lunes, 19 de febrero de 2024

La conjura contra España (LVI): el nuevo autoengaño de los perfectos progresistas españoles, esta vez con el BNG


Las elecciones gallegas y el ascenso del BNG, un partido tan antiespañol como sus comparables en el País Vasco (Bildu) y en Cataluña (ERC), no debería tranquilizar a nadie. Son fascistas. Pero los progresistas españoles nunca dejarán de engañarse con los nacionalistas periféricos como los humanos seguiremos engañándonos con el opio. Está en sus cerebros progresistas, anticlericales, antimercado, antiliberales... que el nacionalismo español es malísimo, que los conservadores españoles son franquistas y que los nacionalistas catalanes y vascos son progresistas. Y si hablan cantando como los gallegos, ¡ya no te cuento!

Y los progresistas españoles han tragado ya con que es progresista que un niño con síndrome de down de padres castellanohablantes en Cataluña reciba sus clases en catalán o que un niño peruano las reciba en el País Vasco en vascuence, a pesar de que no oye esas lenguas minúsculas fuera de la escuela y que eso lo coloca en una situación de desventaja frente a sus compañeros hijos de verdaderos miembros de la raza autóctona. Los progresistas españoles no sólo no levantan la voz sino que apoyan una y otra vez desde las Cortes y el Tribunal Constitucional (y las cátedras) esta terrible injusticia y discriminación.

Y ahora volvemos a las andadas con la Ponton y su BNG. Una chica que no ha pegado un palo al agua en su vida; que estudió una carrera Mickey Mouse y que ha sido ascendida a la condición de gran lideresa desbancando a las otras grandes lideresas tan nacionalistas como ella. A no hacer nada en la vida lo llaman paradójicamente "activismo". Más bien, como decía Savater de la mili, padecer del baile de San Vito.  

Pero no hay nada nuevo bajo el sol. Lo que están haciendo los nacionalistas catalanes, vascos y ahora gallegos lo hicieron en el siglo XIX en el Imperio Austro-húngaro los que, en Hungría, hablaban magyar. Y ahora que me acabo de leer La cripta de los Capuchinos de Joseph Roth, resulta que hay un personaje - un noble vienés - que, en 1914, dice a sus contertulios:

Los húngaros, querido Kovacs, oprimen nada menos que a los siguientes pueblos: eslovacos, rumanos, croatas, serbios, rutenos, bosnios, suavos de Bacska y sajones de Transilvania... 

Y en la mejor historia breve del imperio austrohúngaro (A J P Taylor, The Habsburg Monarchy 1809-1918: A History of the Austrian Empire and Austria-Hungary, p 59) se lee que los magyares hicieron, en 1850, lo mismo que han intentado los nacionalistas catalanes y vascos con la ayuda inestimable de los perfectos progresistas españoles. 

“Los alemanes eran el menor de los problemas de los magiares. Los alemanes vivían en las ciudades y, excepción hecha de los sajones de Transilvania, no tenían raíces rurales. Pero grandes áreas de Hungría carecían de cualquier población magiar, quitando a los terratenientes absentistas.  
Y los magiares eran una minoría en el Estado que reclamaban como propio. Esto fue clave para la política húngara en los siguientes cien años: los magiares pusieron en marcha una política pseudo-liberal que sólo pudieron ejecutar por métodos antiliberales. Sólo pudieron mantener su posición nacionalista estableciendo un monopolio artificial sobre toda la vida pública e impidiendo que despertaran culturalmente el resto de los pueblos que vivían en Hungría.... abolió completamente el latín y estableció el magyar como lengua exclusiva del Derecho, de la Administración y, sobre todo, de la educación pública. La ley lingüística de 1844 fue un golpe doble en beneficio de la burguesía. Les protegió de la intrusión de los funcionarios imperiales (del imperio austro-húngaro) que hablaban en alemán y cerró el camino contra los intelectuales de origen rural. Hungría... le dio a la burguesía magyar un nuevo medio de existencia; un monopolio sobre el empleo público”

Como se aprecia en el mapa, los magyares habían empezado su 'limpieza lingüística' en 1844 con la ley citada en el texto. Para 1910, apenas se hablaba otra cosa en Hungría que no fuera magyar. 

Los magiares acabaron con el imperio austrohúngaro y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos acabarán con España. Truyol y Serra, catedrático de Derecho Internacional y Magistrado del Tribunal Constitucional le dijo a una amiga mía alemana a principios de los noventa (la guerra de Yugoslavia estaba en su punto álgido): ¡se ha dado Vd., cuenta de la enorme desgracia que ha sido la desaparición del Imperio austrohúngaro! 

Tal vez, los progresistas españoles deberían echar una pensada sobre el desastre para Europa y especialmente para los pueblos periféricos del imperio austrohúngaro que fue la caída de éste y darse cuenta (como quizá finalmente se den cuenta también los conservadores españoles) que el verdadero enemigo no es la derecha. Ni siquiera la extrema derecha nacionalista española. El verdadero enemigo de la prosperidad y la libertad de los españoles es el nacionalismo. Los nacionalismos todos: los de cara amable de chica de aldea que decide a los 15 años, cual monja católica, no volver a hablar español. Y los de capucha asesina a los que cientos de miles de vascos y navarros votan religiosamente. Los anticlericales procedentes de la extrema izquierda y los ultracatólicos herederos de los carlistas fundadores de sus partidos. El nacionalismo, dijo un corrupto presidente progresista francés, es la guerra. Y, en el caso de España, es la guerra civil. Tres guerras civiles en el siglo XIX y una en el siglo XX no han sido suficientes para que los progresistas españoles se den cuenta de quién es el enemigo. 

No hay comentarios:

Archivo del blog