miércoles, 4 de julio de 2018

Cuando el castigo sistemático a los “malos” no los expulsa de la profesión

miram escofet

Miriam Escofet

Todo el mundo sabe que los perros son lobos domesticados. Tras quince mil años de selección sistemática de los ejemplares más dóciles y de aniquilación de los más agresivos, los perros actuales son una expresión acabada de sometimiento a los humanos sin los cuales ya no pueden vivir. Hace algún tiempo leímos un trabajo que especulaba con qué habría pasado con la violencia en nuestras sociedades si los reyes hubieran ejecutado sistemáticamente al 1 % de los varones más agresivos aplicando la pena de muerte a edades tiernas (si ya se han reproducido no consigues mucho) y durante centenares de años. ¿Cómo conseguimos que los profesionales menos honestos y más proclives al riesgo (jurídico) desaparezcan de una profesión sin llegar a tan radicales medidas?

Si hay un sector donde la asimetría informativa es mayor y, por tanto, donde los consumidores pueden perder hasta la camisa en un pis pas y sin apenas enterarse es el de la inversión de los ahorros. Los consumidores se ponen en manos de los asesores financieros porque es lo único que pueden razonablemente hacer. Nuestro cerebro no está diseñado para ocuparnos de invertir sabia y prudentemente nuestro dinero. De ahí que hayamos repetido muchas veces que, a menudo, la mejor política pública es que sea el Estado el que tome la decisión de ahorrar por nuestra cuenta. Pues bien, como esa propuesta parece demasiado comunista para ser implementada, entretanto, conviene disponer de mecanismos eficaces y expeditivos para expulsar del mercado de los asesores financieros a aquellos que se comportan deshonestamente, esto es, que se apropian, para sí o para alguien relacionado con ellos, de los fondos que han de invertir o que, en general, hacen prevalecer los intereses de otros distintos de los clientes cuando adoptan decisiones al respecto.

Los autores examinan qué pasa cuando un asesor financiero (los que cuidan de nuestro dinero en las instituciones financieras en las que tenemos nuestros ahorros) es sancionado por las autoridades por infringir las normas de protección de los inversores, esto es, básicamente, por infringir sus deberes fiduciarios hacia los inversores. Resulta que, a pesar de que las empresas reaccionan frente a las infracciones que detectan en su seno, los infractores no son expulsados del mercado sino que, a menudo, vuelven a él trabajando para otra empresa de servicios de inversión, otra empresa que, lógicamente, tiene menos reputación y que se dirige a clientes menos informados. Dicen los autores:

La presencia de un número sustancial de reincidentes en el grupo de asesores financieros implica que la mala conducta no resulta automáticamente en la expulsión de un asesor del sector, a la vista de lo cual, quizá sorprenda saber que las empresas son bastante estrictas a la hora de disciplinar la mala conducta de los empleados. Casi la mitad de los asesores financieros que incurren en mala conducta en un año determinado no conserva su trabajo en el año siguiente... Las empresas no sancionan al azar, sino que parecen evaluar cuidadosamente el alcance de la infracción cometida antes de despedir al empleado…. a mayor la indemnización o la multa que le toca pagar a la empresa, mayor la probabilidad de despido.

Si las empresas son estrictas disciplinando a los malos empleados, ¿por qué hay tantos infractores reincidentes en la población de asesores financieros? (Porque…) el 44% de los asesores que perdieron su trabajo después de una conducta ilegal, encontraron empleo en el mismo sector en el plazo de un año.

Esto no significa, sin embargo, que el castigo de los infractores sea inútil: el trabajo que encuentran los infractores tras ser despedidos es peor, con un salario inferior y en empresas con menos reputación y, cuanto más grave la infracción, mayor el período de desempleo. Pero, aún así ¿por qué habrían de contratarlos en estas otras empresas? La explicación es la misma que da cuenta de por qué Ciudadanos habría de admitir en sus candidaturas a algún rebotado del PP o el PSOE: porque son buenos “comerciales”, es decir, aportan volumen de negocio. Según los autores lo que ocurre es que “siempre hay un roto para un descosido” y “Dios los cría y ellos se juntan”. Los asesores con peor reputación acaban trabajando para las empresas con peor reputación: “las empresas que contratan más asesores con antecedentes de infracción son también las que menos despiden a los asesores que cometen infracciones”. Este ajuste entre empresas y empleados, dicen los autores, debilita el efecto de las sanciones impuestas por las empresas. ¿Por qué sobreviven estas empresas que contratan y retienen a asesores deshonestos? Porque se dirigen a aquellos sectores del mercado menos informados y sofisticados, esto es, los pequeños ahorradores en el caso del sector financiero: “los comportamientos incorrectos son más comunes entre las empresas que asesoran a inversores minoristas – que no tienen patrimonios significativos –”

Hace algunos años resumimos un trabajo de Braithwaite que explicaba una estrategia de las autoridades públicas australianas que podría contribuir a reforzar la eficacia de las sanciones impuestas por las empresas para reprimir las conductas deshonestas en el sector del asesoramiento financiero. Decía Braithwaite que, en Australia, la inspección de Hacienda concentraba sus tareas inspectoras en aquellos asesores fiscales que proponían a sus clientes estrategias fiscales más agresivas (rozando la ilegalidad). Cuando varias de ellas fueron sancionadas, perdieron a sus clientes con más reputación. Los demás asesores fiscales recibieron el “mensaje” y dejaron de aconsejar a sus clientes estrategias agresivas. Del mismo modo, el Banco de España, la CNMV y el Ministerio de Economía o el ICAC deberían concentrar sus esfuerzos de vigilancia del mercado en aquellas empresas que contraten o no despidan a asesores financieros que se hayan visto envueltos en actividades ilegales. Según cuentan los autores, en Estados Unidos existe un registro público de las sanciones recibidas por los asesores financieros.

Egan, Mark and Matvos, Gregor and Seru, Amit,

The Market for Financial Adviser Misconduct (September 1, 2017)

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