miércoles, 17 de marzo de 2021

Reparto a demanda o intercambio diferido



Si tienes, da

La distribución de comida en el seno de los grupos humanos primitivos no se produce – o al menos no solo ni principalmente – de manera que el que tiene excedentes “invita” espontáneamente a todo el pueblo – como en Viridiana – al festín, sino que el que necesita, lo pide al que percibe que tiene excedentes. Y el que recibe la petición la acepta. Eso ha llevado a los antropólogos a hablar de “reparto a demanda” y de “robo tolerado”.

Lo que se explica en el artículo que resumo a continuación es que, en función del contexto, el reparto a demanda pierde protagonismo en la distribución de los alimentos en un grupo para ser sustituido por lo que se podría denominar el trueque bilateral diferido, esto es, el que necesita pide siempre a los mismos vecinos que también se dirigirán a él cuando sean ellos los necesitados. De esta forma, la reciprocidad consolida los intercambios y mejora la capacidad de aseguramiento que el reparto lleva consigo.

La evolución se produce a partir de la propia proximidad física entre los vecinos porque la proximidad hace más fáciles las relaciones bilaterales repetidas (estabilidad). Añade Schnegg que el intercambio de comida – diferido, hoy te doy yo, mañana tú a mí – es muy frecuente en las poblaciones pastoriles que aún viven en Namibia

“en promedio, cada familia realiza una o dos transferencias al día. Los bienes que se intercambian son básicos, sobre todo, azúcar”,

importante fuente de calorías en entornos de subsistencia. Los intercambios tienen un nombre “augu” que se refiere a donación. El que inicia la transacción es el que pide y el sufijo “gu” indica reciprocidad.

La conclusión del autor es que estos intercambios no son simplemente una forma de “compartir” la comida, sino que son intercambios bilaterales muy estructurados y enmarcados en relaciones bilaterales recíprocas, lo que confirmaría la idea de que se trata de formas de trueque de comida por comida ejecutado sucesivamente en el tiempo.

¿Es relevante que el intercambio sea iniciado por el “donatario” o por el “donante”? Sí. Por dos razones. La primera, porque indicaría que los intercambios bilaterales constituyen una evolución a partir del reparto “a demanda”. La segunda porque la petición indica que la comida tiene valor para el que pide. La donación espontánea – como la de Viridiana – no indicaría la existencia de una necesidad seria por parte del beneficiario (“a nadie le amarga un dulce”) y, sobre todo, llevaría al que recibe a rechazar la invitación cuando no vaya a extraer gran utilidad de lo ofrecido si el hecho de haber recibido hoy le obliga a reciprocar en el futuro cuando él tenga excedentes. Digamos, pues, que si la transacción se inicia por parte del beneficiario (“James, dame carne, dame algo de carne”) podemos estar más seguros de que la transacción produce un aumento de valor de la carne porque la carne pasa de quien la valora menos (el donante que tiene excedentes que no puede almacenar) a quien la valora más (entre todos los potenciales beneficiarios, aquel que ha dijo, James, dame algo de carne) que si la transacción se inicia por parte del donante porque, en tal caso, no hay seguridad de que se beneficiará aquel que necesite más la carne en ese momento.

Este razonamiento ha de ser completado con la idea de que “pedir” cuando lo necesitas tiene un coste en forma de un deber (no específicamente determinado, esto es, no en forma de una obligación jurídica o un deber concreto de conducta) de reciprocar en el futuro. Si uno lo ha recibido sin haberlo pedido, su vinculación u obligación moral de reciprocar será menos intensa que si uno ha pedido a su vecino que le dé carne.

Pero, como decimos, es probable que la forma más antigua de repartir excedentes sea la de “reparto a demanda”. Cuando alguien tiene excedentes y es conocimiento común tal abundancia,  la “transacción” no es bilateral, es decir, cualquiera de los que no tienen pide y espera recibir carne o leche del que los tiene en abundancia. Es el contexto el que “informa” a los miembros del grupo en qué “modo” han de proceder a compartir los alimentos. Así, por ejemplo, cuenta el autor que hay

Por ejemplo, los gusanos de Mopani (Gonimbrasia belina) abundan en algunas zonas de Fransfontein al final de la estación de las lluvias. Son sabrosos y grasos lo que lleva a que se consideren un manjar.

todos saben cuándo y quién tiene abundancia de estos gusanos y, por la propia estacionalidad, carece de sentido organizar su reparto a través de intercambios bilaterales con reciprocidad. Lo lógico es utilizar el mecanismo de reparto a demanda.

Del mismo modo, ocasionalmente, hay carne de caza como resultado del turismo cinegético o de la caza furtiva… Para quienes no trabajan en el turismo ni se dedican a la caza furtiva la carne es un bien escaso en la dieta diaria y son reacios a sacrificar sus animales para el propio consumo, salvo en las festividades. Pues bien, en estos casos, es difícil negar la petición a los que no tienen carne cuando todos saben que el bien es abundante en el contexto en el que se hace la petición

La estrategia del autor para examinar si entre los habitantes de Fransfontein prevalece la distribución de alimentos en forma de reparto “a demanda” o mediante intercambios bilaterales (trueque diferido) consiste en contar el número de transacciones que tienen lugar entre las mismas personas en comparación con las que tienen lugar con cualquier otra persona del grupo y con las que habrían de darse si las conexiones bilaterales fueran aleatorias. Y la conclusión es que la gente intercambia mayoritariamente con un reducido grupo de miembros del grupo. Es decir, que la distribución de la comida está basada en la reciprocidad, en la expectativa de que el que ha pedido hoy porque tiene necesidad (si me sobra), me dará mañana cuando yo lo necesite (si le sobra). De manera que más que de “compartir a demanda” lo que hay es “reciprocidad a demanda”. La reciprocidad a demanda se articula a través de trueques diferidos pero requiere un cierto equilibrio entre las partes en lo que a su capacidad para tener excedentes y para procurarse, normalmente, el alimento necesario, se refiere.

Aunque se puede pedir comida a cualquier persona del grupo, la praxis se concentra en menos y en los vínculos recíprocos. Como ha revelado el análisis del contexto en el que tienen lugar las transacciones, el conocimiento de si alguien posee algo en un momento momento, y su visibilidad, son esenciales tanto para exigir como para evaluar el comportamiento de los demás. La mayoría de las casas son relativamente pequeñas están construidas con barro, estiércol y madera. Durante la mayor parte del año, el calor hace que sea inconveniente permanecer en el exterior. La comida, sin embargo, se prepara en el exterior. Con una estructura de asentamiento muy abierta y poca vegetación, la mayoría de los vecinos están a la vista. Por ello, la gente reconoce fácilmente si alguien de su vecindario llega a casa con una barra de pan fresco, una bolsa de azúcar, o incluso un trozo de carne… los costes de ocultar y defender los recursos aumentan con la proximidad y fomentan la reciprocidad. Al mismo tiempo, los costes de supervisión y sanción disminuyen con la proximidad y fomentan las relaciones recíprocas duraderas entre los vecinos.

Schnegg, M. Reciprocity on Demand. Hum Nat 26, 313–330 (2015).

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