conservadores se sienten gravemente amenazados por la inestabilidad social generada por los movimientos obreros, por los comunistas y anarquistas en general. Por eso, dice Paxton, el fascismo no triunfó en Francia ni en Inglaterra. En otros países, como España y Portugal, simplemente, el fascismo fue sustituido por la dictadura militar.

4. Una vez en el poder, los fascistas, como los regímenes autoritarios en general “deterioran la independencia judicial y las libertades individuales pero aceptan límites al poder del estado y dan espacio de autonomía a los particulares y a los cuerpos intermedios ‘orgánicos (empresarios, familia, iglesia…). Por eso los fascismos eran autoritarismos pero no totalitarismos en el sentido en el que lo fue el estalinismo o el maoísmo, que gobernaron – dice Paxton – “sociedades simplificadas radicalmente por la revolución bolchevique”. Las instituciones sociales y administrativas sobrevivieron al acceso de Mussolini y Hitler al poder, eso sí, sometidas, entre otras razones porque ambos temían casi más a su propia militancia que a los poderes del estado tradicional. De España y Portugal dice Paxton que su neutralidad en la 2ª Guerra Mundial

les permitió reforzar progresivamente el predominio del Estado tradicional (de las instituciones previas al golpe de estado y la guerra civil) sobre los “pequeños movimientos fascistas” que apoyaron su ascenso al poder.

5. En el largo plazo, el gobierno fascista o se radicaliza o pierde contornos y coherencia (entropía). En la segunda dirección fue Italia – salvo durante las guerras de Libia y Etiopía – y en la primera fue Alemania. Franco y Salazar, obviamente, fueron en la primera dirección. Lo importante es que “la posibilidad de una radicalización está siempre presente” si conviene al líder. Piénsese en la Revolución Cultural de Mao o en las purgas de Stalin. Si Franco o Salazar no se radicalizaron fue porque no lo necesitaron. Nada amenazaba su poder.

No hay rasgos esenciales que identifiquen a todos los fascismos. Ni siquiera la estética o la ideología machista: “Mussolini promovió el sufragio femenino y Hitler no menciona asuntos de género en sus 25 puntos”.


¿Qué es el fascismo?

“Es un sistema de poder político y orden social que pretende reforzar la unidad, la energía y la pureza de las comunidades en sociedades democrático-liberales a las que se acusa de producir división y decadencia”.

Y añade Paxton que el fascismo que hemos de temer que aparezca hoy no es, ni de lejos, parecido al de los años treinta. El del siglo XXI

“se vestirá con el discurso patriótico mayoritario… hay que prestar atención a las circunstancias que podrían abrirle paso”,

especialmente,

a la élite de los potenciales aliados conservadores dispuestos a tratar de cooptarlos y no tanto a su retórica, programa o preferencias estéticas…

sólo podemos considerar que los skinheads son los equivalentes funcionales de las SA de Hitler o de los squadristi de Mussolini si importantes elementos de la élite conservadora empieza a jalearlos como armas contra algún enemigo interno como, por ejemplo los inmigrantes”

¿Se acuerdan de Torra y el ‘apreteu’ a los CDR? ¿se acuerdan de cada vez que el nacionalismo catalán ha jaleado a los que se enfrentaban a los hispanoparlantes que reclamaban sus derechos? ¿Se acuerdan del discurso de Forcadell sobre quiénes son los enemigos del pueblo de Cataluña?  El nacionalismo catalán (el vasco no lo necesita porque ya se encargó ETA de acabar con cualquier oposición al nacionalismo) tiene todos los elementos para convertirse en un movimiento fascista del siglo XXI: trata de reforzar la unidad y pureza de Cataluña; se ha vestido con el discurso patriótico mayoritario y ha cooptado a los conservadores – la Cataluña profunda –. Como digo, el proceso correspondiente en el País Vasco está mucho más avanzado porque cualquier oposición al nacionalismo ha sido expulsada.

Robert O. Paxton, The Five Stages of Fascism, The Journal of Modern History, Vol. 70, No. 1. (Mar., 1998), pp. 1-23

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"Si Franco o Salazar no se radicalizaron fue porque no lo necesitaron. Nada amenazaba su poder."

Y ¿por qué nada amenazaba su poder?..... pues eso.

Anónimo dijo...

Profesor, un artículo muy relevante el de Paxton (cuesta pensar que hace más de 20 años que se escribió!) y un resumen muy útil. Mil gracias.

¿No cree que los extractos que reproduce se corresponden mucho más, de hecho casi literalmente, con el comportamiento de otros partidos (nacionales y europeos), antes que con las lógicas de los "nacionalismos periféricos" (aunque compartan rasgos)?.

Especialmente con la que está cayendo, me sorprende que el nacionalismo catalán sea lo primero que se le viene a la mente con este texto.

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

Tiene toda la razón. Por eso hago hincapié en el nacionalismo vasco y catalán. Porque no es obvio. Y no es obvio porque son nacionalismos irredentos. No tienen un Estado. Y probablemente, si Cataluña y el País Vasco fueran un Estado, serían tan fascistas como las repúblicas bálticas. O sea, no mucho. Pero al estar 'en proceso' de estatificación, la dinámica de los grupos nacionalistas es claramente fascistas: victimización, unidad del grupo, pureza, personificación de la lengua para construir al grupo, utilización de la escuela para la construcción nacional, discriminación de los hispanoparlantes que alcanza a la función pública y, en algunos casos, a los servicios públicos, y utilización de grupos violentos (o amenaza de utilizarlos) contra los que no se someten a la hegemonía del nacionalismo.
En Vox hay elementos claramente fascistas pero son, creo, mucho más superficiales. Lo único realmente grave y fascista de Vox me parece que es lo que sostienen sobre la inmigración. Eso los hace, a mi juicio, invotables. En lo demás, son un partido conservador con tintes reaccionarios

Anónimo dijo...

Esencial en esta materia, por su concisión y claridad el breve libro de Stanley Payne.

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

adoro las recensiones, anónimo, si te animas a hacer una del libro de Payne... me la mandas para el Almacén de Derecho

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