miércoles, 11 de octubre de 2023

Norbert Elías: Teoría del símbolo

 


Hoy es ya una vieja historia muy estimada cómo el filósofo escocés David Hume comprendió que los individuos tal vez no puedan adquirir a través de la propia experiencia individual

el concepto de relación causal como tipo de explicación universal.

Y que fue así el primero que descubrió un problema filosófico fundamental: ¿cómo demonios llegan los seres humanos, si no es como resultado de su propia experiencia, a suponer que todos los problemas no resueltos pueden tener solución en la forma de una relación de causa-efecto?

A David Hume le desconcertó esto y, como era una persona modesta, confesó que no sabía cómo responder a la pregunta.

El gran Immanuel Kant siguió buscando una solución al problema de Hume y proclamó orgullosamente en su Crítica de la Razón Pura que la había hallado… Según el,

la ubicuidad de las relaciones causales no se debía a su repetición fáctica en el mundo como tal sino a la estructura de la inteligencia humana.

Las relaciones causales estaban, según Kant, incorporadas a la razón humana antes que cualquier experiencia o, en otras palabras, a priori. La razón no trascendía la experiencia; si fuese así, las relaciones causales podrían considerarse fantasías y especulaciones. Kant consideraba como su gran descubrimiento que formas específicas de razonamiento, entre ellas las relaciones causales, no trascendían la experiencia humana sino que eran condiciones universales de todas las experiencias humanas o, en lenguaje de Kant, trascendentales.

El trascendentalismo de Kant tuvo graves consecuencias. Daba por supuesto que los seres humanos no pueden saber nunca si el mundo como tal tiene todas esas características que parece tener cuando pasa a través de la conciencia o la razón. Porque al hacerlo adquiere algunas de esas propiedades que están predeterminadas por la naturaleza de la razón humana, por características de la propia mente humana. Según Kant, el raciocinio humano no era capaz de adaptarse a todos los tipos posibles de experiencia. No era infinitamente variable en correspondencia con la multiplicidad del propio mundo… Nos vemos obligados a encajar nuestras experiencias en un esquema predeterminado que dicta la naturaleza humana. La fuerza imperativa de esa expectativa de hallar soluciones a todo tipo de problemas en la forma de una relación de causa y efecto puede servir de ejemplo. No se deriva de la naturaleza de los objetos del razonamiento, sino de la naturaleza de los sujetos. Kant fue involuntariamente un promotor del relativismo filosófico…

El comentario de Hume de que el concepto de que una conexión causal no podía explicarse partiendo de las experiencias personales de un solo individuo, era absolutamente correcto. Representa un nivel de síntesis conceptual que queda fuera del alcance de las experiencias personales de un ser humano individual. Presupone una capacidad de relacionar acontecimientos a un nivel que ningún sujeto individual puede lograr sin ayuda de las experiencias de otros individuos. Presupone una constitución biológica de una especie que hace que sus representantes individuales puedan aprender, almacenar y reproducir experiencias hechas y transmitidas a esas personas por una larga línea de generaciones precedentes… las características cambiantes de miembros individuales del grupo están relacionadas con las características cambiantes del grupo pero no son en modo alguno idénticas a ellas… Podemos pensar en la insistencia de Max Weber en el significado que tiene una acción para el actor individual. Sin embargo, una acción individual raras veces se sostiene por sí sola. Va orientada en general a acciones de otras personas. El significado de una acción para el actor está codeterminado, como norma, por el significado que puede tener para otros. Las relaciones de las personas entre ellas no son aditivas. La sociedad no tiene el carácter de un montón de acciones individuales comparable con un montón de arena, ni el de un hormiguero de individuos programados para la cooperación mecánica. Recuerda más bien una red de personas vivas que dependen, de formas muy diversas, unas de otras.

No hay ninguna necesidad de buscar un refugio en el supuesto de una forma de raciocinio predeterminada naturalmente. El término «causa» y sus diversos usos es algo que adquieren a través de un proceso de aprendizaje todos los miembros normalmente dotados de una comunidad lingüística contemporánea… el conocimiento de que la adquisición de un lenguaje y por tanto de palabras como «causa» y «efecto» es algo más que una acumulación de acciones individuales, quedaba fuera del alcance de ambos (Hume y Kant), Y tampoco estaban en condiciones de apreciar la satisfacción social vinculada al hallazgo de una explicación causal como un aspecto del hábito social de un período, como una forma de compulsión social…

La expectativa de un tipo específico de explicación no se debe a una experiencia personal de un individuo, sino a las experiencias colectivas de un grupo completo a lo largo de varias generaciones. Si los individuos crecen en una sociedad donde la brujería ha llegado a considerarse indiscutiblemente la fuerza más poderosa, es probable que descubran la solución socialmente exigida a sus problemas urgentes cuando hallen la bruja que ha causado el daño que intentan explicar.

La precedió en general, y la acompañó a  menudo,

la búsqueda de personas vivas como autoras de acontecimientos,

y la concepción de todos los acontecimientos como acciones que se intentaban explicar.

La pregunta «¿Quién destruyó mi casa con un rayo?» precedió a la pregunta «¿Qué destruyó mi casa?».

Las explicaciones causales alcanzaron una supremacía parcial bastante tarde en el desarrollo de la humanidad. La mayoría de los individuos vivos probablemente busquen aún una respuesta a la pregunta «¿Quién creó el mundo?», no «¿Qué cambios explican la configuración actual del universo físico?». La búsqueda de explicaciones en un proceso a largo plazo se halla aún en una fase primitiva.

Los individuos pueden experimentar el mundo como naturaleza o como historia.

Podemos ver el mundo a la manera de Newton, como un plan trazado por un gran espíritu: todo lo que sucede se ajusta a un orden perfecto. Los acontecimientos de este mundo vistos como naturaleza se repiten una y otra vez. La naturaleza sigue obediente leyes inmutables que ha prescrito para ella el gran planificador. El premio a esa obediencia es la gran armonía recíproca en que viven todos los seres. La majestuosa salida del sol matutino por el horizonte, el esplendor del sol vespertino en el crepúsculo, dan testimonio del realismo de esta concepción del mundo como naturaleza que sigue eternamente su curso prescrito.

Pero también podemos ver este mundo como historia… Después de un número predecible de años las reacciones atómicas del sol, que sustentan la vida, perderán sus poderes. Es probable que el sol se desintegre a través de una serie de fases bien conocidas por la observación de otras estrellas de este tipo. El trajín de nuestro sistema solar es tan único corno la Batalla de Waterloo dentro del universo sin nombre del que forma parte. Y, de hecho, la batalla de Waterloo forma parte del mismo universo al que pertenece a su manera mi escritorio. Es probable que transcurrido un tiempo desaparezcan las condiciones que dieron origen al tipo de organización autorreguladora que llamamos vida.

Partiendo del hecho de que los seres humanos pueden experimentar el mundo de dos formas distintas, como

un mundo que puede representarse con la máxima claridad por medio de símbolos de regularidades invariables y como un mundo que representa la estructura de un cambio sucesivo incesante

en una o dos direcciones complementarias, se puede llegar fácilmente a la conclusión de que este mundo está formado por dos universos diferentes, uno de los cuales se caracteriza por la palabra clave «naturaleza», el otro por la de «historia» o «cultura»… nuestro mundo admite dos modos diferentes de seleccionar y ordenar percepciones. Puede suceder que en algunos casos se corresponda más con la realidad uno y en otros casos otro, o que campos de problemas diferentes exijan combinaciones diferentes de esos dos tipos de representación simbólica

… El no conocer la naturaleza de la fusión nuclear hizo que resultase más fácil atribuir a los acontecimientos que se desarrollan al nivel del sol el carácter de acciones al nivel humano…


es más fácil robar el conocimiento que proporciona ventaja a un grupo que casi cualquier otra propiedad valiosa de los individuos.

Una forma lingüística especifica, llamada una pregunta, suele servir como punto de partida en el camino hacia el nuevo conocimiento. Es también uno de los rasgos distintivos de los seres humanos. Son los únicos seres animados capaces de hacer preguntas

Hay muchas pruebas que apoyan la opinión de que la creencia en la congruencia del conocimiento científico con la realidad ha disminuido en vez de aumentar.

Un individuo llega, al parecer, a

conceptos como mesa o árbol haciendo abstracción de todas las propiedades que hacen a árboles o mesas concretos diferentes y reteniendo sólo propiedades que tienen en común todos los árboles y todas las mesas.

Como enfoque del problema de la formación de conceptos le avala no sólo su sencillez sino sobre todo el hecho de que expone la formación de conceptos como un limpio proceso mental de un solo individuo humano. Se alinea fácilmente por ello con una pauta bien conocida: la formación de conceptos puede considerarse un proceso mental individual que tiene un principio firme en el curso del tiempo y posiblemente un fin.

No existen, sin embargo, conceptos concretos. Puede llamarse «objetos concretos» a ollas y cacerolas. Pero el concepto de una olla no puede decirse que sea concreto. Ni que sea abstracto. Aplicada a conceptos, la polaridad conceptual concreto/abstracto no sirve. Lo que se puede ver son conceptos que representan un nivel inferior de síntesis y otros que representan un nivel superior. El desarrollo de las «abstracciones» en el lenguaje de las sociedades actualmente en la etapa más alta de desarrollo suele tener este carácter, de desarrollo de un nivel de síntesis más bajo a otro más alto.

La capacidad que tienen los humanos de elaborar fantasías como respuesta a interrogantes que se plantean por sí solos no tiene menos valor de supervivencia que su capacidad para descubrir lo que solía llamarse la verdad.

la fantasía es la hermana gemela de la razón… Si es más congruente con la realidad, la llamamos racional. Si la fantasía supera la congruencia con la realidad, podemos considerarla irracional. Ambas cosas atestiguan la libertad que han adquirido los humanos por naturaleza de formar imágenes mnemotécnicas de todo lo que tienen al alcance de su conocimiento y cimentarlo firmemente con pautas sonoras específicas. De acuerdo con el conocimiento actual, esta libertad es prácticamente ilimitada..

En una sociedad en la que el conocimiento es, como el agua, fácilmente asequible y relativamente barato, puede resultamos difícil entender en toda su amplitud hasta qué punto dependen los seres humanos del conocimiento para su supervivencia. Las investigaciones del conocimiento se centran, comprensiblemente, en el problema de si dicho conocimiento es correcto o incorrecto, en su valor cognitivo... Puede que actualmente no prestemos atención suficiente al hecho de que la necesidad de saber es un aspecto de la constitución genética de los seres humanos.

Norbert Elías, Teoría del Símbolo, 1994

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