jueves, 14 de diciembre de 2023

La conjura contra España (xxxiii): Luz Sánchez-Mellado se hace la tonta

Foto de Artem Zhukov en Unsplash

En nuestra sección de columnistas que se hacen el tonto, hoy traemos a esta gran escritora y entrevistadora (no es sarcasmo) de EL PAÍS y su columna dedicada al desastroso funcionamiento de las Cercanías en Madrid.

Nos narra con gran eficacia la sufrida jornada del que tiene que usar las Cercanías. Doy fe. 

Uno esperaría que, tras describir lo penoso de llegar al trabajo a tiempo cuando hay que usar estos trenes, la columnista criticara al responsable del lamentable funcionamiento de este servicio público (en cinco años se ha cambiado al presidente de ADIF tres veces) que no es otro que el Ministro del ramo. 

La periodista de EL PAÍS prefiere hacer como si no supiera a quién hay que exigir explicaciones y, en su lugar, nos da su opinión sobre el lamentable "rifirrafe" entre la presidenta de la Comunidad Autónoma (cuya población sufre el mal servicio) y el Ministro de Transporte que, según ella, están "echándose a la jeta el marrón de los Cercanías" como si la responsabilidad no estuviera claramente asignada al Gobierno de España que es el que ostenta la competencia, dispone de las inversiones, y nombra y destituye a los presidentes de ADIF como le parece ("a ellos los viajeros les van en el cargo").

En la cabeza de la columnista, lo feo no es la incompetencia del Gobierno progresista. Lo feo es que la oposición no sea más fina y cortés. Sánchez-Mellado, que no se caracteriza, precisamente, por morderse la lengua, reparte mandobles por igual al responsable del desastre y a la que critica al responsable del desastre. 
Imaginen el cuadro cuando, últimamente, día sí y tres no, el viaje se interrumpe sin previo aviso y sin margen de maniobra por descarrilamientos y averías varias. El milagro es que no haya algaradas. Por eso, el rifirrafe entre Ayuso, presidenta popular de la Comunidad de Madrid, y Puente, flamante ministro socialista de Transportes, echándose a la jeta el marrón de los Cercanías, se antoja especialmente indecente. Qué malota, qué malote, qué macarras. Porque mientras a ellos los viajeros les van en el cargo, a los pasajeros les va la bolsa y la vida en ello. Y aún les queda la vuelta a casa. Con suerte, será de día. Será de noche las más de las veces. Y mañana, vuelta a la rueda del hámster.

Y es que todo el mundo sabe que, en España, cuando gobiernan los progresistas, la culpa de lo que no funciona es del cha-cha-cha.

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