lunes, 29 de enero de 2024

¿Qué impulsa la polarización ideológica entre hombres y mujeres jóvenes? A propósito de un post de Alice Evans

foto: JAL

Sin duda la columna de esta semana ha sido la de John Burn-Murdoch en el Financial Times: Por qué hay cada vez más mujeres en la extrema izquierda y hombres en la extrema derecha. 

Cuenta, recurriendo a Alice Evans (v., infra) que en los países ricos (no me referiré en lo que sigue a los países en vías de desarrollo) como EE.UU, Reino Unido o Alemania, los hombres jóvenes son cada vez más conservadores y las mujeres jóvenes cada vez más de izquierdas. Hay, en el caso de EE.UU. 30 puntos de diferencia a favor de la izquierda entre el voto femenino y el masculino. Y esta divergencia se ha generado rapidísimamente. En países como Polonia la cosa es peor porque "casi la mitad de los varones entre 18 y 21 años votaron a la extrema derecha", frente a sólo una de cada seis mujeres de la misma edad. Esta divergencia empieza a convertirse en una "guerra de sexos" en países como Corea del Sur (misoginia) que se traduce en que las tasas de matrimonio y natalidad se han desplomado. Hace referencia también a que, la 'amenaza' de ser acusado de acoso o agresión sexual ha podido aumentar la segregación por sexos en ambientes laborales (V. esta encuesta) y reducido el feed-back que reciben las mujeres jóvenes. La segregación física - mujeres se relacionan más con mujeres y hombres con hombres - ha podido extenderse a la ideología, a otros campos como la inmigración o el racismo.

Alice Evans explica 

que es lógico que esto ocurra una vez que desaparecen las sociedades tradicionales en las que el control social de las conductas individuales y de su conformidad con las reglas y valores dominantes en el grupo es feroz. Estas reglas y valores son, claro, patriarcales, de manera que no aparece segregación ideológica alguna por sexos porque las mujeres están sometidas. 

En sociedades abiertas, sin embargo, la separación por sexos es ahora voluntaria pero muy creciente porque se refuerza cuando la relación con el otro sexo se presenta en términos de rivalidad y no de cooperación. Evans habla de resentimiento económico; burbujas por sexos en las redes sociales; emprendedores culturales que refuerzan las creencias divisivas de los individuos del propio sexo y "liberalización cultural que anima a la gente a participar en la conversación pública". El caso de Corea del Sur es una viñeta muy expresiva

Imagina que eres un varón coreano de 30 años. Trabajas muchas horas, vuelves tarde a casa, pero todavía eres un junior en tu empresa y tienes unos jefes exigentes. En el trabajo, las mujeres son subordinadas serviles, de las que se espera que sirvan el té y actúen como secretarias. Pero románticamente, no ligas nada. Las citas son una pesadilla, dada la ratio de hombres y mujeres (hay muchos más hombres que mujeres*) y tu bajo salario. Es una receta para la frustración. Racionalmente, podrías invertir en tu propio desarrollo, ir al gimnasio y tratar de ser más encantador. Pero también hay una comunidad fraternal solidaria que dice algo así como: "No es culpa tuya Las mujeres son perras kimchi codiciosas, codiciosas e hipergámicas. Lo tienen mucho más fácil: exentas del servicio militar obligatorio, sin presión para mantener a sus familias, pueden casarse fácilmente con ricos. Ahora mira este video que tomé de una [puta] de trapo desnudándose en un baño público. Se llama Hwa Young, empleada en Hyundai". "¡Gran metraje, hermano! JAJAJA". Esa no es una cita directa. Estoy parafraseando la manósfera coreana (basándome en mis entrevistas y en el excelente libro de Hawon Jung). Mientras los hombres coreanos continúen dominando la gestión y socializando con otros hombres, estarán inmersos en culturas de sexismo santurrón. El 80% de los hombres veinteañeros cree que existe una grave discriminación de género contra los hombres. Es difícil imaginar cómo podría deshacerse esa antipatía. Las mujeres surcoreanas, por su parte, son cada vez más feministas. Envalentonadas, comparten las historias de abuso; se apoyan mutua y públicamente. Juntas, cantan a coro "No es culpa tuya". Corea del Sur tiene una creciente brecha de género.
* la ratio según esta estadística es de 105 hombres por cada 100 mujeres.

¿Y qué pasa en Occidente? 

Según Evans, lo mismo: mayor segregación por sexos en la vida social; resentimiento económico de los hombres alimentado por burbujas en las redes sociales y emprendedores culturales que alimentan estas creencias masculinas (Andrew Tate) y "una cultura pública feminizada". Hoy la mayoría de los autores y de los lectores son mujeres lo que hace plausible deducir que se haya fomentado una "ideología feminizada" lo que no se explica - continúa Evans - es por qué los hombres jóvenes norteamericanos se han vuelto más conservadores en lo que respecta al 'género'. 

Aquí es donde entra el razonamiento  económico. Hay muchos estudios que indican que, en entornos en los que no hay crecimiento económico, la gente adopta una mentalidad suma cero, se vuelve más tribal (lo que implica odio hacia el extraño, xenofobia etc) y, en el caso de los varones, hace crecer el 'neomachismo' ('modern sexism'). Este se expresa en fórmulas como la siguiente: "el progreso de las mujeres ha ido demasiado lejos porque amenaza las oportunidades de los hombres". 

El estudio de Off/Charron/Alexander (que resumiré en otra entrada) indica que el resentimiento masculino es mayor entre los varones que creen que las leyes e instituciones en su país son injustas y entre los que viven en las zonas que tienen más desempleo y hay más competencia por los puestos de trabajoEsta sensación de trato injusto se traduce en una reacción política: aumenta el apoyo a la extrema derecha. Evans cita a Rodríguez-Pose, Terrero-Dávila and Lee quienes explican que 
En Estados Unidos, ni la desigualdad interpersonal ni el declive económico pueden explicar por sí solos el apoyo al populismo. Sin embargo, estos factores cobran importancia cuando se consideran junto con la composición racial de la zona. Los condados con una gran proporción de población blanca en los que el crecimiento económico se ha estancado y las desigualdades han aumentado apoyaron a Donald Trump. Mientras tanto, los condados con una trayectoria económica similar pero con una mayor proporción de minorías rehuyeron el populismo. En Europa, el factor más significativo del auge del populismo de extrema derecha es el declive económico. Este efecto es especialmente importante en zonas con un alto porcentaje de inmigración.
De manera que es la frustración, la incapacidad de mejorar el status social lo que lleva a los varones jóvenes a la extrema derecha. En este punto, Evans recuerda que "un rasgo fundamental del patriarcado es que los hombres desean tener un status social elevado" de forma que cuando no tienen éxito sexual, laboral o social en general, "es fácil que reaccionen agresivamente y desarrollen una actitud hostil hacia el otro sexo". 

A continuación, Evans se remite al estudio de Chinoy, Nunn, Sequeira y Stantcheva sobre mentalidad de suma cero. El resumen de este trabajo es el siguiente: 
... el pensamiento de suma cero se alinea con un mayor apoyo a la política de izquierdas, la redistribución gubernamental y las restricciones a la inmigración,... Haberse criado en un entorno de crecimiento económico en los primeros años de vida está negativamente asociada con el pensamiento de suma cero en la actualidad...  movilidad intergeneracional ascendente se asocia con un menor pensamiento de suma cero...antecedentes de inmigración en la familia también se asocian con un menor pensamiento de suma cero...  también hay efectos indirectos de la exposición a la inmigración.

De este trabajo, Evans extrae la siguiente conclusión:

El pensamiento de suma cero se aplica tanto a la izquierda como a la derecha. Se asocia con el apoyo a la redistribución, la concienciación sobre la discriminación racial y de género, así como con la lucha contra los inmigrantes. Las creencias cero están fuertemente asociadas con la inmovilidad económica. Si los individuos y sus familias no han experimentado una movilidad ascendente intergeneracional, tienden a decir que las oportunidades son escasas y fijas. Bajo una mentalidad de "suma cero", la hostilidad resentida tiene sentido. El estancamiento económico y la intensa competencia fomentan los celos... 

Las personas que han visto y experimentado personalmente la movilidad ascendente son más propensas a creer que todo el mundo puede prosperar. 

Esto es consistente con el hallazgo de Gethin et al (se refiere a Piketty) de que las personas altamente educadas tienden a votar por partidos de izquierda y democráticos. ¡A los hombres ricos y exitosos les va muy bien! Su estatus es seguro y están felices de compartir el pastel.

 

Por qué, creo, el análisis de Evans es incompleto

Lo que yo deduzco, sin embargo, es que la polarización no es sólo imputable al resentimiento económico de los varones amenazados por el empuje femenino en áreas donde ellos obtenían status. Es decir, echo de menos en el análisis de Evans la explicación de por qué las mujeres se han vuelto de extrema izquierda, es decir, por qué las mujeres no son centristas. Dice Ruxandra Teslo que 

Los datos del FT sugieren que la divergencia de género está impulsada principalmente por las mujeres, que gravitan cada vez más hacia el progresismo. 

Y creo que el trabajo de Chinoy et al. da una pista: también las mujeres (de lo que yo llamaría feminismo 2.0) conciben las relaciones con el sexo opuesto en términos de rivalidad, en términos de juego de suma cero. Y también podríamos construir, al modo que lo ha hecho Evans con los hombres de Corea, un 'modelo' en el que hay burbujas en las que las mujeres despedazan a los hombres; refuerzo de la victimización con emprendedoras culturales que han alcanzado un éxito social que ya quisieran los Andrew Tate de este mundo. 

Y también podríamos explicar en términos de resentimiento económico la ideología a la que se han adherido las jóvenes occidentales que votan a la extrema izquierda: no creen que el mercado y la competencia les dé lo que merecen y recurren a la política como vía para conseguir tales objetivos. Esas mujeres, - podría construirse igualmente -, también fracasan en el mercado de las citas amorosas porque casarse "hacia arriba" (marrying up) es cada vez más difícil dado el mayor nivel de formación de las mujeres en general en Occidente y la igualdad alcanzada en el acceso a los puestos de trabajo. Es más, los puestos de trabajo más seguros - funcionariado - los acaparan las mujeres que también están solteras o divorciadas en mayor medida que sus madres. No tienen hijos y se sienten más desgraciadas que sus madres.  

Evans dice que los hombres a los que les va bien votan a la izquierda. Y esto, creo, es un error argumental. Lo que el artículo de Chinoy y otros demuestra es que son los votantes de izquierda los que sostienen una mentalidad de suma cero. Que los varones exitosos voten a la izquierda no significa que las mujeres voten a la izquierda porque sean exitosas. Los varones exitosos votan a la izquierda por razones distintas a las que las mujeres jóvenes votan a la izquierda. 

Las mujeres exitosas votan a partidos moderados. No a partidos extremistas. Lo que el artículo de Piketty revela es que el electorado de izquierdas ha cambiado. Pero lo que no nos dice Evans es que hay una correlación cada vez más marcada entre estudios superiores y sexo femenino. O sea que los que tienen más estudios votan a la izquierda, sí, pero es que los que tienen más estudios son, cada vez más, mujeres. Y hay también estudios que indican que cuanto más elevado el nivel de estudios, más voto nacionalista en niveles sub-estatales (o sea, tribal, anticosmopolita, antiinmgración, pro-redistribución...)

Dice Evans que 

Pero como muestran Chinoy y sus coautores, las mentalidades de suma cero no tienen una dirección establecida. Pueden inclinarse hacia la izquierda o hacia la derecha. Por lo tanto, la economía por sí sola no puede explicar por qué algunos jóvenes están eligiendo ser más conservadores.
... una mentalidad de suma cero generalmente se correlaciona con una alineación más fuerte con el Partido Demócrata, aunque existe una superposición significativa en el alcance del pensamiento de suma cero entre los partidos políticos
y añaden (y esto es realmente importante): 
el pensamiento de suma cero ayuda a explicar... que dentro del Partido Demócrata, un mayor pensamiento de suma cero explica la oposición a la inmigración, mientras que entre los republicanos, el pensamiento de suma cero se asocia con el apoyo a la atención médica universal y la redistribución.
En otros términos: la polarización entre sexos entre los jóvenes es una consecuencia de la extensión de la mentalidad suma cero entre los hombres jóvenes y entre las mujeres jóvenes. No sólo entre los hombres jóvenes amenazados por la irrupción de las mujeres en los ámbitos que les permitían obtener status. Las mujeres están tan frustradas como los hombres. Y lo expresan una y otra vez: las mujeres de hoy se declaran menos felices que sus madres. Y expresan esta frustración en la vida política igual que los varones frustrados. Y lo hacen votando a la izquierda y a la extrema izquierda y no al centro. 

La idea de las "burbujas - filtro" (filter bubbles) no tiene mucho valor científico como tampoco lo tiene la idea de las "cámaras de eco" (eco chambers) y creo que no conviene exagerar su influencia sobre la polarización. Y, parece, la polarización es más expresiva que sustancial (hombres y mujeres jóvenes no tienen ideas demasiado diferentes)

En fin, Evans hace referencia al punto más cercano a la felicidad: hay hombres que disfrutan en los roles tradicionales en lo que a las relaciones sexuales se refieren: un cierto paternalismo sobre la mujer con la que quieren estar y una elevada disposición a protegerlas y a procurar medios económicos trabajando todo lo duro que sea necesario. Lo que no nos dice Evans es que muchas, muchas mujeres también disfrutan en ese tipo de relación (benevolent sexism). 

Al final, Evans - que trata de ser siempre fair en sus análisis - añade
Del mismo modo, para las mujeres progresistas, las burbujas de filtro pueden estar exacerbando las mentalidades de suma cero, reforzando las creencias de que el mundo es profundamente injusto.
pero, de nuevo, no creo que eso sea relevante. Lo relevante es que las mujeres jóvenes, también, inmersas en una mentalidad de suma cero comprueban que, a pesar de que tienen más estudios y más posibilidades de ganarse la vida independientemente de los hombres que sus madres, no son más felices. Porque, no solo de pan vive el hombre, pero tampoco la mujer. 

Las propuestas de Evans para revertir la situación son: prosperidad económica, "romper las burbujas de filtro y regular los algoritmos, incrementar las relaciones entre los sexos, especialmente las de amistad" y advierte: "o resolvemos este problema o el amor y la amistad heterosexuales y la formación de familias acabarán por resultar imposibles". 

Es una advertencia tremenda. Las mujeres heterosexuales acabarán descubriendo el precio que están pagando por permitir que las mujeres homosexuales etc dominen el discurso feminista. Los intereses de las mujeres heterosexuales y los de las mujeres homosexuales no son los mismos. Pero no puedo desarrollar ahora este punto. Dejo para una próxima entrega describir cómo el feminismo 3.0 debería tener en el centro la idea de la "felicidad", esto es, una vez logradas la vida y la libertad, deberíamos preocuparnos de cómo ayudar a todos a ser libremente felices. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Greetings. My visit is after reading your comment below the article at Alice Evans' site, which I was also visiting for the first time. I thought Evans was mostly even-handed (or tried to be), but there were also serious flaws which weakened her thesis.
Thanks for your follow-up, which analyses effectively some of those flaws.
Regards
Malcolm

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

Thanks!

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