miércoles, 18 de julio de 2018

Un nuevo estatuto catalán à la belga

gemeenschappen

En la última andanada del presidente del gobierno en el pleno de esta semana, se le oyó decir que proponía un nuevo estatuto para Cataluña. La propuesta deja perplejo al personal ya que no se entiende muy bien qué sentido tiene un nuevo estatuto. Si es para meter en él lo que sacó el Tribunal Constitucional porque era inconstitucional, no parece una estrategia prometedora mientras haya un partido en la oposición con 50 diputados. Si es para meter cosas distintas, habrá que explicar muy bien por qué esas “cosas” son buenas para todos los catalanes y para el resto de los españoles. Sobre todo, habrá que explicárselo a las demás regiones que, inmediatamente, pedirán lo mismo y habrá que explicárselo muy bien al 53 % de los catalanes a los que un nuevo estatuto se la trae al pairo y que creen que sólo significará más poder para los ya hegemónicos partidos separatistas.

Pero se me ocurre algo productivo para la comisión que prepare la reforma del Estatut. Habría que hacer como en Bélgica donde hay tres comunidades culturales reconocidas en la Constitución, la Communauté française de Belgique, la flamenca y la de lengua alemana y reconocer que Cataluña es una nación de naciones. Que en el territorio catalán conviven dos tribus, la “communauté” catalano-catalana y la communauté catalano-española.

En cada unidad territorial (pueden ser municipios), se contará el número de miembros de cada una de esas dos comunidades según el deseo individual y se asignará la unidad a la comunidad cultural mayoritaria. Barcelona, como Bruselas, quedaría excluida del reparto. Esta asignación es definitiva, de modo, que los que resulten “minoritarios”, si lo prefieren, podrán desplazarse a las zonas en las que los de su comunidad cultural sean mayoritarios. La elección es binaria ¿con quién quieres vivir? ¿con los del lazo amarillo o con los otros? Tertium non datur.

Las competencias que corresponden a la Comunidad Autónoma de Cataluña serán delegadas por ésta necesariamente a favor de cada una de las dos comunidades culturales que tendrán su respectivo órgano asambleario que podrá producir normas que deberán ser ratificadas necesariamente por el Parlament, para el que quedará el ejercicio de las competencias autonómicas que sean de idéntica aplicación a ambas comunidades culturales. Naturalmente, el Parlament estará compuesto por 100 diputados de los cuales 50 serán elegidos por la comunidad catalano-española y los otros 50 por la comunidad catalano-catalana.

Es un arreglo que puede evitar el enfrentamiento civil y facilitar que los que se creen que son un “sol poble”, lo sean de verdad y no tengan ni que cruzarse con nadie que no sea de su misma condición e incluso aspecto físico.

Esta utopía empezó el día que los maestros del IES Palau que humillaron a sus alumnos prefirieron pedir el traslado de centro. Lo mejor de la propuesta es que resultará inaceptable para los separatistas (¿por qué iban a renunciar a la hegemonía permitiendo a los que no son separatistas autogobernarse en lugar de quedar sometidos a sus preferencias?) pero, por una vez, la negociación con los separatistas podría acabar con la victoria para los demás y los separatistas sabrán que pueden salir perdiendo de la negociación.

6 comentarios:

Daniel dijo...

Esa "utopía" es la causa de la enorme marginación que algunos colectivos sufren en países como Bélgica. Los tintes "utópicos" del apartheid que toma esta propuesta, fundada en la segregación más pura por simples razones ideológicas, son, en mi opinión, extremadamente preocupantes.

Un saludo, profesor.

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

El apartheid se basaba justo en el principio contrario al modelo belga. Los blancos - aquí los nacionalistas - controlan todas las instituciones y los negros quedan en las "reservas". Separados pero iguales es menos malo que sometimiento de la mayoría a la hegemonía de una minoría

Daniel dijo...

El problema fundamental de su propuesta, en mi opinión, no reside en quién ostenta el control de una u otras instituciones, sino en esa espantosa voluntad de separar la comunidad en dos mitades y aislar la una de la otra (característica que se da en los dos modelos considerados).

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

En mi opinión, su opinión sobre mi propuesta es incorrecta porque mi propuesta reside en que, hoy, la minoría separatista ostenta el control de todas las instituciones catalanas y la mayoría no separatista no controla ninguna institución. No se trata de separa en dos mitades, sino de asegurar que los partidos separatistas - hoy hegemónicos - no monopolicen todas las instituciones políticas y sociales de Cataluña. Desde la escuela a la universidad, desde los ayuntamientos a la televisión pública, desde los colegios de abogados a las asociaciones culturales etc. Las calles son nuestras, las playas son nuestras y el parlament es nuestro y lo cerramos y abrimos a voluntad. Y al que no le guste, que se vuelva a Jerez o a Murcia.
"espantosa voluntad" de que los catalanes no separatistas dejen de estar sometidos a los catalanes separatistas.

Daniel dijo...

Es curioso el fenómeno que explica. El único detalle es que, si bien es cierto que un número considerable de puestos en las administraciones públicas son nombrados discrecionalmente desde las "instituciones" (hablemos en sentido amplio), no es menos cierto que el acceso a los cargos institucionales relevantes (y que a la postre controlan de manera más o menos directa esos nombramientos) depende en algunos casos de puros criterios de méritos, y en otros de la simple democracia. Así pues, la solución a su problema pasaría por desposeer a los partidos independentistas de lo que democráticamente han conseguido, y para hacerlo legítimamente el único modo de conseguirlo es votando. Como esa opción no parece hoy en día del todo viable (dadas las dinámicas de voto de los cuarenta últimos años) o su consecución se antoja lejana, vamos a proponer otra alternativa que nos pueda servir: partimos la población en dos, y que cada cuál sea dueño de su casa.

JESÚS ALFARO AGUILA-REAL dijo...

Daniel, empiezo a sospechar que no quiere usted entender mi posición. No he dicho en ningún momento que los que gobiernan en Cataluña lo hagan ilegítimamente. Lo que discuto es que el ganador de las elecciones -que no necesita siquiera ser mayoritario entre los votantes por el juego de la provincia como circunscripción electoral - "se lo lleve todo". ¿por qué es independentista el colegio de abogados o los rectores de todas las universidades públicas catalanas? ¿tienen que aguantarlo los abogados no independentistas sean uno, mil o cien mil? Si los separatistas se hubieran comportado correctamente y no hubieran acaparado todas las instituciones, no estaríamos donde estamos.

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