jueves, 13 de enero de 2022

Cómo se toman decisiones en un grupo (ii)

 


En esta entrada anterior se explicaba que, a diferencia de los juegos estratégicos (cada participante intenta maximizar sus resultados individuales teniendo en cuenta lo que hacen los demás participantes), en los juegos cooperativos, los participantes actúan como si fueran un solo individuo y tratan de formar la voluntad ‘común’ como la formaría el grupo si el grupo fuera un individuo. El único problema es conseguir el resultado, porque la distribución de los beneficios – los resultados individuales – ya está decidida: reparto igualitario o proporcional a la contribución de cada uno al éxito del empeño colectivo. Por eso decía, en esta otra entrada, que el contrato de sociedad es especialmente adecuado cuando no se dispone de precios que permitan medir la aportación de cada uno de los participantes al proyecto común. Ahora bien, cuando la realización del proyecto común ‘impacta’ de forma diferente en cada uno de los miembros del grupo porque las preferencias de los miembros son heterogéneas, el contrato de sociedad deviene inadecuado: los costes de celebrarlo y ejecutarlo se disparan. Veamos el ejemplo.

“pensemos en un grupo, una familia formada por ti y por mí, que va de excursión por los Alpes. Para llegar a nuestro destino, tenemos que decidir qué ruta tomar y si ir juntos o tomar caminos separados. Supongamos que hay dos opciones: Una ruta es empinada y corta (S de short), la otra no es tan empinada, es más suave, pero es más larga (L de long)… Supongamos que ambos disfrutamos de la compañía del otro y, por consiguiente, queremos tomar la misma ruta. Además, tú crees que deberíamos tomar juntos la ruta más larga, ya que crees que soy un excursionista inexperto. A mi, ceteris paribus, me gustaría que tomáramos la ruta corta y empinada pero, tú eres un experto, por lo que me parece más importante que hagamos lo que tú creas mejor. Pero resulta que es que, erróneamente, creo que tú también prefieres la ruta empinada por lo que, considerando todo, prefiero S a L.

A continuación, nos revelamos recíprocamente nuestras preferencias y lo que obtenemos es la estructura de preferencias del juego de la batalla de sexos que se puede expresar en forma normal como sigue


L

S

L

1,3

0,0

S

0,0

3,1

(Obsérvese que si los dos no hacen la caminata juntos, los beneficios para cada uno son de cero, porque el aliciente de hacerla es hacerla juntos ya que disfrutamos recíprocamente de la compañía y que el beneficio máximo es 3 y el mínimo pero positivo 1)

Cuando me entero de cuáles son tus preferencias verdaderas, obtengo nueva información relevante que afecta a mis preferencias: No prefieres la ruta empinada como yo pensaba, sino que prefieres la ruta larga. Como le doy mucha importancia a tu opinión, mis preferencias, consideradas en su conjunto, cambian en consecuencia, y te comunico mi cambio de preferencias. Tus preferencias no cambian, y estamos de acuerdo en que nuestra situación tiene la estructura de preferencias de un juego Hi-Lo:

L

S

L

3,3

0,0

S

0,0

1,1

(Obsérvese que las casillas LS y SL no cambian pero, como ahora yo he descubierto tus verdaderas preferencias y las mías dependían de las tuyas, la opción de la ruta larga maximiza el beneficio común e individual)

La matriz resultante es una matriz de preferencias genuina si y sólo si el orden de las cifras de utilidad individuales coincide con el orden de las preferencias de los individuos. Si un miembro del grupo se sale del modo "nosotros" y anuncia estratégicamente un orden de preferencias falso, el objetivo no puede satisfacerse y la matriz resultante no será genuina, aunque el otro miembro del grupo lo crea falsamente. Siempre se puede intentar llegar a una matriz mediante el razonamiento en modo individual (‘en modo yo’), pero en ese caso la matriz resultante no tiene por qué ser genuina, ya que las partes pueden guardarse para sí sus verdaderas clasificaciones de preferencias.

¿Cuándo no es un problema el de la ‘sinceridad’ o autenticidad de las preferencias? Cuando éstas sean irrelevante. Si se trata de construir un granero o de cazar un antílope el criterio de adopción de decisiones es, exclusivamente el que maximiza el resultado colectivo (en términos de calidad y coste – tiempo empleado – de la construcción del granero o de la caza del antílope). Cuando uno de los miembros del grupo ‘se somete’ a la voluntad de otro no es porque crea que las preferencias del otro deben prevalecer, sino porque reconoce su expertise y, por tanto, acepta la división del trabajo y la jerarquía resultante. En estos entornos y en relación con este tipo de proyectos, será más fácil la coordinación del grupo a través de un contrato de sociedad 

Asumimos que las preferencias del grupo se basan en los objetivos aceptados colectivamente y en otras actitudes intencionales del grupo. De dos resultados cualesquiera, el que mejor promueva estos objetivos puede considerarse racionalmente preferido por el grupo, y suponiendo que las preferencias del grupo satisfacen los axiomas estándar de la teoría de la utilidad, puede derivarse una función de utilidad del grupo. Como ejemplo sencillo, consideremos una empresa comercial cuyo único objetivo es maximizar el beneficio. Esto implica que el resultado que maximiza el beneficio es el preferido por el grupo...

Como ejemplo, consideremos de nuevo el caso de la familia que hace senderismo en los Alpes. Cuando evaluamos los resultados, intentamos pensar en nuestro grupo como un agente que realiza la evaluación. Como en el caso anterior, se consideran todas las cosas relevantes, pero desde un punto de vista diferente que puede cambiar los pesos relativos de las cuestiones a considerar. También lo que es relevante es diferente en los dos casos. Por ejemplo, podemos dar más peso a la consideración de que una ruta más larga nos da más tiempo para pasar juntos y, por tanto, refuerza nuestra familia, el agente colectivo formado por los dos. La matriz final acordada puede ser algo así:

L

S

L

3

1

S

1

2

 La formación de una matriz de preferencias de grupo puede ser más exigente que la formación de una matriz teórica de juegos, ya que hay que llegar a un acuerdo. Los agentes pueden intentar llegar a un consenso, pueden tener que hacer compromisos, negociar, presentar argumentos, o pueden acabar votando sobre la ordenación de las preferencias. El hecho de que se llegue a una matriz de preferencias de grupo, y cómo, es una cuestión contingente. Lo importante es si los miembros del grupo aceptan colectivamente que representa adecuadamente las preferencias del grupo. La aceptación colectiva puede producirse por acuerdo implícito y puede ser más débil o más fuerte, dependiendo de su conocimiento previo compartido y de la naturaleza de su relación. Una matriz de preferencias de grupo es genuina si, y sólo si, la ordenación de preferencias que especifica es aceptada colectivamente o es deducible por cualquier miembro competente del grupo a partir de lo que éste ha aceptado colectivamente.

Raul Hakli, Kaarlo Miller & Raimo Tuomela Two Kinds of We Reasoning, Economics & Philosophy, 26(2010), pp 291-320

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