López-Burniol es el prototipo del insider en el contubernio entre los 'nacionalistas moderados' (NM) y el perfecto progresista español (PPE) y parece que, últimamente, está girando como lo han hecho otros señeros miembros de ese grupo social, ante la degradación de nuestro estado de derecho propiciada por los nacionalistas en coalición con el PSOE. Prueba de este giro es su última columna en LA VANGUARDIA, una alabanza a Felipe VI por su discurso de Nochebuena que da vergüenza ajena y que indica, claramente, que percibe la situación como muy deteriorada.
Pero López-Burniol no puede desprenderse de su condición, simultánea, de PPE y NM. El artículo que ha publicado en EL MUNDO es una buena muestra de los límites que la naturaleza de estos especímenes les impone cuando de proponer soluciones al lamentable estado de cosas se trata: jamás se permitirán pedir a la gente que les pueda escuchar que debe votar al PP para derribar a un gobierno que está poniendo en peligro grave la democracia liberal en España.
López-Burniol comienza describiendo el esperpento que estamos viviendo. Dice que los partidos nacionalistas catalanes tienen cogido por sus partes nobles al Gobierno si el Gobierno fuera un macho de cualquier especie de primate y que están aprovechándose de su posición para que los resultados de las votaciones en el Congreso respondan a "sus particulares intereses". Intereses que "operan en detrimento del interés general de España" y que humillan "a todos los ciudadanos españoles". Va más allá en sus latigazos a los nacionalistas no-moderados (la real thing, porque el nacionalista moderado, como suele decir Arcadi Espada es tan real como un 'islamista moderado' o un 'fascista moderado' y López-Burniol se refiere a los "separatistas" cuando, en la actualidad, no hay ningún partido nacionalista catalán o vasco que no sea separatista, salvo que López-Burniol quiera incluir entre los partidos nacionalistas a su propio partido, esto es, al PSC) y les acusa de que
"no acuden al Congreso y al Senado para contribuir lealmente, desde la perspectiva de sus ideas y creencias, a la gobernanza de España, sino para trabajar sólo en pos de sus particulares objetivos, inspirados exclusivamente por su indeclinable aspiración a la independencia. El espíritu que anima a una parte de los militantes y votantes de los partidos separatistas es el odio a España como nación y al Estado que la articula jurídicamente, así como el desdén por la historia y la cultura españolas, por la lengua castellana y... por los españoles"
"Dicho lo cual", uno esperaría que López-Burniol pusiera a parir a Sánchez y al PSOE y le pidiera que convoque elecciones o que ofrezca un gobierno de gran coalición al PP. Pues no. El NM - PPE que es López-Burniol, reparte, a continuación, reproches equidistantes a PSOE y PP; les responsabiliza de forma semejante de la situación y les exige, a ambos, que lleguen a un acuerdo. Obsérvese que considera equiparable la relación del PSOE con Junts a la que (no) tiene el PP
que uno de los dos grandes partidos españoles se acueste con los separatistas, con el único objetivo de amarrarse a un poder concebido como meta y no como instrumento de recta acción política, media un abismo. Y lo mismo cabe decir del otro gran partido, que no se acuesta, pero sí se presta a hacer manitas con los separatistas para zancadillear a su adversario. No hay palabras para calificar, en ambos casos, la bajeza, la torpeza, el egoísmo y la estolidez de estos dos grandes partidos.
Así nos va. Si Popper levantara la cabeza y elaborara un dictamen sobre el futuro de España nos aconsejaría, con toda seguridad, que dejemos de confiar en los López-Burniol y demás NM-PPE: si quieren Vds. tener gobiernos malos el menor tiempo posible, nos diría Popper, lo que han de hacer es votar contra el Gobierno 'malo'. Derribarlo. Y para eso, han de votar al partido de la oposición que tenga más posibilidades de ganar. Porque las elecciones no pueden garantizar que un país tenga buenos gobiernos. Sólo puede garantizar que tenga gobiernos malos el menor tiempo posible sin derramamiento de sangre. Y eso significa que los equidistantes, los que 'exigen' lo mismo al que está en el gobierno y al que está en la oposición, no son amigos del buen gobierno. Son amigos del gobierno.
1 comentario:
Muy claro y ameno y cargado de razón!!
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