Esto es de la columna de Martin Wolf en Financial Times. España es, tras los “outliers” anglosajones (no hagan caso a los estudios sobre desigualdad en el mundo cuando pretenden aplicarlos a España o al resto de la Europa continental a partir de los datos norteamericanos. EE.UU. es siempre un outlier), el que tiene el índice Gini más alto. ¿Por qué? No porque nuestros ricos sean especialmente ricos, sino porque nuestros pobres son especialmente pobres (y mayoritariamente inmigrantes) y la crisis los ha empobrecido aún más de forma brutal (han perdido la mitad de sus ingresos).
¿Por qué nuestros pobres son tan pobres?
Porque el Estado socialista español redistribuye hacia los ricos, no hacia los más pobres. Dice The Economist: “países como Italia, Grecia, España, Austria y Polonia gastan más en gasto social para el 20 % más rico que para los más pobres”. Se preguntarán ustedes cómo es tal cosa posible. Es fácil de explicar: piensen en que, por ejemplo, el ayuntamiento de Madrid regala una plaza de garaje a cualquier discapacitado aunque éste tenga unos ingresos de cien mil euros al año y se pueda pagar una plaza. Esa plaza vale unos 2.500 euros al año, la mitad de lo que recibe alguien sin ingresos en concepto de ayuda social (los famosos 470 euros al mes). El Estado regala a cada joven español que haya superado el bachillerato, 3000 euros al año en subvención a los estudios. Dado que los más pobres no van a la universidad, todo el presupuesto de universidades redistribuye contra los más pobres. El gobierno acaba de aprobar la subvención del 75 % a los viajes entre Canarias y Baleares y la península para los residentes, sean ricos o pobres. Nuevamente, como los pobres – los pobres residentes en Canarias o Baleares – no viajan, todo ese gasto excluye a los más pobres como beneficiarios y contribuye a aumentar la desigualdad. El gasto farmacéutico está sesgado a favor de los ancianos. Como los ancianos en España son menos pobres que la media, de nuevo, los más pobres quedan excluidos de la redistribución que opera a través de la subvención a las medicinas. Cada vez que se construye un AVE, una autopista, un teatro de la ópera o un museo ocurre lo propio. Lo mismo ocurre con el cupo vasco indirectamente puesto que el País Vasco y Navarra son más ricos que la media. Y como ya no hay inmigración interior…
¿Y qué hace el gobierno socialista (y el gobierno conservador y el PNV)? Reforzar la redistribución en contra de los más pobres. Por ejemplo, – también de The Economist -
“Dinamarca y Finlandia, entre otros, han vinculado la edad de jubilación a la esperanza de vida. En 2022, también hará lo propio Holanda. Alemania, Japón, Portugal y Suecia ajustan los niveles de las pensiones a la ratio entre trabajadores en activo y población no trabajadora”.
Pero resulta que estas medidas se han intentado tomar en otros países – entre ellos España – pero no han salido adelante:
“de los seis países en la OCDE que cambiaron su edad de jubilación en los últimos dos años, tres cancelaron la elevación de dicha edad”.
En España, donde habíamos tomado medidas en la buena dirección, hemos subido alegremente las pensiones a los más ricos a costa de reducir, aún más, la redistribución del Estado social español. Más dinero para los ricos también cada vez que se reduce el IVA del cine, se subvenciona la enseñanza universitaria o la adquisición de vehículos, los huertos urbanos o las energías renovables. Todo eso es el chocolate del loro, se dirá. Pero las pensiones y los salarios públicos, no.
Los socialistas dicen que es que el Estado ingresa poco
¿Cómo así si la presión fiscal es comparable a la de cualquier país occidental y no hay razones para pensar que hay más fraude? Al margen de que no gravamos la propiedad inmueble como debiéramos, la explicación la daba un profesor de la URJC el otro día: los trabajadores españoles pagan poco de contribución a la seguridad social.
Según los últimos datos de la OCDE y KPMG, el tipo que pagan los empresarios es de los más altos del mundo. Los empleadores españoles pagan un tipo del 29,9%, que se divide de la siguiente forma: 23,6% para contingencias comunes, 5,50% para desempleo y 0,6% para formación profesional y 0,2% para el FOGASA.
Por otro lado, los empleados españoles son los que menos contribuciones (en términos relativos a su remuneración) hacen a la Seguridad Social. Pagan un 6,35% que se divide así: 4,7% en contingencias comunes, 1,55% para desempleo y un 0,10% para formación profesional. De este modo, los trabajadores residentes en España pagan una cuota final de las más bajas del mundo.
En Alemania, Austria y Holanda, la aportación del trabajador oscila entre el 18 y el 28 % de su salario.
Pero el gobierno quiere seguir redistribuyendo hacia los ricos
Si Sánchez quiere ingresar 6000 millones más al año sólo tiene que subir un poco (cálculo a ojo de buen cubero: 20 millones de trabajadores x 1000 euros por trabajador – subiendo la contribución del 6 al 11 por ciento del salario hacen 20 mil millones de euros al año) la contribución de los trabajadores a la seguridad social a niveles alemanes o austríacos. No lo hará. Porque a Sánchez no le importan los pobres, aunque haya nombrado una Comisionada que va a mejorar el reparto de las migajas que nuestro Estado del bienestar dedica a los más pobres, le importan los votos de los podemitas, y esos no están entre el 20 % más pobre. Para conseguir esos votos, subirá todavía más el marginal del IRPF – uno de los más altos del mundo – y creará tasas en los lugares más ocultos de la economía para que las notemos lo menos posible y nos olvidemos pronto de ellas, a ser posible, antes de ir a votar. Por cierto, cuanto mayor sea la deuda pública, más redistribución a favor de los ricos. Los pobres no tienen bonos del Estado.
Actualización, de @carlogpinto Obsérvese cómo las clases medias votan a la izquierda que responde redistribuyendo a su favor
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