Rendre justice Sentence of death John Collier
Del castigo altruista (castigar a alguien que causa daño o se porta de forma injusta con otro, esto es, no con nosotros sino con un tercero) nos hemos ocupado en algunas ocasiones. En el trabajo que resumimos ahora, se pone en duda que se trate de un comportamiento puramente altruista. El castigador obtiene un beneficio porque, al castigar al que causa un daño a un tercero, reduce la probabilidad de que sufran daños en el futuro otros individuos en cuyo bienestar tiene un interés personal y evolutivo, es decir, individuos con los que comparte genes o con quien comparte pertenencia a un grupo o coalición cuando, como sabemos, pertenecer a un grupo incrementa las posibilidades de supervivencia en un entorno peligroso. Los autores comienzan explicando que los experimentos de los que se ha deducido la existencia del castigo altruista tienen defectos de concepción que, corregidos, permiten avanzar otras explicaciones del comportamiento sancionador de los humanos
En nuestra opinión, una función primordial del castigo de terceros -es decir, una razón por la cual la propensión al castigo de terceros evolucionó durante la historia de la especie humana- no es crear beneficios altruistas para los extraños, sino más bien disuadir a los agresores de dañar a las personas con las que la persona que castiga comparte un interés en su aptitud física (Pedersen, McAuliffe, & McCullough, en revisión). Desde este punto de vista, los costes del castigo de terceros pueden ser compensados a través de beneficios de aptitud física que se acumulan al disuadir futuros daños a las víctimas en cuyo bienestar tiene interés el que castiga (por ejemplo, familiares, compañeros, amigos y miembros de la coalición). La gente podría estimar de manera plausible la interdependencia de su bienestar y el bienestar de los demás a partir de una variedad de datos relevantes para la aptitud física incluyendo indicios válidos ancestralmente de la relación genética, experiencias pasadas de interacción cooperativa o explotadora previsión de una futura interacción provechosa, e inversiones parentales compartidas…
Y como vimos en otra ocasión, castigar – sobre todo si tiene un coste reducido porque basta sumarse a un colectivo – puede no sólo tener costes muy bajos sino que puede generar beneficios para el que castiga en forma de bienestar emocional porque
las personas que perciben que su bienestar es interdependiente con una víctima experimentan empatía por la víctima, indignación hacia la persona que le hizo daño, y ánimos de vengarse en nombre de la víctima.
Los autores realizan cinco experimentos coordinados entre sí y concluyen que
Los resultados meta-analíticos arrojaron evidencia sólida de que las víctimas de los insultos se enfadan más y castigan más a las personas que las han insultado, o que han insultado a sus amigos, que a los que no los insultan y las personas que han presenciado a un extraño insultar a otro extraño no castigan a los que insultan más de lo que castigan a las propias víctimas.
de manera que la conclusión es que los estudios anteriores tienden a sobreestimar la disposición de la gente a castigar a un extraño por haber hecho daño o haberse comportado injustamente con otro extraño.
En los paradigmas experimentales de laboratorio que eran adecuados para provocar ira y represalias agresivas, los individuos que eran meros espectadores no castigaban, en promedio, a los que infringen las normas sociales y que habían causado daño a extraños, aunque sí experimentaron un cierto enfado con ellos. Sin embargo, la gente parece poseer una fuerte inclinación resultado de la ira a castigar a las personas que los han insultado directamente, junto con una inclinación más débil resultado de la ira a castigar a las personas que han insultado a sus amigos.
Estos resultados son coherentes con lo que sabemos de las relaciones sociales en sociedades de cazadores-recolectores que perviven en la actualidad:
En estas sociedades, la gente rara vez se involucra en castigos costosos a menos que ellos o sus familiares sufran directamente un daño grave. En cambio, la gente tiende simplemente a condenar al ostracismo a los abusones, lo que es una forma de castigo poco costoso y suficiente, por lo general, para inducir al infractor a reformar sus comportamientos poco cooperativos. Y cuando los terceros castigan al que ha causado daño a alguien que no es pariente de tal tercero es, típicamente, porque el coste de imponer y ejecutar el castigo es muy bajo individualmente ya que se trata de castigos colectivos o respaldados por el grupo
Pedersen EJ, McAuliffe WHB, McCullough ME, The unresponsive avenger: More evidence that disinterested third parties do not punish altruistically, 2018
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