jueves, 4 de julio de 2024

El conflicto intergrupal es frecuentemente un resultado desafortunado de la predisposición humana hacia la cooperación limitada dentro de un grupo

Necesitamos identificarnos con los demás miembros de nuestro grupo. Y esa identificación se logra fortaleciendo el favoritismo hacia los otros miembros de nuestro grupo que actuarán de la misma forma y nos favorecerán. Estas dos variables son suficientes para "que surja la cooperación y la competencia" con otros grupos.  En los grupos humanos se desarrollan conductas de cooperación limitada (Group bounded reciprocity theory, GBRT) porque "los humanos esperan más reciprocidad de los otros miembros del grupo" que de extraños y "porque anticipan los beneficios futuros de cooperar más intensamente con los miembros del grupo". La interdependencia intensifica la cooperación por esta razón y la cooperación surgirá si el individuo es capaz de "identificar la reputación de alguien" y los indicios de que es "uno de los nuestros" permite predecir que reciprocará y, sobre todo, que transmitirá a terceros la información sobre nosotros lo que conformará nuestra reputación y status social.  

Pero esta predisposición a la cooperación no es ilimitada. El interés propio prevalece. 

En fin, la dirección de la relación causal parece que va del incremento de la cooperación a la identificación con el grupo, esto es, "la identificación es consecuencia de la cooperación" pero también de la "competencia" con otros grupos. 

Los individuos prosociales "están más dispuestos a establecer y mantener relaciones de cooperación", de manera que "los individuos con rasgos prosociales más fuertes son más propensos a mostrar cooperación" con otros miembros del grupo. Pero lo interesante es que esa misma prosocialidad les lleva a contribuir más a la disputa competitiva con otros grupos y que esta contribución está asociada a los niveles de testosterona.

Una posible razón para la competencia parroquial es que aumenta la reputación del individuo de ser un miembro leal del grupo que está dispuesto a sacrificarse por la protección y la prosperidad del grupo. De ser cierto, esperaríamos más competencia parroquial cuando las relaciones intergrupales son competitivas, y el exogrupo representa una amenaza para el intragrupo y menos cuando las relaciones intergrupales no son competitivas. Los experimentos apoyan esta posibilidad: los individuos recompensan el comportamiento agresivo hacia los grupos externos y eligen a los individuos que muestran competencia parroquial en posiciones de liderazgo... los individuos con niveles más altos de la hormona testosterona muestran una mayor competencia por el territorio y (agresivamente) buscan y protegen su estatus... La testosterona endógena se asocia con más contribuciones al fondo intragrupal (es decir, la cooperación parroquial) y con más contribuciones al fondo intergrupos (es decir, la competencia parroquial)...  

En otro estudio, los aficionados masculinos al fútbol se enfrentaron a ofertas (in)justas  de un aficionado de su propio equipo (intragrupo) o de un aficionado del equipo rival (extra grupo ). Los niveles más altos de testosterona predijeron generosidad de los fanáticos del fútbol hacia los miembros del propio grupo (es decir, la cooperación parroquial) y el rechazo de ofertas justas e injustas del grupo externo antagónico, lo que revela una tendencia a castigar al grupo externo a un costo personal (es decir, la competencia parroquial)....  

Experimentos recientes han demostrado que la «cooperación para agredir» se hace especialmente prominente cuando los miembros del grupo están expuestos a riesgos ambientales y escasez de recursos, situaciones en las que el bienestar del grupo se ve amenazado exógenamente

Carsten K.W. De Dreu, Andrea Fariña, Jörg Gross, Angelo Romano, Prosociality as a foundation for intergroup conflict, Current Opinion in Psychology, 2022, 

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