sábado, 16 de septiembre de 2023

Citas: 'el feminismo no tolera la tolerancia'


foto: JJBOSE

Escribe Heather McDonald en Quillette 

El beso de una fracción de segundo no tuvo nada de sexual; fue una expresión espontánea de alegría. Los labios de Rubiales estaban cerrados y el beso no tuvo ninguna consecuencia depredadora. En cuanto Rubiales saludó a la siguiente jugadora que bajaba por la línea de recepción, perdió de vista a Hermoso. La ministra española de Derechos Sociales había aducido el carácter público del beso como prueba de la desvergüenza de la cultura machista española. Es precisamente ese carácter público lo que hace aún más absurda la idea de que se trató de una agresión sexual. 

La declaración de Hermoso de que se sentía "vulnerable y víctima de una agresión" no era creíble. Su vídeo de Instagram posterior a la victoria no mostraba signos de trauma. Bocazas, tatuada y segura de sí misma, esta mujer no es una violeta victoriana encogida que necesite un sofá para desmayarse... Los medios de comunicación calificaron invariablemente el beso de "forzado". También podrían haber descrito de la misma manera el levitante agarre de Hermoso a Rubiales. De hecho, Rubiales no ejerció ninguna fuerza para darle el beso. Muchos europeos besan a conocidos de forma rutinaria; sólo el número y la secuencia de esos besos difieren de una nación a otra. Dar un beso fugaz en los labios en un contexto tan festivo no supone una desviación significativa de las normas culturales. 

Y el contexto es lo más importante a la hora de juzgar la furia posterior. Mucha gente en el campo estaba casi en estado de delirio. Otras fotos del momento muestran a Rubiales cargando sobre su hombro a una jugadora risueña como si fuera un saco de patatas y al entrenador del equipo, Jorge Vilda, alzado horizontalmente por una hilera de jugadoras mientras grita y agita el puño. Los espíritus animales estaban a la orden del día. En un ambiente así, era necesaria un poco de flexibilidad... 

A Hermoso no le "faltó el respeto" una cultura machista; todos los supuestos cerdos machistas del campo estaban tan extasiados por el triunfo femenino como lo habrían estado por una victoria masculina. Sólo en un sentido se puede atribuir un elemento sexual al beso: Rubiales no habría plantado un beso fugaz en los labios de un jugador masculino. Estaba, hasta ese punto, codificado sexualmente. Pero una corriente latente de reconocimiento sexual recorre muchas interacciones entre hombres y mujeres. Es la condición humana. Cualquier mujer con un poco de sentido de la proporción habría considerado el momento como un arrebato de alegría desinhibida que nunca se repetiría. 

Sin embargo, el feminismo no tolera la tolerancia. Es una ideología frágil, que no perdona las debilidades humanas. Para mantener el agravio femenino en un mundo cada vez más dominado por las mujeres, requiere la aplicación rígida de normas draconianas que condenen a los hombres como agresores impenitentes. Para convencer a las mimadas mujeres occidentales de que siempre y en todo lugar no están seguras, la queja feminista requiere inflar las fechorías menores hasta convertirlas en transgresiones mayores. Las mujeres son supuestamente tan duras que pueden servir codo con codo con los hombres en unidades militares de combate. Sin embargo, también alegan fragilidad, vulnerabilidad y debilidad. ¿De qué va esto?

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