En marzo de 2020, Sánchez tomó como divisa la de que 'no hay que alarmar a la población'. El miedo es libre llegó a decir ¡la presidenta del CSIC! 'Solo tendremos uno o dos casos' dijo el inefable Simón. 'Estamos perfectamente preparados' dijo el mentiroso Illa.
Los "asesores" de Sánchez le dijeron que los asintomáticos no transmitían el virus. De manera que no había que tomar medidas restrictivas más allá de recomendar a los que tuvieran síntomas quedarse en casa. Pero no era así. Desde el mes de febrero, los mejores expertos empezaron a decir que los asintomáticos transmitían el virus o que podían transmitirlo. Y el Gobierno no hizo nada con esa nueva información. Permitió las grandes manifestaciones feministas del 8 de marzo, no hizo acopio de equipos de protección y no dictó medidas de confinamiento hasta el 15 de marzo cuando era demasiado tarde para miles de ancianos internados en residencias y muchos otros españoles con salud delicada.
En octubre de 2024, España lo ha vuelto a hacer. La presidenta de la AEMET dijo en abril que el sistema de alarmas roja, naranja y amarilla funcionaba muy bien y que los ciudadanos lo entendían perfectamente.
Creo que el sistema está perfectamente aceptado por la sociedad. Los colores que se utilizan en estos avisos (amarillo, naranja, rojo) están asumidos con mucha generalidad, tanto a nivel nacional como internacional, y sí son comprendidos por los ciudadanos o por lo menos esa es la percepción que tenemos. Llegan a toda la población, no creo que haya problemas de entendimiento en este ámbito.
Bueno, parece que no. Que el sistema es claramente insuficiente porque sólo si los políticos meten miedo a los ciudadanos, éstos creerán que sus vidas corren peligro y adoptarán medidas de autoprotección que son las más eficaces.
Y ¿qué hizo Mazón? Mazón dijo que la DANA se alejaba tras hablar por teléfono con Aemet.
Aunque Mazón creyera el martes que la DANA se alejaba, debía alarmar a la población. Porque los 'científicos' (o sea la AEMET) no le habían comunicado ningún hecho cierto. Le habían comunicado un pronóstico que podía o no cumplirse. Si no se cumplía, las pérdidas humanas podían ser muy elevadas. Y el coste de meter miedo a la población era reducido. Mazón debió asustar a la población de toda la provincia indicándoles qué conductas debían realizar (pasar las siguientes 24 horas en un piso elevado de un edificio no construido en una zona inundable) y de cuáles abstenerse (sobre todo, de tratar de sacar el coche de un sótano o garaje subterráneo). No creo que los daños a bienes hubieran sido muy inferiores, pero tendríamos muchos menos muertos.
En el párrafo anterior he escrito Mazón. Debería haber escrito Sánchez. Sánchez es tan tonto que es el único político que tropieza no dos, sino siete veces con la misma piedra. Si fuera más inteligente, se habría apuntado el tanto que intentó apuntarse el mentiroso Illa cuando impuso un estado de alarma innecesario a Madrid. Y podría haber cumplido con la ley de protección civil que le atribuye la competencia al Gobierno cuando se trata de calamidades de interés nacional. La DANA no se iba a limitar a Valencia. Nadie hubiera dudado de la competencia del Estado. Pero Sánchez ignora la ley. Hace lo que su limitada inteligencia y sabiduría política le dictan. Y ya saben, “si el criterio para nuestras acciones es la sabiduría política y no el Derecho, nos acercamos mucho al despotismo” (Sigmar Gabriel).
Hoy ha demostrado que, además, es un cobarde. Se ha largado dejando a la reina y al rey con la turba enfurecida de los damnificados. Su cobardía la han disfrazado los periodistas que trabajan para el gobierno diciendo que su huida se debió a que "la escolta del presidente del Gobierno ha activado el protocolo de seguridad".
Pero no se preocupen, porque esto no volverá a pasar: los partidos nombrarán a cuatro catedráticos de la universidad pública para que hagan una evaluación de la gestión de la DANA tan eficaz y completa como la que elaboraron estos cuatro respecto de la gestión de la pandemia.
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