lunes, 18 de marzo de 2024

La conjura contra España (LXII): la transformación de la enseñanza universitaria. No más 'innovación docente' por favor


foto de Javier Mantrana De Trisulloa2020 - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, 

Lo que sigue son extractos de un artículo publicado por Aden Barton (un estudiante de Económicas en Harvard) en el Harvard Magazine. Aunque el contexto es muy diferente, el fondo de la cuestión está presente también en España. 

La enseñanza universitaria se ha infantilizado y se ha instrumentalizado. Lo de aprender por aprender y lo de aprender cosas difíciles - porque las fáciles no necesitan que uno despliegue esfuerzo alguno para aprenderlas - parece estar en decadencia en la universidad. Hemos eliminado cualquier riesgo que tuvieran que asumir los estudiantes y la 'seguridad jurídica' es el máximo valor. Los estudiantes exigen conocer hasta el último detalle qué es lo que tienen que hacer para aprobar la asignatura para poder 'cubrir el expediente' y pasar a la siguiente. Se regula hasta dar diecisiete bocados a un cañamón la realización y revisión de exámenes. Los exámenes tipo test - muy poco indicados para Derecho, por ejemplo, se han generalizado como 'medida defensiva' de los profesores frente a esos procesos de revisión de exámenes que han llegado hasta los tribunales (recuérdese, basta con un par de casos para que se generalice una conducta defensiva). Cada vez hay menos estudiantes extraordinarios pero no porque estas cohortes sean más tontas, sino porque las clases y las asignaturas les interesan menos. Es inaudito que asistan regularmente a clase más de un 30 % de los estudiantes matriculados en la asignatura si la asistencia no se establece como obligatoria. Pero uno recibe justificantes ¡médicos emitidos por un servicio de urgencias! si se le ocurre pasar lista aleatoriamente o si se trata de seminarios en los que la asistencia es obligatoria. 

A todo lo anterior, hay que añadir el 'destrozo' de las asignaturas en los planes de estudios tras las sucesivas reformas de las últimas décadas. Todo son 'pildoritas', dosis homeopáticas de conocimiento que impiden profundizar en ninguna cuestión compleja y prometedora intelectualmente. Naturalmente, eso hace que las asignaturas 'troncales' y 'obligatorias' sean menos atractivas para los estudiantes con mayor curiosidad intelectual que dedican ésta a actividades extracurriculares en el mejor de los casos. Y, en fin, los estudiantes han perdido la confianza en que lo que se explica y se enseña en las clases es lo que hay que 'saber'. Se han convertido en unos descreídos respecto del valor de aprender. Y este destrozo perjudica especialmente a los más inteligentes y curiosos intelectualmente que no necesitan esforzarse lo más mínimo para obtener un sobresaliente. Un indicio es que algunas de las mejores calificaciones en los exámenes las obtienen estudiantes que apenas han aparecido por clase. Eso es algo que sólo me ha ocurrido, en más de treinta años de docencia, en los últimos años. Lo que me sorprendió, hace 25 años, es que Tristán Ulloa aprobase el examen sin aparecer en todo el semestre por el aula. Pero hace dos, lo que me sorprendió es que el mejor examen lo había hecho una estudiante que tampoco había aparecido. 

Esto es lo que cuenta Aden Barton

 Para muchos estudiantes, en lugar de ser la parte central de la universidad, las clases son simplemente un elemento más en su lista de tareas, no muy distinto de su participación en una asociación o de su actividad en la redacción de textos para la revista universitaria. Harvard se ha convertido cada vez más en un lugar en Cambridge para que se reúnan estudiantes brillantes, que casualmente ofrece clases en paralelo... Por el contrario, el profesor James Engell me dijo que cuando él era estudiante de Harvard, "había una sensación... que la razón principal de tu estancia en la Universidad era cursar asignaturas y dedicar mucho tiempo a las clases"... los datos de la encuesta de último año de Crimson indican que los estudiantes dedican casi tanto tiempo colectivamente a actividades extracurriculares, deportivas y laborales como a sus clases.  

Buena parte de la culpa es de la inflación de calificaciones.. que permite que los trabajos mediocres obtengan notas altas y los estudiantes han reaccionado reduciendo el esfuerzo académico. Son incontables las ocasiones en las que he entregado un trabajo por debajo de mi capacidad conscientemente porque tenía la seguridad de que me pondrían la nota más alta... la falta de esfuerzo incluso de algunos de los estudiantes más inclinados por el trabajo académico y más curiosos intelectualmente sorprendería a muchos.  

Una de las víctimas de estos sobresalientes fáciles ha sido la cantidad de lectura que hacen los estudiantes.... En la clase final (de un curso sobre Rusia), se le pidió a cada estudiante que citara sus lecturas favoritas de todo el curso y el profesor se sorprendió de que tantos eligieran lecturas de las primeras unidades. No porque los estudiantes estuvieran más interesados en el material de esas clases, sino porque los estudiantes sólo leyeron los materiales indicados en las primeras semanas... A pesar de lo cual... todos recibimos un sobresaliente. 

"Los estudiantes sienten la necesidad de distinguirse fuera del aula porque son prácticamente indistinguibles dentro del aula". Amanda Claybaugh  

 El profesor (de estudios rusos)... me escribió que "los estudiantes de hoy... quieren complacer, quieren entender lo que se espera de ellos en el curso y cumplir con esas expectativas". Pero ese enfoque "se produce a costa de la curiosidad intelectual por sí misma y de la originalidad intelectual e incluso de la audacia"...  

Fischman y Gardner lo llaman un "modelo transaccional" de universidad. Según su libro, un llamado estudiante transaccional "va a la universidad y hace lo que (y solo lo que) se requiere para obtener un título y luego asegurar la colocación en la escuela de posgrado y/o un trabajo; La universidad es vista principalmente, tal vez en su totalidad, como un trampolín para ambiciones orientadas al futuro".

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