Fabrizio Bernardi (de la banda de Sánchez Cuenca y la Juan March) escribe en EL PAÍS.
La Comunidad de Madrid lidera un proyecto político para la enseñanza superior cuya estrategia consiste en recortar la financiación a la universidad pública e impulsar, de manera paralela, el crecimiento de las universidades privadas. Actualmente, en Madrid existen seis universidades públicas frente a 13 privadas (con una decimocuarta en fase de aprobación, a pesar de los informes desfavorables del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades). Este proyecto de privatización de la educación superior se está extendiendo a otras comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular.
A continuación dice que Ortega y Gasset jerarquizó las tres funciones de la Universidad (formación profesional, investigación científica y
... y más importante, es la transmisión de la cultura y la creación de una comunidad intelectual interdisciplinar que participe en una constante reflexión colectiva sobre lo que la sociedad, en su conjunto, hace bien o mal.
¡Pobre Ortega y Gasset! ¿Creen ustedes que escribía tan mal? ¿Que decía horteradas como "constante reflexión colectiva"?. Le he preguntado a Copilot y me ha respondido:
he revisado el texto de "Misión de la Universidad" de José Ortega y Gasset. En su obra, Ortega y Gasset menciona tres funciones principales de la universidad: la transmisión de la cultura, la enseñanza de las profesiones y la investigación científica. Sin embargo, no establece que una de estas funciones sea más importante que las otras. En cambio, enfatiza la necesidad de un equilibrio entre ellas para cumplir con la misión integral de la universidad.
Y no ahondemos en lo que entiende Ortega y Gasset por "transmisión de la cultura". O sea que Bernardi eengaña a sus lectores.
Pero lo que dice a continuación es directamente falso:
Salvo algunas excepciones que discutiremos más adelante, las universidades privadas sólo cumplen la primera de las tres misiones: la empleabilidad. Es decir, proporcionan conocimientos y, sobre todo, un título útil para conseguir un buen empleo. El hecho de que estas instituciones no fomenten la investigación innovadora ni la transmisión de una cultura interdisciplinar, crítica y universal (de donde proviene el término universidad), debería hacernos reflexionar sobre los aspectos negativos de la privatización de la educación superior.
El progresista sociólogo pasa del 'deber ser' al 'ser'. A las universidades públicas, el director de una cátedra en el Instituto Universitario de Florencia (que la UE debería cerrar si quisiera empezar a ahorrar por algún sitio) y que ha hecho su carrera académica en España en la UNED (sí, esa universidad pública que es el modelo que pudo haber tenido en mente Ortega y Gasset cuando pensaba en los fines de la Universidad) les presume - como a los soldados el valor - que cumplen con los fines de la Universidad orteguiana. Simplemente porque son públicas. A las privadas, se les niega la presunción. La presunción respecto de ellas es la contraria. Si se hace investigación y se transmite la cultura en una universidad privada, es por error. En Navarra, en Comillas, en Deusto, en la pontificia de Salamanca no se investiga ni se transmite la cultura. Se ve que Bernardi no se ha pateado los campus de las universidades públicas españolas. Por ejemplo, más de la mitad de los departamentos de empresariales no publican nada. Buena parte de los actuales grados universitarios son 'reciclajes' de las antiguas escuelas de comercio, de peritos, de magisterio etc. ¿Se imaginan que pueda haber un catedrático de contabilidad o de Turismo? Pues los hay.
Sigue Fabrizio - 'arrecogío' en España y regresado a su Italia natal (lleva "on leave" en la UNED desde 2010) elevando el tono contra las autoridades universitarias madrileñas. Están practicando un "ataque sistemático a la universidad pública" y que ese ataque
refleja una tendencia hacia un modelo neoliberal de educación superior de pago, elitista y basado en una falsa retórica de meritocracia y libertad, que, en realidad, solo es la libertad de la clase alta para pagar y garantizar a sus descendientes una carrera universitaria.
Sigue una clasificación de las universidades privadas que podríamos aplicar a las públicas igualmente: las coladero, las que acogen a los que no sacan nota suficiente para estudiar en las mejores, y las que intentan hacer algo de investigación y ganar reputación. Ejemplo de la primera es, por ejemplo, la Universidad del País Vasco (solo 138 vizcainos y 59 guipuzcoanos han suspendido la selectividad). Ejemplo de la segunda, también la universidad del País Vasco (que tiene una nota de corte más baja en Medicina, por ejemplo 12,75 frente a 13,3 de la UCM) y de la tercera, la UAM, que somos los mejores, a pesar de ser una universidad pública.
Dice, a continuación, que las "coladero" no son mucho problema. Y no lo son en realidad. Porque nuestro sistema de acceso a la universidad es el verdadero coladero. Nadie suspende la EvAU. Todos aprueban y eso es un "certificado" otorgado por el Estado de capacidad para cursar un grado universitario. De modo que no veo dónde está "la violación... de los principios de meritocracia".
Lo que no entiendo es que al profesor italiano le preocupe "el crecimiento de los diferentes tipos de universidades privadas" ¿A quién perjudican? No reciben dinero del contribuyente. La UNED, sí, mucho (casi 300 millones de euros al año). Y sus resultados en términos de bienestar social son muy discutibles. Según el ranking de EL MUNDO, la UNED, de la que es catedrático el sociólogo italiano, está en el grupo 8 (buena parte de las privadas consolidadas están en el grupo 3, 4 o 5).
El sociólogo progresista ignora los requisitos legales para abrir una universidad. Se requiere, nada menos, una ley de la comunidad autónoma. Y la universidad ha de cumplir requisitos de docentes con doctorado y de oferta docente que, seguramente, no cumplían muchas de las universidades de provincias que se abrieron en los años ochenta del pasado siglo. Así que no entiendo por qué dice que hay que
"controlar que estas universidades cumplan los requisitos mínimos como para ser reconocidas como universidad, y que no sean simplemente un supermercado al que acudir para conseguir títulos universitarios a precios muy altos".
Por cierto, ¿la gente es tan tonta que se va a las privadas a conseguir títulos universitarios a precios muy altos que pueden conseguir en las universidades públicas a precios mucho más bajos? A lo mejor, el sociólogo italiano se cree que los niños que estudian en la UAX o en la Universidad de Planeta-Agostini estudian Medicina. Y que los que estudian en la pública estudian STEM. Es al revés. La mayoría de los grados que se ofrecen en la universidad pública son grados Mickey Mouse. Y la privada se aprovecha de eso ofreciendo grados igual de fáciles pero mejor diseñados en función del objetivo de proporcionar a los jóvenes que los cursan el acceso a un puesto de trabajo.
Por ejemplo, fisioterapia. Las universidades públicas de Madrid ofrecen apenas un par de cientos de plazas. Sin embargo ofrecen miles de plazas para ser maestro, sociólogo, pedagogo, politólogo, antropólogo social, graduado en humanidades, psicólogo, criminólogo, periodista, graduado en turismo, comunicación audiovisual, publicidad, traducción e interpretación, filología francesa, estudios hispánicos etc.
El sociólogo no parece entender que las universidades públicas ofertan los grados que interesan a sus profesores, no los grados que interesan a los estudiantes y, sobre todo, a los padres de los estudiantes que son los que más se preocupan por el futuro de sus hijos.
No se le escapa a nuestro Fabrizio que las universidades públicas deberían ofrecer más plazas en Medicina y STEM. Pero como "respira por la herida", el objetivo de tal aumento no sería mejorar el servicio público, sino bajar el "número de matriculas" en la universidad privada. Se ve que este hombre odia a las universidades privadas, aunque las mejores del mundo lo sean. Pero dice, como muchos otros profesores de la pública, que aumentar las plazas no es posible porque
"requiere de dotación de recursos públicos que permitiera aumentar el número de grupos de clase, contratar a profesorado de calidad y mejorar las instalaciones disponibles".
Yo no lo veo así. Lo que debería hacer mi rectora y el rector de la Complutense y el de Alcalá etc es reasignar los recursos disponibles. Cerrar grados y facultades, no sacar ni una sola plaza en todos los grados en los que la Universidad no esté entre las cinco mejores de España y destinar todos los recursos sobrantes a aumentar las plazas de Medicina y STEM. Y captar recursos prestando servicios, como ha hecho la Universidad de Navarra con la Clínica Universitaria. Sólo cuando hayan hecho eso, podrán ir a la Consejería correspondiente y decir, como en la parábola de los talentos, que han hecho todo lo que han podido con los recursos que se les dieron y que han obtenido los mejores resultados posibles por lo que son dignos de confianza para que se les asignen más.
Pero, aunque quisieran, los rectores de la pública no podrían hacer eso. Porque no mandan nada. Porque el "control democrático" de las universidades públicas las hace incapaces de adaptarse a los cambios sociales y responder flexiblemente a las necesidades de la población a la que han de servir.
Pero el odio hacia las iniciativas sociales de este sociólogo de la UNED se refleja especialmente en este párrafo
Quizás convenga centrarse más en las universidades privadas que se autodenominan de élite y están invirtiendo recursos para posicionarse como centros de investigación de alto nivel internacional. Estas universidades constituyen el motor del movimiento privatizador de la educación universitaria, y pueden debilitar y asestar el golpe definitivo a las universidades públicas, también en investigación. Actualmente, estas universidades privadas se enfrentan a un problema: sus estudiantes, en general, no tienen un nivel académico muy alto, ya que los centros supuestamente de élite de momento no pueden permitirse establecer requisitos de acceso estrictos sin perder clientes. Sin embargo, esta es una situación temporal, y queda claro que con su plan de fortalecer la investigación las universidades privadas aspiran a competir progresivamente para conseguir los estudiantes más brillantes. Frente a este tipo de ataque a la excelencia de las instituciones públicas, ¿qué se puede hacer?
Yo creí que en esto de hacer Ciencia, the more, the merrier, y que competir no es "atacar" a nadie. Pero decir que el ataque no es a las universidades públicas sino a la "excelencia de las universidades públicas" es de hacérselo revisar por un especialista. Algo le pasó a Fabrizio en la Universidad de Bolonia, su alma mater o en la Fundación Juan March, donde le acogieron cuando se vino pa' España con un contratillo de asociado en la UNED (fíjense cómo está el sistema universitario público italiano de mal, que han dejado escapar a un tipo tan excelente como Fabrizio que ha conseguido una cátedra ¡en la UNED! ejemplo señero de "excelencia en investigación" en la universidad pública.
Y, a continuación, mezcla docencia con investigación y sugiere que el dinero público destinado a la investigación no puedan recibirlo instituciones privadas!
En primer lugar, la financiación pública, tanto nacional como europea, destinada a la investigación, debería dedicarse exclusivamente a los centros públicos. Aunque esta medida pueda parecer radical, en realidad se trata de aplicar el sentido común. Si los investigadores de universidades privadas reciben fondos públicos, ya sea del plan nacional del Ministerio de Ciencia o de programas europeos, se genera una redistribución regresiva. Es decir, el dinero de los impuestos de los contribuyentes de clase media y baja termina financiando universidades privadas a las que sus hijos nunca podrán acceder. Para que el lector se haga una idea, la matrícula anual para estudios de grados, por ejemplo, en Relaciones Internacionales o en Administración de Empresas, en la universidad privada IE de Madrid asciende a 25.000 euros, lo que suma un total de 100.000 euros para un grado de cuatro años. ¿Deben los ciudadanos financiar la investigación que se realiza en estos centros privados, considerando que una parte del dinero de los proyectos financiados va directamente a las universidades en forma de costes indirectos (overheads)? Me resulta difícil comprender cómo alguien podría estar a favor de esta transferencia de recursos del sector público al privado, o, dicho de otro modo, de las clases media y baja a la clase alta.
No sé por dónde empezar. Si la Universidad de Navarra gana un proyecto de investigacion sobre terapias contra el cáncer, ¿no debe financiarse con dinero público porque una ínfima parte del mismo puede destinarse a subvencionar la docencia en el grado de Medicina? Si el sociólogo supiera Derecho, sabría que tal medida sería inconstitucional y contraria a la carta de derechos de la UE. Pero es que la Universidad de Navarra, por ejemplo, tiene unos precios que están muy por debajo de los 25.000 euros. El sociólogo pone un ejemplo del IE que es la universidad más cara de España y que tiene tal reputación que la mismísima esposa del presidente del Gobierno llegó a formar parte de su claustro académico.
Lo de la transferencia de recursos de las clases media y baja a la clase alta es de risa. Fabrizio debería saber que en España, la universidad pública no redistribuye renta (los hijos de los pobres no van a la universidad) y que en España, los pobres no pagan impuestos. Y debería saber también que el gasto público en España es el más regresivo de Europa (de los grandes países): los que más ganan pagan elevadísimos impuestos que se destinan a las clases medias, no a los pobres. Piense el sociólogo que, con dinero de impuestos se sufraga el 20 % de las pensiones (déficit para 2025), las más elevadas, de 3.200 euros al mes.
Las otras dos medidas que propone son, si cabe, más disparatadas. Las becas posdoctorales, dice, no deberían darse a quien vaya a trabajar en una universidad privada, porque puede acabar dando clase a esos niños multimillonarios a los que regalan títulos. O sea, está presumiendo que en las privadas hacen como en las públicas: infringen las normas sobre las tareas de los becarios.
Y la última, digna de un comunista:
los investigadores de excelencia de las universidades públicas... deberían considerar con mucha cautela la posibilidad de colaboración institucional con las privadas. La coparticipación en proyectos europeos, la creación de infraestructuras conjuntas o grupos formales de investigación, así como la organización de actividades científicas cofinanciadas implica una legitimación académica que contribuye a blanquear el verdadero objetivo de las universidades privadas: convertir la educación superior en un negocio. Si las universidades son privadas, que lo sean de verdad, sin la ayuda económica y la legitimación académica del sector público.
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