martes, 20 de agosto de 2019

El consejero-delegado de WeWork




En su última columna en Bloomberg, el siempre interesante Matt Levine explica que el presidente y fundador de WeWork, ahora We Co. ha registrado como marcar “We” – nosotros – y se la ha vendido a WeWork que ahora cambia su denominación social. La compañía ha pagado a su fundador, pues, casi seis millones de dólares por la marca. Es un caso espectacular de transacción vinculada. El que puede tomar las decisiones por cuenta de la compañía está a los dos lados de la transacción. Por eso se habla de “conflicto transaccional”. Estas transacciones están prohibidas. Sólo pueden llevarse a cabo si la decisión la adopta un órgano social sobre el que el conflictuado no tenga influencia alguna y, aún así, será impugnable si la transacción no se hizo de modo transparente (se proporcionó al órgano decisor toda la información relevante para decidir en el mejor interés de la compañía) y los términos de la misma son equitativos para la compañía (arts. 228 y 230 LSC). 

Dice Levine que cuando el consejero-delegado es el accionista más relevante de la compañía – pone el ejemplo de Zuckerberg en relación con Facebook – lo normal es que el salario como consejero (art. 249 LSC) incluya todos los servicios que el ejecutivo presta a la compañía. Así lo exige nuestra Ley que obliga a incluir en  el contrato al que se refiere el art. 249 LSC todas las partidas que compongan el salario. El control de las transacciones entre el consejero-delegado y la compañía se realiza a través de las normas de los artículos 228 y ss LSC a los que me he referido más arriba.

En el caso, Levine explica que es muy difícil que una transacción semejante supere la revisión judicial. La razón es la siguiente: si era buena idea que la compañía cambiase su nombre de “WeWork” a “We Co” y que “We” fuera registrado como marca, estamos clarísimamente ante una oportunidad de negocio de la compañía que el consejero-delegado ni ningún otro insider puede aprovechar para sí (art. 229.1 d) LSC). Y si ambas cosas no están relacionadas (el insider registró la marca mucho antes de fundar WeWork por ejemplo), entonces la transacción no debe realizarse. El conflicto de interés del consejero-delegado es insalvable.

Al registrar para sí una marca tan relacionada con la que venía usando la empresa WeWork/We (recuerden el <> que precede a todos los productos de Apple, ¿se imaginan que Steve Jobs hubiera registrado la <> como marca?) el consejero-delegado generó el conflicto de interés con la compañía, o sea, se puso deliberadamente en una situación en la que o hacía prevalecer su interés personal o hacía prevalecer los intereses de la compañía y, por tanto, cumplía con su deber de lealtad hacia ésta que le exige anteponer el interés de la compañía a cualquier otro.

Pero es que, aunque el consejero-delegado no participara en la decisión (no interviniera en la reunión del consejo de administración de WeWork), la operación no podría salvarse. No veo cómo los demás miembros del consejo de administración podrían justificar pagar un solo dólar por la marca. Lo que habrían de hacer es exigir al consejero-delegado que cediese gratuitamente la marca a la compañía y ordenarle que se abstuviera de andar registrando para sí marcas que podrían interesar a WeWork (acción de enriquecimiento contra el consejero-delegado). ¿Cómo se permitió al consejero-delegado participar en empresas ajenas a la compañía que administra y cuyos intereses pueden entrar en conflicto con ésta? Faltarían los demás consejeros a su deber de lealtad si permitieran que se consumara la transacción vinculada. Lo del precio es lo de menos – aunque no es moco de pavo 5,9 millones de dólares -. No hay ningún precio que pueda ser “fair” – equitativo – en una transacción semejante.

Al parecer el Sr. Neumann – el consejero-delegado – acostumbra a realizar transacciones vinculadas con WeWork. Pero es que ahora sale a bolsa. Naturalmente, si todos los socios de WeWork autorizan estas transacciones, como el interés social es igual al interés común de todos los accionistas, nada habría que objetar. Esta información se encuentra en el folleto de la Oferta Pública de Suscripción o Venta de manera que los que adquieran o suscriban acciones saben a qué atenerse. En el futuro, sin embargo, estas transacciones no podrían realizarse. Resulta, sin embargo, que las relaciones entre el consejero-delegado y la compañía continuarán porque el primero es el propietario parcial, directa o indirectamente, de algunos de los inmuebles que explota la compañía. Todo huele a que el fundador y consejero-delegado seguirá siendo muy rico mucho tiempo después de que WeWork haya quebrado – o no -.

Actualización: según cuenta el propio Levine, WeWork ha modificado su folleto de salida a bolsa para indicar que el consejero-delegado ha devuelto las acciones (no recibió dinero sino acciones de la compañía a cambio de las marcas) a la compañía. Levine tiene, de nuevo, razón:

para  Neumann  es - fue - una transacción increiblemente estúpida. En el lado de los beneficios, obtuvo un 0.03% extra de la compañía (que es lo que representan los 5,9 millones en acciones)En el lado negativo, se escribieron innumerables artículos críticos sobre el pésimo gobierno corporativo de WeWork y sobre cómo está infestado de conflictos de intereses. Presumiblemente, los inversores leen esos artículos, o leen el folleto y perciben los conflictos de intereses por sí mismos. Presumiblemente los inversores pensarán cosas como "uf, esto es mala señal sobre el gobierno de WeWork y sobre cómo gestiona los conflictos de intereses de sus insiders".  
Si estas valoraciones críticas provocaron una reducción de la valoración de WeWork pongamos de sólo un  0.1 por ciento, que Neuman vendiera las marcas a la compañía a cambio del 0,03 % es completamente irracional y le cuesta dinero a Neumann. Porque consigue aumentar su participación en la compañía en una cuantía ridícula a costa de reducir el valor de su participación que es del 30 %  y esta reducción supera, con mucho, el valor de las acciones adicionales que ha conseguido. Si suponemos que la mala prensa que esta transacción ha generado ha reducido el valor de WeWork en un 2 por ciento, hacerse transferir acciones a cambio de las marcas le ha costado a Neumann más de $ 100 millones. Para Neumann, aumentar la valoración total de su compañía vale mucho más, mucho más que conseguir algunas acciones adicionales en una transacción vinculada.

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